Las amistades peligrosas
En política, como en muchas cosas de la vida, hay que ser prudentes. Nunca sabemos, cundo se ocupa un cargo público, con quién nos la estamos jugando. Por eso es muy recomendable la prudencia y, sobre todo, el sentido común. Tampoco nos iría mal tener un poco de sicología y otro tanto de PNL – programación neurolingüística – para conocer personalidades, gestos e intenciones, de todos esos conseguidores y facilitadores que aparecen en el camino del poder.