No os preocupéis, no os obsesionéis con encajar en esta sociedad. Como no es una sociedad sana, si os adaptáis a ella, al final vosotros tampoco seréis personas sanas, no estaréis bien. Según mi humilde experiencia, buscad vuestro propio espacio y, desde vuestra motivación personal o profesional particular, intentad cambiar la sociedad. Es de esta manera, y no siguiendo directrices a ciegas, como uno puede aspirar a ser feliz.

No es fácil buscar cambios, pero merece la pena, y para modificar una realidad siempre tenemos un primer paso: conocerla. En el caso de la economía, en este blog intento hacer mi pequeña contribución escribiendo sobre dinero y conciencia. ¿Si no somos conscientes de qué es el dinero y de cómo su uso personal influye en el mundo, cómo vamos a cambiar algo?.

Pero no soy el único que lo piensa. Últimamente, está en boca de muchas personas la expresión “educación financiera”, con propuestas ya aplicadas en algunos países como convertirla en una asignatura en los colegios. Sus defensores sostienen que, con más educación económica y financiera será más difícil que las personas sufran engaños. A lo que yo añadiría que -si se trata de una educación centrada en pensar y en formarse ideas propias, no en asumir conocimientos mecánicamente- este saber debería servir no solo para dejar de ser “víctimas de la economía”, sino para pasar a ser protagonistas activos de un cambio de valores.

En este sentido, me preocupa que en este momento algunas de las entidades financieras que, por decirlo de alguna manera, han estado haciendo bien poca pedagogía respecto a sus clientes ahora se estén encargando de impartir conocimientos sobre economía en ámbitos como el educativo. Como siempre defenderé, la educación es fundamental, pero también lo es recordar para no volver a cometer los mismos errores.

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