La hoja de coca, antes de la colonia europea ya tenía implicaciones políticas por los rituales como el acullicu, en el que se comparte el masticado de coca en familia, en comunidad, en reunión de autoridades, como bienvenida, negociación, declaración de tregua, de paz, de buenos augurios y otros acontecimientos especiales. De igual manera la lectura de la suerte en las hojas, aunque de muy bajo perfil, pero continúa siendo una práctica frecuente en Bolivia.

Históricamente, la hoja de coca ha sido el factor que ha fortalecido las duras faenas agrícolas, los largos viajes, las luchas campesinas, la esclavitud y se dice también que los alumbramientos. El  masticado otorga una saludable resistencia al cuerpo, lo cual tal vez permita entender tan larga resistencia a la invasión continental.

En el siglo 20 es cuando la hoja de coca empieza a ser utilizada con fines industriales para la medicina, la Coca Cola y el narcotráfico, cuyos precios en el mercado nunca son controlados por Bolivia, ni por ninguno de los otros países productores de origen, lo cual es una de las consecuencias de que en 1961, las Naciones Unidas la hayan introducido en la lista de estupefacientes penalizando su comercialización internacional . Otra consecuencia es que se desconozcan sus beneficios para la vida.

Una vez que Bolivia cierra la etapa de gobiernos postdictaduras, que comprende 1983 a 2005, se elige al primer presidente dirigente campesino migrante, quien toma posesión el año 2006. Los primeros tintes de proceso de cambio tuvieron que ver con la incorporación de elementos nuevos como usar a la hoja de coca para el ejercicio de la soberanía nacional  que posteriormente también aparecerá en discursos con matices de soberanía alimentaria. Pero después de 7 años de gobierno,  hay pocas acciones concretas, es decir, no avanzamos más allá del simbolismo.

La CPE aprobada en 2009 en la Sección II, del Título II “Medio Ambiente, Recursos Naturales, Tierra y Territorio”, de la Cuarta Parte “Estructura y Organización Económica del Estado”, exclusivamente dedica un artículo a la coca lo que no hace con la soya, el maíz, la quinua u otros que aparecen en las estadísticas nacionales y hasta en el PIB. El resto del documento mantiene la naturaleza abstracta que tiene todo cuerpo legal. Es así que el artículo 384 dice: “El Estado protege a la coca originaria y ancestral como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social; en su estado natural no es estupefaciente. La revalorización, producción, comercialización e industrialización se regirá mediante la ley”.

Por su parte el Plan Nacional de Desarrollo, que se elaboró antes de la nueva CPE, en el año 2006, es el primer documento gubernamental que más refleja un intento interesante de diseño de nuevo país. Tenía propuestas de políticas nacionales como la de “Revolución Diversificada e Integrada Basada en el Trabajo y el Conocimiento”, que disponía el uso de la coca así: “Política 7: “La estrategia de Coca y Desarrollo Integral establecerá de forma soberana los procesos de industrialización y comercialización de la hoja de coca, así como su desarrollo integral, transparente y sostenible, con alcance en las zonas productoras de coca, zonas expulsoras de población y zonas de riesgo”.

Otra política interesante fue la denominada Transformación de las Relaciones Internacionales, en el pilar Bolivia Soberana : “Revalorización de la hoja de coca con la finalidad de lograr su aceptación a través de acciones de promoción y concientización ante la comunidad nacional e internacional sobre sus usos benéficos; el reconocimiento de su valor histórico cultural, medicinal y tradicional; e impulsar los procesos de industrialización ampliando los mercados para la comercialización y exportación. Para este fin se deberá implementar una campaña diplomática orientada a cambiar el estatus de la hoja de coca en el ámbito de las convenciones internacionales sobre drogas”.

Esta propuesta intentaba tratar el tema de la hoja de coca desde cancillería, llegando a utilizarla como un símbolo patrio adicional, además de promocionarla de manera que se separe claramente la visión equivocada que pesa sobre ella en el mundo, como narcótico y se la conozca integralmente como hoja verde. En este marco entre las gestiones presidenciales, el 2009 se logró una acción de las Naciones Unidas que consistía en iniciar un proceso de despenalización del acullicu  con la consulta entre los países miembros de la Convención Única de Estupefacientes .  Y este 2013, en enero se anunció dicha despenalización en territorio boliviano, evento que fue celebrado por los cocaleros de Los Yungas de La Paz y Chapare de Cochabamba, con una marcha en el centro de las ciudades de La Paz y Cochabamba respectivamente, y palabras del Presidente Evo Morales en el acto, que daban la impresión de que todos los cocaleros de Bolivia son una sola voz orgánica .

Así pues, como consecuencia de esta revolucionaria planificación nacional, se elaboraron planes sectoriales como el Plan Nacional de Desarrollo Integral con Coca que enfatiza los criterios de soberanía, revalorización y fortalecimiento de los campesinos productores de la hoja, con objetivos como:

  • “Promover los procesos de investigación científica, la producción agroecológica, el control de la comercialización y los proyectos de industrialización de la Hoja de Coca, en el marco de la soberanía nacional y los acuerdos internacionales”.
  • Seguridad y soberanía alimentaria.
  • Estrategia de lucha contra el narcotráfico y revalorización de la hoja de coca.

Sobre la base de estos documentos, se creó toda una institucionalidad gubernamental alrededor de la hoja de coca que se va orientando al desarrollo alternativo que tiene que ver con la disminución de áreas de cultivo con sustitución e incursión en otros proyectos agrícolas, turísticos, pecuarios, etc. El financiamiento para este desarrollo alternativo se canaliza a través de un fondo exclusivo para los productores de hoja de coca, procedente de fuentes europeas. Este fondo convoca a concurso de proyectos no cocaleros. Es así que el desarrollo alternativo se instaura paralelamente a la revalorización de la hoja de coca, pero sigue dentro de la economía de mercado que no plantea una revolución económica soberana, sino más bien dependiente de los precios internacionales.

De esta forma, cómo se puede hablar de soberanía nacional, alimentaria o de cualquier otra clase, si como país continuamos sujetos a los condicionamientos de los financiamientos extranjeros, no se ha cumplido la industrialización de la hoja de coca, ni la difusión de información sobre sus valores ni siquiera al interior mismo del país, tampoco se ha controlado el uso de agroquímicos. Los cocaleros se ven favorecidos con los precios internos de la hoja de coca y todavía no sienten que el desarrollo alternativo haya dinamizado el movimiento económico de la región con nuevas actividades agrícolas, más bien la tendencia al monocultivo cocalero es una constante que siempre está sujeta a la tensión política entre los informes de Naciones Unidas y los informes del Viceministerio de Coca y Desarrollo Integral de Bolivia, sobre la reducción de las áreas de cultivo que, a pesar de todo, siguen invadiendo incluso parques nacionales protegidos por ley.