El atractivo de las inversiones verdes
El trinomio “rentabilidad – plazo – volatilidad” parece jugar a favor de la economía verde, al menos en términos relativos respecto a otras alternativas de inversión.
El trinomio “rentabilidad – plazo – volatilidad” parece jugar a favor de la economía verde, al menos en términos relativos respecto a otras alternativas de inversión.
vivirán en zonas urbanas y periurbanas
«Debemos ser capaces de reutilizar, reciclar y valorizar todos los residuos que generamos»
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Un planeta saludable, con una economía circular innovadora, en el que no se desperdicie nada, los recursos naturales se gestionen de forma sostenible y la biodiversidad se proteja. ¿Un mundo ideal o uno que aún estamos a tiempo de construir?
Encabezando el grupo de trabajo sobre la economía positiva, Jacques Attali aclara este concepto emergente en una entrevista con Alice Audouin. A contra-corriente de la tiranía del momento, este concepto que preconiza el altruismo, propone centrarse en la economía al servicio de las generaciones futuras a través de acciones concretas. No se trata de un simple remedio a la crisis, sino de un proyecto de transformación de la sociedad a largo plazo.
A pesar de la importancia que todos los expertos le dan a la sostenibilidad que deben tener las actividades económicas, la explotación de todo tipo de recursos naturales que se lleva a cabo en la región, dista mucho de tener un enfoque sostenible.
El crecimiento se ha convertido en el objetivo último de la economía. El crecimiento que genera riqueza a los mercados y perpetúa la rueda. Da lo mismo cómo y para qué crecer.
Las sociedades modernas se enfrentan a retos económicos, sociales y medioambientales cada vez más complejos. La necesidad de un cambio hacia un modelo sostenible resulta cada vez más evidente y es el momento de elaborar estrategias eficientes a largo plazo. ¿Qué papel juega la innovación en la transformación y consolidación de ese nuevo paradigma?
En su recuerdo, reproducimos la entrevista que nuestros amigos de Ethic hicieron al escritor, humanista y economista español, que abogó por una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos».
Los microcréditos están de moda y su utilización indiscriminada en los discursos y en los mismos proyectos de solidaridad internacional parece un signo de modernidad incuestionable, que está siendo ampliamente respaldado por instituciones financieras, bancarias y multinacionales extraordinariamente poderosas.
La economía solidaria o economía de solidaridad es una búsqueda teórica y práctica de formas alternativas de hacer economía, basadas en la solidaridad y el trabajo. El principio o fundamento de la economía de solidaridad es que la introducción de niveles crecientes y cualitativamente superiores de solidaridad en las actividades, organizaciones e instituciones económicas, tanto a nivel de las empresas como en los mercados y en las políticas públicas, incrementa la eficiencia micro y macroeconómica, además de generar un conjunto de beneficios sociales y culturales que favorecen a toda la sociedad.
Ciertamente las palabras no ayudan a despejar la sospecha que desliza el personaje de la novela de Sábato sobre si no nos encontraremos, al hablar de las finanzas, ante una religión. Dos rasgos asientan esa percepción entre el ciudadano común: por un lado, el carácter misterioso de las mismas, sólo accesible a la comprensión de unos pocos exégetas e iniciados; por otro, su aparente naturaleza totémica, que desemboca en una idolatría sacrificial. Es tal la complejidad del mundo de las finanzas y tantos los sacrificios exigidos en su nombre, que no parece disparatado abusar de la comparación. La creciente monetarización de las relaciones sociales ha conducido a que el dinero sea apreciado no sólo por su utilidad como medio de pago o depósito de valor, sino también como “dador de sentido” de la existencia social de las personas. Dussel, reflexionando acerca de las metáforas teológicas presentes en el ensamiento de Marx, se sirve de los textos del autor alemán para resaltar el carácter idolátrico del capital, básicamente en su forma financiera: «La total cosificación, inversión y el absurdo (es) el capital como capital […], que rinde interés compuesto, y aparece como un Moloch reclamando el mundo entero como víctima ofrecida en sacrificio (Opfer) en sus altares».1