Es el polen que las abejas recogen de los campos europeos y llevan a sus colmenas para alimentarse. Y el estudio de Greenpeace demuestra sus altos niveles de contaminación. Concretamente, se demuestra la alta concentración y una amplia gama de fungicidas encontrados en el polen recolectado alrededor de viñedos en Italia y el uso generalizado de insecticidas peligrosos para las abejas en el polen de los campos de Polonia. Por su parte, en Alemania han detectado frecuentemente ‘neonicotinoide tiacloprid’, un insecticida neurotóxico.

En España, sorprendentemente, en una muestra han detectado DDE, según Greenpeace, un producto tóxico, resultante de la degradación del DDT y históricamente prohibido. El país ha participado en el estudio con 17 muestras: tres de pan de abeja y 14 de polen. Además del DDE, se ha encontrado ‘imidacloprid’, en cuatro de las seis muestras; ‘clorpirifos’ (de 18 en total, cinco son de España); la muestra de pan de abeja con más residuos y, entre otras, una sustancia que no está autorizada en la UE (‘propargite’) y otra que solo está autorizada en Italia (‘buprofezin’). Greenpeace alerta también del amplio uso en la agricultura española de productos identificados como peligrosos para las abejas.

“Este estudio revela que las abejas y otros polinizadores cargan con un peso insoportable. Esta es una prueba más de que hay algo equivocado en el modelo agrícola actual, que se basa en el uso intensivo de tóxicos, monocultivos a gran escala y permite el control de la agricultura por unas pocas multinacionales”, ha afirmado Luis Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura de Greenpeace. Destaca también la necesidad de hace un giro hacia la agricultura ecológica.

Reivindicaciones a Europa

El informe de Greenpeace va acordó con otro realizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), en el cual se pedía a la UE y a los gobiernos nacionales que colaboren con una mayor investigación científica en este sentido, teniendo en cuenta la falta de información sobre la salud de las abejas y las consecuencias de los cócteles químicos. Por su parte, Greenpeace reclama a la Comisión Europea y a los políticos de toda Europa:

 

  • Ampliar el alcance de las restricciones impuestas al uso de ciertos plaguicidas peligrosos para las abejas: clotianidina, imidacloprid, tiametoxam y fipronil, para que su uso sea totalmente prohibido.
  • Prohibir totalmente el resto de plaguicidas peligrosos para las abejas y otros polinizadores (incluido el clorpirifos, cipermetrin y deltametrin).
  • Poner en marcha planes ambiciosos de acción a escala europea que permitan evaluar mejor el impacto de los plaguicidas en los polinizadores y reducir su uso.
  • Fomentar la investigación y el desarrollo de alternativas no químicas para el manejo de plagas y promueva la aplicación generalizada de prácticas de agricultura ecológica en el terreno.

Greenpeace critica que la industria agroquímica es la principal responsable de la muerte de abejas en el mundo. En este sentido, ya ha arrancado una campaña de protesta, concretamente contra Bayer en Leverkusen (Alemania), por ser la responsable de una reciente masacre de abejas en Alemania por culpa de un neonicotinoide de Bayer.

Según informa la ONG a través de su campaña #SOSabejas, cerca del 90% de las plantas silvestres y un tercio de los alimentos que consumimos depende de la polinización. Y añade que las abejas pueden envenenarse, y envenenar a sus larvas, al consumir polen y néctar contaminados.

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