Buscando en ellas encontré a la Ilusión, ¡tan llena de poéticos instantes…! mezclados con los sones de Celentano e intentando trepar al árbol de treinta pisos, pues el treinta y tres solo en mi mente se dibujaba, para allí mirarme y mirarte, desde las alturas, en las charcas de las pieles humedecidas, desnudas para el goce supremo de la entrega, fue allí donde el primer beso nos inventamos… nos imaginamos entre palmerales aún vírgenes, que allí, de manera sorprendente, crecían… todo aconteció en los ancestrales bosques de una isla que solo surgía, en nuestros sueños, el día en que el Sol se encontraba deprimido.

Me esmeré en recomponer las roturas de las cristaleras que habían apedreado los que a Libertad despreciaban; también busqué en los baúles de madera de cedro las hojas de los calendarios en desuso… no me pude resistir a contemplar, una vez más, la inmortal escena que Hayez nos legara.

Todo sucedió cuando, pensándote, te vi en el reflejo de la roca que contenía el pez fosilizado y me dio por invitarte a degustar de lo mundano… el sí fue la antesala, a un momento grabado a fuego, de aquel mágico Instante que tú me regalaste.

 

Juan Francisco Santana Domínguez es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional y Director del Capítulo Reino de España.