Ciento quince purpurados serán los encargados de sugerir o votar al representante de Dios en la tierra, los que superen los 80 años no podrán votar pero sí ser elegidos. La mismísima capilla Sixtina acogerá las deliberaciones y las pinturas de Miguel Ángel recogerán todo lo que allí se diga… pero no lo que allí se piense o se pacte. Serán las voces y sus ecos, pero no las manipulaciones ni las ideologías, porque si es difícil entrar en la mente de cualquiera de nosotros, resulta imposible penetrar en el pensamiento de un místico, cuajado de experiencia estratégica y reconvertido en decisorio elector.

Esta vez los cardenales, según Lombardi, portavoz vaticano, no tienen prisa por encontrar al pescador de almas. Son diversos los motivos, algunos pretenden aclarar lo del escándalo Vatileak; de sus documentos queda mucho por desvelar. Intrigas y artimañas dignas de la Edad Media, se esconden entre sus secretos. Lombardi ha comentado en el editorial semanal de Radio Vaticano que: “Hay quienes buscan aprovecharse del momento de sorpresa y desorientación para sembrar confusión y echar descrédito a la Iglesia a través de la maledicencia, la desinformación y la calumnia”. Y no se refiere a elementos externos de la curia y del Vaticano.

Por otro lado, se da la terrible circunstancia de que no todo está claro entre los purpurados. Una docena de ellos están involucrados e imputados, bien por acción, bien por omisión, es decir por complicidad, en los casos de pederastia tan numerosos e indecentes en la Iglesia católica. Muchos de ellos han olvidado lo que representan, cegados por sus vicios, codicia o impiedad. Un vídeo del Santo Padre en una de sus visitas  nos demuestra la arrogancia  y la falta de la más mínima ética cristiana de algunos de sus cardenales. Benedicto, envejecido y cansado, trata de extenderles su mano y algunos panzudos soberbios  le rechazan el gesto, incapaces de entender lo que es la caridad; indignos de calzar algún día las sandalias del pescador.

 

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Sin embargo, están muy serviciales con el poder político… y seguro que también con el económico. Eso es lo que son.

Y es que en la elección de la vacante faltará una figura importante: Cristo. Él dijo: “El reino de Dios está en ti y a tu alrededor, corta un trozo de madera y ahí estaré, levanta una piedra y me encontraras”. Y aunque esta sentencia pertenece a unos textos encontrados en 1945 en los papiros de Nag Hammadi y se conocen como los “Evangelios apócrifos”, está más cerca del pensamiento del carpintero de Nazaret, que de las casullas de la cúpula eclesiástica.

Para los agnósticos la figura de Jesús nos es mucho más cercana y creíble que la historia que nos cuentan. Me siento hermano de aquel  humilde revolucionario pacifista que pedía que dejaran a los niños acercarse a él, en un gesto de bondad y que su mayor milagro fue predicar la paz y las fraternidades. El mismo que expulsó a los mercaderes y a los prestamistas del templo y que se enfrentó a los sepulcros blanqueados. Y me da igual que se creyera hijo de Dios, si ésta era su afirmación  yo la respeto. Me interesa el hombre, el pensador, el amante o  esposo de María Magdalena; el ser humano.

No, no, el pobre carpintero judío, no estará en el cónclave. Presiento que si se acercara por la capilla Sixtina a decirles lo que piensa, podría ser crucificado por segunda vez. Pero espero que algo o alguien ilumine a los allí reunidos y elijan a un hombre justo que reforme desde sus cimientos la Iglesia y expulse de ella a tanto fariseo. Ya ven, soy tan confiado como el Cristo que anduvo en la mar y tan ingenuo como el que clavaron en el madero. Y es que, como buen agnóstico, no alcanzo a comprender a Dios.