El otro Papa
Faltan semanas para que el Papa Joseph Ratzinger llegue a Cuba y, sin embargo, ya se respira algo de incienso en la distancia.
Faltan semanas para que el Papa Joseph Ratzinger llegue a Cuba y, sin embargo, ya se respira algo de incienso en la distancia.
Hace un par de años, mi amigo Eugenio Leal decidió sacar un reporte de sus antecedentes penales, trámite indispensable para solicitar ciertos empleos. Confiado, fue a buscar la hoja donde diría que no había sido juzgado por delito alguno, pero en su lugar se encontró una desagradable sorpresa: aparecía como perpetrador de un “robo con fuerza” en el poblado donde había nacido, aunque jamás se había llevado ni la luz roja de un semáforo.
Este enero parece octubre, julio, noviembre, cualquier otra cosa menos el primer mes del año. Si algo caracteriza a los inicios es hacer planes, proyectar lo que vendrá, trazar propósitos aunque después no se cumplan.
“No seas ingenua”, “te vas a quedar con la maleta preparada”, me decían –con buena intención– amigos de todos lados.
En la larga lista de frases y palabras vedadas en mi infancia, había dos especialmente censuradas: “Navidad” y “Derechos Humanos”.
Celebración en La Habana del foro sobre medios alternativos y redes sociales convocado por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Reinaldo afirmaba que sí, insistía e insistía. Yo, sin embargo, soy de la generación que de antemano piensa que casi todo está prohibido, que me van a regañar a cada paso e impedir cualquier cosa que se me ocurra.
Hace apenas 4 años, el ex canciller Felipe Pérez Roque protagonizaba en Naciones Unidas las jornadas contra el embargo norteamericano a Cuba.
El domingo amanecía otoñal y lluvioso. Una mujer -debajo de su paraguas- caminaba de un lugar a otro en busca de flores, sin poder encontrar justo las que quería. Entre las rosas, los claveles y las azucenas apenas se veía algún que otro gladiolo, ya marchito y descartado por otros que madrugaron antes o que no pegaron un ojo en toda la noche.