La denostada Yamahiriya es una acepción que traducida del  árabe puede interpretarse como “Estado de las masas”, es decir una democracia directa sin partidos, gobernada por el pueblo, cuyos representantes se elijen a través de consejos locales y comunales llamados, Comités populares de base. De esos consejos surge el legislativo o Congreso General Popular y de éste el poder ejecutivo denominado Comité General Popular. Pero ya hace mucho tiempo que ese Comité está sometido a los designios de un dictador viejo, cansado y lleno de ira contra su propio pueblo.

La idea surgida de la revolución del 69 que proclamó a Gadafi, imponía una representación muy ligada a la participación popular, porque las asambleas populares representaban a las distintas tribus que habitan la zona. La visión de Estado que tenemos los europeos fue impuesta en África por las distintas metrópolis en la época colonial y luego heredada territorial y políticamente por las independencias africanas a lo largo del siglo XX. Aquello fue uno de los muchos errores cometidos por los colonialistas que pintaron fronteras y crearon territorios ficticios sin tener en cuenta etnias y tribus. Esos deslices los pagaremos durante muchos años, tal vez siglos. De esas barbaridades no estaba exento el territorio que hoy ocupa la Gran República Árabe Libia Popular y Socialista. Pero aquella idea de representación tribal, democrática y socialista, está sometida a los designios dictatoriales del todavía mandatario y su familia.

Si nos remontamos a la génesis de la actual Libia, debemos fijarnos en una Italia, que se había quedado sin “su” parte en el reparto africano del siglo XIX, consagrado por la Conferencia de Berlín de 1884 y que decidió invadir en 1912 los territorios “olvidados” del decadente Imperio Otomano de la Tripolitana y Cirenaica, aprovechando su cercanía. Esa fue su puerta de entrada al continente africano y esa, precisamente, será la puerta de entrada de los africanos a Europa. La ocupación italiana llevó a miles de italianos a su colonia africana. Durante la Segunda Guerra Mundial,  algunas de las más importantes  batallas se libraron en lo que hoy es Libia; Tobruk ha pasado a la historia por ello. Al termino del conflicto, la “artificial” Libia fue el primer territorio africano en conseguir su independencia, la razón no puedo ser más simple, Italia había perdido la guerra y los aliados no supieron ponerse de acuerdo. La ONU tomó la decisión de aceptar el liderazgo del rey Idris,  nieto del fundador de la cofradía islámica sanusí y pertinaz resistente a la ocupación italiana en la Cirenaica A su vez Idris cayó con el golpe militar de septiembre de 1969 que encabezó el coronel Gadafi.

Pero hoy, el “Hermano Líder y Guía de la Revolución”, se resiste a dejar un poder que ocupa desde hace más de cuarenta años. Sus sofismas revolucionarios esconden la ambición de seguir dirigiendo los destinos de su pueblo aunque sea a base de bombardearles y masacrarles. Los Derechos Humanos han sido violados por ejércitos mercenarios y el pueblo ha tenido que echarles de sus cuarteles a la fuerza. Tobruk ha sido, tal vez por su cercanía a Egipto, uno de los primeros lugares en ser controlados por los manifestantes. Las reacciones de un aislado Gadafi y la de sus hijos se verán en los próximos días, “Yo no me voy a ir con esta situación; moriré como un mártir”, ha dicho. Pero parece ser que ¡al fin! Europa va tomando posiciones y es inminente el envío de una fuerza militar para proteger a los europeos residentes y a los libios de su propio líder.

Lo curioso, pero nada sorprendente, es que la reacción política viene después de la financiera. A pesar del dolor de un pueblo, los magnates y mangantes del petróleo ya hacen su agosto, el barril de Brent se ha puesto por las nubes; el argumento es la posibilidad de que, con el conflicto, Libia tenga problemas en su producción. Estamos ante el colmo del cinismo porque la aportación del país africano es, con ser importante, sólo el 2% de la mundial. Con efecto multiplicador las gasolinas subirán un 15% y un taxi para Tobruk, disculpen que sise el titulo a la mítica película, costará el doble. Mientras tanto los derechos de un pueblo y de la Humanidad están siendo violados.