El caimán de Couvier o Yacaré es la especie más pequeña de entre los cocodrilidos; los machos pueden llegar a medir hasta 1,7 metros, (normal mente no sobrepasan los 1.4 m). Las hembras, algo más pequeñas, alcanzan los 1,2 m. Pueden llegar a pesar entre 6 y 7 Kg. y vivir entre 20 y 40 años.

La cabeza es ligeramente cóncava, corta y completamente lisa, sin crestas óseas entre los ojos o en frente de ellos. Los ojos son de color bronce, con la pupila vertical. Los párpados superiores están casi completamente osificados y tiene la superficie lisa. La placa que cubre el oído, más rojiza.

Posee los escudos de las placas de los costados y el vientre fuertemente osificados (osteodermos) que les sirven de eficaz protección frente a las piedras y asperezas del fondo de los arroyos de aguas rápidas donde vive; ramas rotas y obstáculos del bosque por el que deambula con frecuencia, y como defensa contra eventuales depredadores. La cola presenta dos hileras de escamas de punta roma, poco pronunciadas.

Los jóvenes son de color marrón con bandas claras. Los adultos son más oscuros, con la cabeza marrón – chocolate. La mandíbula inferior está cruzada por bandas blancas.

Todo su cuerpo está adaptado a la vida en el medio acuático. Los oídos, los ojos y las fosas nasales están ubicados de tal modo en lo alto de la cabeza, que el animal puede nadar sumergido casi por completo en el agua, ocultando la gran mole de su cuerpo sin dejar de respirar y manteniendo activos todos sus sentidos.

También está adaptado para el buceo. Tanto los oídos como las fosas nasales están provistos de pabellones móviles que se abren y cierran a voluntad y que pueden ocluir por completo esos orificios cuando llega el momento de sumergirse. Los ojos tienen, además de los dos párpados normales, una membrana nictitante, transparente, que facilita la visión debajo del agua. Los amplios pulmones almacenan una cantidad de aire suficiente para oxigenar el cuerpo durante prolongadas permanencias en el fondo de los ríos y los pantanos.

El yacaré, como otros aligatores y cocodrilos, suele señalar su presencia mediante frecuentes y violentas dentelladas en el agua, como un modo de marcar su territorio, que en riachos y esteros puede extenderse tanto como se lo permitan otros miembros de su misma especie.

El hábitat natural de los yacarés son los ríos, los riachos, los pantanos y los esteros de las selvas subtropicales -donde predominan el clima cálido y húmedo, sin grandes oscilaciones térmicas, y las abundantes lluvias- y también las zonas de transición entre la selva subtropical y el bosque templado, con áreas más abiertas y arboledas más dispersas. Son regiones de suelos ricos en materiales orgánicos, a veces fangosos y siempre protegidos de la erosión por una vegetación profusa.

De costumbres poco conocidas, viven en pequeños grupos o en parejas en arroyos y ríos de aguas limpias y corrientes rápidas, cercanos a bosques ribereños e inundados, con abundante vegetación circundante que les provea de sombra. Frente a las aguas frías, son más tolerantes que otros cocodrilos.

Pasan largos periodos del día escondidos en madrigueras, mientras que por la noche pueden cubrir por tierra largas distancias. En ocasiones, ejemplares jóvenes han sido encontrados muy lejos del agua.

En la época de celo, que generalmente ocurre en el verano, los machos suelen luchar para expulsar a los débiles perdedores de su territorio, la hembra suele ser de tamaño menor  que el  macho y en época de celo la pareja puede copular varias veces.

Durante la estación seca, entran en estivación, pudiendo permanecer largos periodos de tiempo aletargados en el fondo de una pequeña oquedad.

Las hembras hacen sus nidos formando montículos con hojas durante la temporada de lluvias. El Yacaré es ovíparo porque  reproduce su especie por medio de los  huevos que las hembras depositan en   el nido que toma la forma de un montículo de material orgánico de hasta un 1,5 m de diámetro y 60 cm de altura, construidos con diversos materiales y ubicados en zonas húmedas.

La Yacaré generalmente puede llegar a depositar  de 10 a 19 huevos que vigila atentamente los 100 días que dura el periodo de incubación, aunque en áreas de caza, más o menos intensa, puede abandonarlo. El calor necesario para los embriones proviene del sol y la descomposición de la materia orgánica del nido.

A pesar del gran número de huevos en cada puesta, son pocos los  yacarés que logran convertirse  en un nuevo ser, los que logran nacer miden algo más de 20 cm. y están expuestos al  acecho constante de otros depredadores y  aves rapaces  como el carancho (Caracara plancus), el gavilán cangrejero negro (Buteogallus anthracinus) y el jabirú, entre otros.

Se calcula que las madres brindan atención a los pequeños caimanes por un tiempo aproximado de seis meses, tiempo después los pequeños deberán afrontar la vida solos.

El Yacaré,  es un hábil  cazador con suma paciencia y de manera inmóvil espera a su presa para sorprenderla en una veloz jugada. Se alimenta de peces, moluscos,  crustáceos, anfíbios y, en casos de hambre extrema, de otros animales como algunos mamíferos -los más torpes- y aves; prefiere vivir  en zonas húmedas de agua dulce.

Las causas fundamentales de la intensa reducción, en número, de la especie han sido la caza, para la industria del cuero; la captura, para el tráfico de mascotas; y, en menor medida, su utilización para alimentación por parte de los pobladores locales, que consumen ocasionalmente también los huevos; así como la reducción de su hábitat.

Existen varios proyectos de cría de yacaré en granjas en Brasil y Argentina; parte de la producción se reintegra al medio ambiente, y la restante se faena para su explotación comercial.

Uno de los criaderos más importantes de la Argentina se encuentra en la provincia de Corrientes, con más de 10.000 ejemplares, entre los cuales se puede observar un ejemplar de «yacaré albino».

La piel de este animal es muy apreciada por el hombre, su textura y color la convirtieron en un hito de la moda  para la elaboración  de variadas prendas de vestir,  productos por los cuales sus clientes están  dispuestos a pagar un buen precio, lo cual ha significado la muerte para una gran número de animales de esta especie, ocasionado una reducción muy importante para la especie. No obstante, su reproducción en granjas, con fines comerciales, es considerable, especialmente en el norte de Argentina, por lo que los yacarés no están en peligro de extinción.

El Yacaré no se comporta agresivo frente a seres humanos, sino más bien tímido, y constituye una de las especies de cocodrilos menos amenazadas, manteniendo estable su número de ejemplares desde hace años.

No obstante quiero señalar el desastre ecológico ocurrido en los últimos años tras el reparto de las aguas del Pilcomayo y las fallas de los canales guaraníes, en Paraguay. Decenas de miles de yacarés, agonizan al noroeste de la capital paraguaya a la espera de las aguas de un río que fue desviado hacia Argentina, en lo que podría ser el mayor desastre ecológico de ese país.

Según Óscar González, joven ganadero que intenta salvar a miles de yacarés de la muerte en Paraguay: “Si dejamos que sigan así, enterrados en el barro, morirán porque el agua se les seca encima y no pueden liberarse. No nos queda más que la opción de matar a los más grandes, vender el cuero y juntar dinero para trasladar a los más jóvenes”.

Esperemos que el joven Óscar tenga éxito y consiga que se recuperen el mayor número de yacarés que ahora están muriendo de hambre al noroeste de la capital paraguaya.

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