No hay Seguridad Alimentaria sin Soberanía Alimentaria
No hay Seguridad Alimentaria sin Soberanía Alimentaria.
No hay Soberanía Alimentaria sin Agricultura Familiar.
No hay Seguridad Alimentaria sin Soberanía Alimentaria.
No hay Soberanía Alimentaria sin Agricultura Familiar.
Mirar el comercio justo con las gafas de la soberanía alimentaria es imprescindible si queremos apostar por unas relaciones comerciales realmente equitativas.
El Primer Encuentro de Productores Alimentarios de la Plataforma Agrobolsas Surtidas, congregó en La Paz, Bolivia, a 85 productores agropecuarios de 12 comunidades rurales y 15 productores que trabajan en la ciudad transformando los alimentarios en propuestas nuevas.
¿Quién producirá los alimentos? ¿Cómo alimentar un planeta donde se calcula que, en el año 2050, habrá más de 10 mil millones de personas?
La quinoa es uno de los pilares alimenticios de la población andina desde hace miles de años. La sobreproducción de este ‘superalimento’ de moda en occidente ha originado graves crisis agrarias en países productores como Bolivia o Perú y su precio se ha triplicado en la última década.
Una de las formas de restablecer las relaciones ecológicas que los seres humanos hemos quebrado, es tejer lazos que conecten cada vez más estrechamente el campo y la ciudad, para lo cual la búsqueda permanente de alimentos es el pretexto más contundente.
Desde siempre conocemos que la relación entre el cuerpo y el alimento es mediada por la tierra y la semilla, sin embargo en el último siglo la intensa urbanización y el crecimiento de las ciudades han introducido una brecha muy grande incorporando fundamentalmente a la industria que fabrica y vende alimentos, a tal grado que pareciera que para comer ya no son necesarias la semilla y la tierra, sino solamente el dinero y la tienda.
A menudo al hablar de los negativos impactos del modelo agroalimentario, nos preguntamos qué hacer. ¿Cómo actuar ante un agronegocio depredador que acaba con la biodiversidad y el campesinado? ¿Qué hacer frente a un sistema agrario adicto al petróleo y a los “alimentos viajeros”? ¿Qué alternativas tenemos cuando la comida nos enferma?
Conocer el origen de los alimentos es cada vez más urgente en la era de las políticas nacionales que mercantilizan la vida y elaboran planes de desarrollo que no incorporan cálculos reales ni mucho menos ecológicos en sus presupuestos, porque nos hemos acostumbrado a que los principales costos de producción sean absorbidos por el trabajo familiar y la libre competencia que siempre es desigual.
Las ferias campesinas que se instalan en las ciudades una vez por semana o quincena, traen consigo una porción importante de naturaleza, de tierra, agua y aire en cada verdura, flor, fruta y planta medicinal, en sus yerbas aromáticas y hasta en las canastas de huevos criollos manchaditos y quesos envueltos en paja. Todos sus olores y vestigios de campo que deberían recordarnos cómo se produce la comida, son despreciados y aborrecidos por la modernidad que insiste en la envoltura de plástico impermeable al recuerdo de su origen.