Autor: Marcelo Allende. avesdelnea.blogspot.com

Yo no sé de tus plegarias y menos, de todas tus penas.
No sé por dónde empezaste a tejer sueños, serena.
Veo como tus tristezas se enredaron en la parra
y como entre mil sarcillos se atosigaron tus calmas.  
 
Vuela morena guapa, vuela que ellos te esperan
vuela que aquí se cobijan en el patio tus tres gemas.
La ausencia que me has dejado, cantaba ese chamamé,
y los sonidos calaron entre tu sangre y tu piel.  
 
Entre racimos de uvas, un día florecerás,
y tu rezo consecuente dará los frutos con tiempo,
y el santo de tus plegarias te enseñara a compartir
las letras que bien escondidas se guardaba tu tintero.
 
Y en ese tu hablar tranquilo, de mujer de los esteros
nos cantaras melodiosa los amores de tus sueños,
y a carcajada de vieja las mías resonaran
avisándome que es tiempo de acurrucar tu recuerdo.
 
Vuela morena guapa
vuela por todo el cielo,
vuela que el chajáe que es custodia de tus miedos
se traducirá en guaraní advirtiendo con su vuelo
¡vamos! ,¡escapa! que tu madre no abandona
está presente y eterna, entre su corazón y tu pecho.  
 
Te guardo en un momento.
Te guardo cuando tu mano escribía tus te quiero.
Te honro como mujer, te recreo en cada gesto
y te contemplo desde mi alma para completar el sendero.
 
Vuela morena guapa, vuela entre los lapachos.
Vuela en ese otro mundo que te ha consolado el llanto.
Te deseo la alegría, lo mismo pido por él,
te deseo la armonía, y te encomiendo su ser.  
 
Allí ya no hay más tristezas,
allí ya no hay más rosarios, ni lutos, ninguna promesa,
allí las amatistas son almas que protegen las carencias.
Allí estarás esperando,
allí tus cenizas vuelan,
allí nos vemos un día,
mientras… florecen las azucenas.    
 
 
 
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