Este juego representaba el origen del universo y con su práctica se pretendía invocar al Dios del Sol y el mito de la creación del maíz. Era un rito de iniciación, muerte y renacer de nuevo a la vida. Pero a lo largo de la historia todo eso cambió; y desde que el deporte se secularizó a mediados del siglo XIX, se dio la extensión de plazas con ideas de democratización e identificación colectiva. En la actualidad se ha trasformado en una pasión por sí misma. Una religión pública llamada deporte.

Y cabe mencionar que es el fútbol, con su atracción y la implicación emocional que produce, el deporte que se ha convertido en el más adecuado para ser un instrumento de manipulación  por ideologías políticas de masas y gobiernos. Y en ese sentido, los gobiernos latinos han sido quienes más han utilizado el fútbol para cubrir muchas cosas y distraer a las poblaciones ante su corrupción y mal uso de los fondos públicos. Sin embargo hay que recordar que muy pocos gobiernos están libres de haber usado el fútbol como herramienta  ante las frustraciones sociales.

Y a pesar de todo, el fútbol, por absurdo que pareciera, nos otorga felicidad y emoción a mucha gente, debido a que ese sentimiento de pertenencia a un equipo y a la identificación abstracta de un equipo con una gente, con un pueblo, con un país, está presente en lo más profundo de los seres humanos. Llegando muchos fanáticos  a  crear en sus casas verdaderos santuarios.

Algo peculiar es el caso del legendario Diego Maradona, quien es venerado en su propia iglesia, la maradoniana, que presume tener más de 40.000 ‘fieles’ en todo el mundo; y la Navidad se festeja el día de su nacimiento.  Y qué decir del sorprendente Brasil, donde el fútbol ha jugado un papel de reconciliador social, racial y cultural. Y sus mejores futbolistas  son idolatrados como verdaderos héroes, y el fútbol es más que una religión.

Y sin embargo, en esta Copa Mundial Brasil 2014, en medio de  los gritos y la pasión en los graderíos, entre los televidentes y en las  redes sociales, también se debate con el malestar de miles de personas que se quejan debido a que Brasil, siendo un país con graves desigualdades sociales y de desarrollo; dueño de una poderosa industria aeronáutica, emergente potencia energética y una de las diez mayores economías del planeta, sigue enfrentando problemas típicos del subdesarrollo, persistiendo su pobreza endémica y sus enormes niveles de desigualdad, debido a que no crece de una manera integrada; tiene un crecimiento sectorial  y no hay dinero para la salud, educación, vivienda y el transporte público. Pero aun así contó con los suficientes fondos para las arenas deportivas de la “FIFA”.

Todo gracias, según la FIFA, a un préstamo otorgado por  el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que concedió un préstamo a Brasil para los estadios “que supone únicamente el 0.16 % del PIB brasileño”, y que de acuerdo a la presidenta Dilma Rousseff no afectará el presupuesto estatal para educación y salud. Todo esto sin mencionar que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denunció en 2011 desalojos en San Pablo, Río, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Recife, Natal y Fortaleza, donde personas recibieron compensaciones injustas por sus terrenos.

En todo caso, a pesar de los pesares y lo que exprese la FIFA en cuanto a que “los gastos para la mejora o construcción de carreteras, aeropuertos y sistemas de telecomunicaciones son inversiones que redundarán en beneficio del país a largo plazo; por lo tanto, no son gastos relacionados exclusivamente con el Mundial”,  queda en evidencia que lo único que está en relación directa con la FIFA son todas las ganancias que se van íntegras a su fondo billonario.

Solo esperemos que no suceda como pasa hoy en África del Sur, donde los estadios se deterioran porque no se pensó en después de acabada la Copa del Mundo.

A los aficionados solo me resta desearles que disfruten este campeonato mundial, que ya está produciendo tal cantidad de historias de todos los colores: de fracasos, de éxitos, de amor, de pasión, de locura, que hará que quienes lo seguimos, nos veamos reflejados en ellas, suframos y disfrutemos cada día.