“El Estado de las Autonomías, escribía en el mes de febrero, ha sido enormemente beneficioso para el desarrollo del conjunto del Estado Español. Pero han subsistido, indebidamente, limitaciones y privilegios que ahora deben transformarse en unas normas en las que, con un suficiente autogobierno, quepan todas las excelentes particularidades culturales e históricas de España… Ni un día más bailando al son del déficit y las primas de riesgo. Las riendas del destino común no pueden seguir anquilosadas, ceñidas al pasado”.
Del Blog de diciembre extraigo este párrafo: “El auténtico encaje de bolillos que fueron capaces de llevar a cabo, con innumerables tensiones, los “padres” de la Constitución, permitió hacer efectiva la transición a un sistema democrático, con un pluralismo político, cultural y lingüístico encomiable, aconfesional…. La Constitución no sólo deberá ponerse al día serenamente –sin el acoso de los mercados que, paradójicamente, increíblemente, motivó la única reforma efectuada- sino que debe aparecer como solución y no como problema, como la Carta Magna de un Estado donde quepan todos los españoles con una gran capacidad de autogobierno y unos principios comunes bien establecidos y generalmente aceptados”.
Las soluciones deben ser políticas. Ahora no sólo es posible sino urgente proceder a la configuración federal que en 1977-78 no pudo llevarse a cabo.
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