En la comunidad rural de Chahuara, del Municipio de Yanacachi de La Paz, las familias, ansiosas por diversificar su economía sin tener que salir a las ciudades, analizaron todo el contexto paisajístico y arqueológico que tienen para convertirlo en valores turísticos a ser observados sin tocar ni dañar con el objetivo de tener una fuente alternativa de recursos económicos y una ventana al mundo para expandir sus relaciones sociales, dado que lo comunitario conlleva el factor retroalimentativo del intercambio horizontal.

Por eso Chahuara se involucró en el turismo comunitario como un reto a la creatividad, no tienen hotel pero hay espacios acogedores para que los visitantes instalen sus carpas, no hay un restaurant normal, pero las familias de la comunidad preparan los alimentos para atender a sus visitantes en el campo y la falta de capacitación técnica es temporalmente reemplazada por la hospitalidad e iniciativa de los anfitriones para guiar, explicar y cuidar a los visitantes a lo largo de los espacios atractivos del lugar, conceptualizada como custodia comunitaria. Además incursionan en la aplicación de materiales como el bambú para hacer bancas, mesas, basureros, baños, mecheros decorativos y cercas. Por otro lado como se trata de una zona subtropical húmeda y montañosa, las áreas destinadas a acampar se deben desyerbar previamente y sanear con el uso de fuego para disminuir la presencia de mosquitos por unos dos días, esta faena por lo menos dura tres días y tienen que participar hombres y mujeres. También se ha pensado en la asistencia médica por lo que el bus que lleva a los visitantes está a disposición para traslados al centro de salud que queda cerca. Por otro lado la necesidad de identificar gastronomía típica ha logrado que se rescate las costumbres casi perdidas como la huatía que es hacer cocer los alimentos debajo de la tierra y recuperar la walusa, un tubérculo de la familia de la papa casi olvidado, así como al sopa de guineo y el cocido en hornos semiesféricos de barro.

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Escalinata prehispánica. Zona de Tawacosí – Chahuara

No deja de ser curioso el hecho de que la vida más sencilla y cotidiana se haya convertido en un atractivo turístico y es que las diferencias entre el campo y la ciudad crecen, por eso a veces resulta saludable o autodidacta atender nuestra más íntima necesidad de recordar cómo se hacen las cosas con las propias manos, cómo se consigue el agua desde lejos, cómo se trabaja con los vecinos para tener una escuela, cómo se siembra, se cosecha, por qué se organiza una gran fiesta dedicada al sol o cómo es la música natural.

En este trabajo de autoprospección también se descubren huellas profundas de nuestros antepasados, como las casas de hace 300 años o las sendas, muros y escalinatas de hace dos mil años que Chahuara posee ya que es parte de la ruta prehispánica del famoso Takesy, muy transitada por caminantes, investigadores, exploradores y admiradores bolivianos y extranjeros, quienes hasta ahora no habían llegado a la comunidad porque no sabían de su existencia pero este año se ha empezado a promocionar por ejemplo una de sus zonas llamada Tawacosí, que tiene leyendas, datos históricos y memorias contadas por los abuelos, tanto de místicos amoríos juveniles como de economía y política. Este lugar ha recibido oficialmente la Declaratoria de Patrimonio Arqueológico Municipal con la Resolución No. HCMY 30/2014.

También la comunidad ha tenido la suerte de recibir la visita de la Comisión del Viceministerio de Turismo encargada del proyecto regional sudamericano Qhaphaq Ñan, que está trabajando con las comunidades e  instituciones respectivas que se encuentran a lo largo de la ruta prehispánica de los países de Ecuador, Perú y Bolivia para impulsar el turismo internacional y la restauración arqueológica. De esta manera Chahuara ha sido contemplada en el proyecto, marcando un hito trascendental de gran impulso para el trabajo que ha emprendido hace más de cuatro años.

En la medida en que el valor de hoy es el desarrollo en nombre del cual se destruye patrimonio natural y social, las personas creen que no valen nada. Sin duda como sociedad hemos avanzado mucho y hemos confeccionado nuevos valores dignos de respeto pero cuando el desarrollo arrasa con la naturaleza a un ritmo acelerado sin darle tiempo a regenerarse, se convierte en un absoluto antivalor. Por eso cuando una comunidad rural considerada como subdesarrollada empieza a valorarse a sí misma y clasifica sus riquezas naturales, culturales y ecológicas de acuerdo a su propia cosmovisión, los esquemas clásicos que hacen al poder constituido tambalean y la gente toma otra ruta alternativa que la conduce a una innovadora forma de empoderamiento revolucionario, pacífico y autodeterminado.

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Representantes de Chahuara junto a técnicos del Viceministerio de Turismo.

Bajo el nombre de Utasa Utamawa que en idioma aymara quiere decir nuestra casa es tu casa, Chahuara quiere aproximarse a los visitantes tal y como es, con sus vivencias, trajines y problemas políticos como la hoja de coca que cultivan desde siempre pero que es penalizada en el resto del mundo. Esta zona es biodiversa y decidió mantenerse así, pero necesita apoyo y la complicidad del  turismo responsable para lograrlo, así como lo necesitan todas las zonas rurales vitales que el planeta aún posee.