A simple vista parecen corderos normales. Nacieron, crecieron y se comportaron como cualquier oveja. Pero no son cualquier oveja. Son animales transgénicos nacidos en Uruguay, que en un futuro podrán curar diversas enfermedades a lo largo de todo el mundo a muy bajo costo.

Las primeras nueve ovejas transgénicas del país y Sudamérica nacieron hace seis meses en el campo del Instituto de Reproducción Animal Uruguay (IRAUy).

Fueron investigadores de esta organización sin fines de lucro sumados a la Unidad de Animales Transgénicos y de Experimentación del Instituto Pasteur de Montevideo (IPM), quienes alcanzaron este logro biomédico de alcance internacional tras dos años de trabajo.

Aunque el término “transgénico” está cargado de mitos sobre animales al mejor estilo centauro, la realidad es que se trata de una técnica compleja y costosa orientada a la cura de enfermedades en todas las especies, incluyendo los humanos.

“A partir del desarrollo de la transgénesis en animales se ha avanzado en la búsqueda de alternativas aplicables a la medicina, porque ya hay algunos ejemplos en el mundo de animales que producen en su leche proteínas de interés farmacéutico, como puede ser la insulina”, dijo Alejo Menchaca, veterinario fundador de IRAUy que dirigió el estudio.

Nuestro foco es generar conocimiento, publicarlo para que el resto de los científicos pueda tomar esa información como insumo y a la larga generar herramientas para que el ser humano pueda vivir mejor”, dijo Alejo Menchaca, veterinario fundador de IRAUy

Menchaca explicó: “Lo que se hace es tomar un gen de interés, por ejemplo, el encargado de la producción de hormona de crecimiento en el ser humano.

El mismo se le agrega a un embrión de una vaca, oveja o cabra, y ese animal lo incorpora en su ADN. En un futuro, el ternero, cordero o cabrito hembra va a producir en su leche esa hormona de crecimiento”.

Después de ordeñar al animal, continuó el veterinario, se somete a la leche a un complejo proceso por el cual se aísla la proteína y se elabora el medicamento que después consumirá la persona con enfermedades endócrinas provocadas por la ausencia de la hormona de crecimiento.

Según los investigadores, “hay otros ejemplos de medicamentos de alto costo que con la producción de leche de dos o tres ovejas, cabras o vacas darían respuesta a la necesidad de toda la población mundial que padece la enfermedad”. El potencial es revolucionario.

Los nueve corderos uruguayos que nacieron no producirán insulina ni hormonas de crecimiento en su leche. Su transgénesis es más vistosa: expuestos a ciertas condiciones de luz ultravioleta, estos animales son de un color verde fluorescente.

El gen que se incorporó a los embriones de las ovejas es el responsable de producir la Proteína Verde Fluorescente (GFP, por su sigla en inglés) en la medusa Aequorea victoria. Así, casi al instante, es posible saber si el animal que nació es transgénico o no gracias a la luminiscencia de su piel.

“No usamos una proteína de interés médico o para generar un medicamento porque queríamos poner la técnica a punto. Usamos una proteína que se expresa con un color verde porque es fácilmente identificable en los tejidos”, dijo Menchaca.

Esta técnica que sirve como marcador biológico, es decir, para hacer visibles procesos naturales que de otra forma serían invisibles, les valió el Premio Nobel de Química a dos investigadores estadounidenses y uno japonés en 2008.

Junto con la publicación a lo largo del año de esta investigación de vanguardia, los científicos de IRAUy e IPM planean seguir trabajando en perfeccionar la técnica para que sea más eficiente.

 

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