Alejandro Cañas Ortíz leyendo su relato.

¡Hola, mundo!

Soy un niño de once años, y me han dicho que tengo que escribir sobre cómo quisiera que fuera otro mundo en el que vivo. Mi familia (como mis abuelos, bueno, sobre todo mi yaya, ya que mi abuelo pasa un poco de todo, porque está enfermo, ya os contaré…) recicla todos los días el vidrio al verde, el plástico al amarillo… es alucinante con su edad, ¡77 años!. Ella siempre me dice: «Es para vuestro futuro y el de tus hijos… ya que nosotros no lo hicimos cuando éramos jóvenes».

Mi abuelo tiene cáncer y le ponen unos parches de morfina para el dolor y él me dice: «Alejandro, cuando mamá, la tía o la yaya me los quiten, llévalos a la farmacia, que son venenosos» y yo a veces me pregunto ¿por qué son venenosos?

Mi madre me dijo que si las pilas contaminan mucho, imagina cómo debe contaminar eso. A mi madre le han quitado unas manchas por no protegerse del sol en su tiempo. ¡Estaba muy fea!. Ella me dijo: «Antes no te quemaba tanto el sol».

Entonces hay que cuidar el medioambiente porque si no, desparecería la capa de ozono. Pienso yo que si mi futura familia y yo queremos vivir en un mundo mejor, tendremos que entre todos hacerlo bien. Como poner menos la calefacción, fuera las chimeneas y los coches antiguos.

¡Tenemos que ir a por todas!

He descubierto que la fragilidad del mundo es más valiosa si nos damos cuenta de que debemos cuidar esos pequeños detalles que al final serán grandes para nuestro futuro. ¡Si no, será una catástrofe y terminaremos sin mundo!

 

Alejandro Cañas Ortiz, 6º Primaria. Colegio Luis Cernuda (Madrid) España