No conocí a mi Abuelo, ya que al nacer yo, hacía poco tiempo que había muerto, pero he visto fotografías en sepia, que me ayudaron a comprender .

También tuve en mis manos las castañuelas, los palillos como Ella los llamaba;un par eran de madera clara, y el otro de madera oscura , casi negra ; estas reliquias familiares las guardaba en una caja de cartón de colores,  y un mantón de manila ocre dorado. Había igualmente un revolver que nunca sabré de donde vino.

De aquellos objetos, hoy guardo algunos a escondidas: el mantón de manila con sus flecos de seda y el revolver.

En una de las fotografías, el Padre de pié, traje negro azabache de tres piezas, pantalón, chaleco y americana; cuello mao con camisa blanca, el cabello blanco cortado a lo Humberto Primo y bastón de apoyo en la mano derecha.

Muerto mi Abuelo, Ella decidió su viaje de regreso a España.

Razonó: son tiempos convulsos, primeros años treinta, no obstante se embarcó de vuelta a casa.

En el cortijo, donde trabajaban el Padre y los Hermanos, se produjo un enfrentamiento. Algunos con armas de fuego, los otros con herramientas de labranza; odios e incendios .

Ella volvió a emigrar.

La fotografía del Padre, con su traje negro azabache de tres piezas, se repite en el puerto de Algeciras.

Ella en la barandilla del barco viejo y oxidado, que apenas puede transportar a los Emigrantes por segunda vez.

Ya en alta mar recibe un mensaje: su Padre, al volver a su casa, en la ruta de los Pueblos Blancos, cayó para siempre.

Por eso Ella nunca más volvió a España. La separaron cuarenta años de dolor, de injusticias, de inquina sobre los vencidos .

Tengo el mantón de manila ocre oro, y el revolver inútil y sin balas.