Woody Harrelson es una de las grandes estrellas ‘verdes’ de Hollywood. A su oficio de actor se suman el de profesor de yoga y el de activista por el medioambiente. Lleva más de 20 años instaurado en la cultura vegana y es un reconocido miembro de Peta. «Todo empezó cuando tenía unos 24 años, por pura casualidad: Tenía un montón de acné y conocí a una chica en el bus que me dijo que dejara de productos lácteos y todos los síntomas se irían tres días después. ¡Estaba en lo cierto!», asegura.

También es conocido por colaborar con organzación Living Tree Paper para avanzar en el uso de productos reciclados a partir de residuos; por su autobús sostenible con suelos de corcho cubierto de paneles solares, The Mothership (la nave nodriza); y por solicitar permiso para abrir un dispensario de cannabis con fines medicinales en Hawai.

Esta vez, el actor ha revolucionado las redes a raíz de colgar un vídeo en el muro de Facebook de la plataforma Awareness Act, un portal web de información contestataria, con un perfil social y ecológico, y en contra de las políticas abusivas de la que también es miembro activo.

El vídeo no dice nada que ya no sepamos, pero pone negro sobre blanco. Lo transcribimos a continuación:

«Compramos comida rápida que no alimenta, infinidad de productos de limpieza contaminantes y no biodegradables. Estamos gastando nuestro dinero, ganado duramente, envenenando nuestros hogares sin una razón clara. ¿Por qué? Porque la industria, con su publicidad, nos dice que lo hagamos. Pero si una empresa contamina el medio ambiente o hace malas prácticas, y dejas de comprar sus productos, cambiará. Si no compras comida con aditivos químicos o transgénicos, dejarán de producirla. Desde el minuto en que vamos a realizar una compra tenemos mucha responsabilidad. Podemos cambiar empresas, políticas, hasta gobiernos. Estamos en el siglo XXI. Si usamos nuestros recursos razonablemente, no hay motivo para que no tengamos, todos, lo que necesitamos. Y no es justificable que siga muriendo tanta gente por escasez. Hombres y mujeres, palestinos o israelíes, católicos o protestantes, la gente común, en definitiva, solo queremos vivir en paz y en un entorno limpio, y miramos a nuestro alrededor y vemos que no es así. Porque el deseo de la mayoría no es ser escuchado. Los gobiernos no van a cambiar las cosas por sí solos. Ninguna compañía seguirá ejerciendo malas prácticas por un producto que no vas a comprar. Es muy importante que sepamos esto como consumidores: tenemos el poder para cambiar el mundo en el que vivimos. Las compañías son extremadamente sensibles a lo que nos pase por las mentes. Si no compramos lo que nos venden, desaparecen. Y si decidimos hacer un consumo responsable, debemos promocionar esas compañías que hacen negocios de una forma socialmente responsable».

Luis Meyer