Hay muchas formas de sentirse orgulloso de su país y una de ellas es despertarse con la sensación de que todo está cambiando, para bien. Lo primero fue la formación de un gobierno ilusionante, cargado de buenos gestores de probada eficacia y eficiencia. Un ejecutivo en el que dominan las mujeres avaladas por su experiencia. ¿Quién sostenía aquello del cincuenta por ciento como discriminación positiva? Sánchez se ha querido rodear de los mejores, sean mujeres u hombres, ministras y ministros capaces de desempeñar sus obligaciones y sus compromisos con la ciudadanía.

La gestión del tema de los refugiados del Aquarius ha sido solidaria, necesaria y brillante. Nosotros, que hemos sido muchas veces emigrantes, debemos comprender y aplaudir esta decisión. Es ruin argumentar que esto puede provocar un efecto llamada, cuando mujeres y niños están en peligro de perecer, son argumentos de insolidarios, de duros de corazón o lo que es peor, de xenófobos.

No obstante, lo que más demuestra el cambio de talante y de actitud de este gobierno es el tema de la dimisión del ministro Màxim Huerta, porque se me antoja el más cercano. El ex titular de la cartera de Cultura y Deporte ha demostrado que no fue un error su nombramiento. Huerta ha sabido afrontar con dignidad su error y ha dimitido en beneficio de la obligada transparencia. Porque Hacienda, que somos todos, debe ser rigurosa en sus recaudaciones por el bien de todos los contribuyentes. Lo que no fue de recibo, por injusta e ineficaz, fue aquella indecente amnistía que sólo obligaba a pagar el diez por ciento de los beneficios del dinero defraudado y que a pesar de ello fue un fracaso absoluto, porque la mayoría de los defraudadores y evasores  no sacaron sus millonarias miserias a la luz y nunca han dimitido ni de sus puestos políticos ni de sus influyentes cargos en las multinacionales.

Sí, amigas y amigos, el gobierno de España tiene un nuevo talante y un nuevo estilo, mal les pese a quienes les pese. Sigamos así, ahora toca enderezar lo de las pensiones, los salarios mínimos, la investigación, la enseñanza, la sanidad y terminar con la ley mordaza. Y tantas otras cosas que la jauría no estaba dispuesta a arreglar. Ya tienen su víctima, ha caído el mismo día que Urdangarín, Diego Torres y Jaume Matas; después de que lo hicieran Correa, Francisco Camps, Álvaro Pérez, Pablo Crespo y Luis Bárcenas y antes de que lo hagan Rato o Jordi Pujol y hasta cuatrocientos nombres más. Y todos ellos, les aseguro, de talante muy distinto al del actual gobierno.