militantes-estado-islamicoMientras estoy escribiendo este artículo, aviones F-22 de la coalición internacional encabezada por Estados Unidos, bombardean territorio sirio en las zonas ocupadas por muyahidines, es decir los comprometidos con la Yihad más violenta y radical. Los Tomahawk cortan el viento como lo hicieron sus homólogos en manos de las tribus indias americanas, pero esta vez son misiles con poderosas cargas fabricados por las compañías norteamericanas Raytheon y Lockheed Martin lanzados desde los buques Arleigh Burke y Philippine Sea, desplegados en el Mar Rojo y la zona norte del Golfo Arábigo.

La decisión de Occidente para tales ataques viene dada, como ustedes ya deben saber, por el auge del llamado Estado Islámico por los territorios de Irak y Siria. Otra guerra para enfrentarse al yihadismo, que busca el regreso a los orígenes del Islam y restaurar su dominio sobre gran parte de Asia, de África y, según las manifestaciones de sus líderes, sobre la Península Ibérica, cuna de sus abuelos, o eso dicen. Y no nos debe extrañar este “regreso al futuro” de los yihadistas porque la propia Europa anda tonteando y reclamando particiones medievales. Tampoco debe extrañarnos la actitud de algunas ramas del Islam si tenemos en cuenta de que su religión apenas tiene 1.500 años, es decir 500 menos que el Cristianismo; si retrocedemos cinco siglos en la Historia, nos encontraremos con la Inquisición, las expulsiones de los judíos y la quema en la hoguera de todo el que se consideraba hereje. Por tanto no deben sorprendernos aunque sí aterrorizarnos comportamientos extremistas y homicidas.

La interpretación de nuestros doctores de la Iglesia en el siglo XV respecto a los opositores de la fe cristiana, no dista demasiado de la que hoy tienen los extremistas islamistas, que son todavía una minoría en el contexto de los seguidores del profeta Mahoma, y esa mayoría cree que los yihadistas no representan al Islam. Todavía.

A finales del pasado junio, el líder del llamado Estado Islámico Abu Bakr al-Baghdadi, se autoproclamó “Ibrahim, imán y califa de todos los musulmanes” y se dispuso a convencernos a todos de que tenemos que abrazar el Islam; según él los creyentes le deben obediencia en la tierra. Cualquier musulmán que no lo reconozca como tal será asesinado y no podrá ser llamado musulmán, imaginen lo que les pasará a los “infieles”. Entonces eran unos pocos miles sin apenas recursos; sin embargo, siempre hay alguien dispuesto a que la Paz en este pobre planeta se vista siempre de utopía y otros deseosos de hacer negocios con el dolor ajeno; incluso dispuestos proteger sus territorios fiándose de la palabra del nuevo califa.

Transcurridos tres meses, los yihadistas son la organización terrorista más rica del planeta. The International Business Times afirma que tiene más de 2.000 millones de dólares en el banco. Más de 30.000 yihadistas trabajan ya para el Estado Islámico y la venta del petróleo de los territorios conquistados, incluida la ciudad de Mosul, les proporciona tres millones de dólares diarios. La comercialización de antigüedades, el lavado de dinero y las supuestas ayudas de países musulmanes hacen acrecentar diariamente la bolsa del Califato. El territorio que hoy controlan tiene 56.000 Kilómetros cuadrados arrebatados a Siria e Irak y sus fuerzas cuentan con más de 80.000 combatientes de muchas nacionalidades y siguen creciendo. Su pretensión es imponer el Islam y extender su califato a Jordania, Israel, Palestina, Líbano, Kuwait, Turquía, Chipre, Egipto, Túnez, Marruecos, Argelia, Grecia, los Balcanes y Al Andalus. . . hasta los Pirineos.

Un fenómeno a tener en cuenta es el incremento a cada hora de simpatizantes y activistas en todo el mundo. Su estrategia de utilizar todos los medios informáticos, sobre todo las redes sociales, les está proporcionando una gran fuente de adictos.

Tampoco se asombren de todo esto, recuerden Las Cruzadas cristianas para liberar los Santos Lugares, nada menos que ocho, sin contar la Cruzada de los niños, en la que mozalbetes de 12, 13 y 14 años fueron reclutados y después de atravesar media Europa, vendidos como esclavos a los musulmanes por los capitanes de la flota que los trasladó.

El objetivo era el mismo, pero a la inversa: derrotar a los infieles del Islam, convertirlos a todos o destruirles. Un ejemplo: cuando los cristianos tomaron Jerusalén en julio de 1099, exterminaron a todos los habitantes de la ciudad, no respetaron ni a judíos ni a musulmanes, incluidas mujeres o niños. También hubo cruzadas contra reinos cristianos. La llamada Albigense, contra los pueblos cátaros y contra el rey de Aragón promovida por Inocencio III, el Papa menos inocente de todos, en beneficio de la dinastía de los Capetos, que se creían descendientes del mismo Jesucristo. La cruzada terminó con el incendio de las principales fortalezas cátaras y sus habitantes ardiendo en la hoguera de la intolerancia. Según el Papa fue una cruzada contra herejes. El propio rey Pedro II de Aragón, llamado el Católico, fue muerto en la batalla de Muret. No nos extrañe ahora que los yihadistas decapiten a otros musulmanes, ¿habrán leído la historia de Europa, además del Corán?

Pese a todo lo expuesto a mí, como a todos ustedes, lo que nos gustaría saber es quién les compra el petróleo, qué fábricas les proporcionan las armas, en qué bancos y bajo que firmas están los millones de dólares que poseen y el por qué avanzan tan rápidamente frente al ejército sirio que les cuadruplica en número. ¿Qué entidades árabes, físicas, empresariales o económicas, les apoyan en la sombra?

Durante las cruzadas, Papas y reyes reunían a cientos de miles de campesinos, pescadores, labriegos, artesanos, soldados de fortuna y matarifes para tocar las narices a Saladino y compañía. Miles de riquezas espoliadas fueron a parar a las cortes europeas, al Vaticano y a las Órdenes de caballería; la de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón o Templarios, por ejemplo, se convirtió en el primer banco y la primera gran entidad de prestamistas. A la gente del Pueblo le quedaron las miserias, los cuerpos tullidos y alguna astilla de la Vera Cruz. Como siempre y en todo tiempo, sean musulmanes o cristianos, siempre palman los mismos.