Una nueva etapa en que se deba privilegiar la Naturaleza y el medioambiente –y también la salud y calidad de vida, el buen vivir, de las comunidades vecinas a los enclaves industriales–, a las puras metas y números del crecimiento económico moderno.

Lo que hoy es la empresa estatal Codelco-Ventanas, y su fundición de cobre, fue diseñada y construida a fines de la década de los años 50 del siglo pasado, cuando las cuestiones ambientales y otras más no existían políticamente. No solamente en lo económico e industrial, ella representó un símbolo cultural eminente de las mentalidades desarrollistas y de unas visiones de la historia entonces dominantes. En su inauguración se destacaba, como dato altamente significativo, que tenía la chimenea más alta de América Latina.

Fue así parte de la realización de un proyecto de país que reflejaba las fuerzas de un bloque social e histórico, para decirlo a la manera de Gramsci. La decisión de cierre de la fundición por parte de Boric, puede significar una decidida apertura en la dirección del nuevo proyecto de país –en tanto lo es también de mundo y de otra consciencia existencial– que han estado esperando las generaciones del nuevo siglo. La cuestión, sin embargo, no debería sorprender demasiado porque había sido sugerida en un programa de gobierno con la voluntad generacional de cumplimiento.

Relacionado ahora con esta decisión, podemos señalar hacia la conformación posible de otro bloque de fuerzas y movimientos, con otras mentalidades, valores, paradigmas y finalidades históricas –lo que significa mucho más que las alianzas políticas usuales-. Las reacciones sociales inmediatas a esta capacidad de decisión, las que están a la vista y más por venir, completamente comprensibles por lo que se juega en la coyuntura, no deberían limitarnos en la apreciación de la calidad del símbolo que se instala así en la política y agenda nacional. En su entorno y en lo próximo, con seguridad, se van a dar algunos de los debates más trascendentes –y no sólo contingentes– de los meses y años avenir.

Para mí, un momento ideológico y programático fundamental que se comienza decididamente a cumplir, es el de una nueva ecuación de la consciencia ambiental del siglo XXI y de otra concepción del desarrollo.

En cuanto las reacciones de todo orden ante la decisión -comenzando por la de los mismos trabajadores del cobre de la corporación estatal más grande de Chile-, creo que es relevante constatar que el hecho político nuclear ya está cumplido. El anuncio mismo ya está en la opinión pública, en las organizaciones, los liderazgos sociales y con las personas. Las fuerzas sociales de los rechazos inmediatos, que ocupan hoy las primeras planas, van pronto a ceder lugar a argumentos y valoraciones desde las nuevas perspectivas paradigmáticas.

Hay que poner atención a las muchas consecuencias que aparecen. Dos líneas estratégicas parecen abrirse respecto de los procesos de conformación de ese nuevo bloque sociopolítico y cultural. Primero, la necesidad de no confrontar a la gente de Codelco, lo que incluye directamente a los trabajadores y suma sus directivas de gestión institucionales. Creo que no solamente hay que mostrar que no se trata de amenazas a sus intereses y condiciones de vida, a su lugar de privilegio en las estructuras del empleo nacional, sino que es necesario confiar también en sus capacidades para comprender y asumir los nuevos desafíos históricos. Ellos perciben con toda nitidez las transformaciones en tantos órdenes de la existencia que ocurren en torno nuestro día a día.

Cobre y empresa hay para rato, mientras, por ejemplo, los cambios tecnológicos suponen siempre adecuaciones humanas. No es para nada menor valorar las nuevas manifestaciones de lo que se ha llamado históricamente “consciencia de clase” en los trabajadores, estar abierto a ellas y percibir la forma de sus liderazgos.

La segunda línea estratégica se refiere positivamente a la voluntad por aquel bloque histórico sustitutivo de fuerzas y poblaciones. Ante nosotros se abre la convocatoria al ancho mundo chileno, y planetario, de los intereses humanos actuales con la Naturaleza y su protección. Ella pasa de constituir una finalidad meramente ideológica a la de necesidad epocal, respondiendo a cuestiones tan decisivas como lo es el calentamiento planetario.

Las poblaciones de comunidades y ciudades a lo largo de Chile, empezando por las de las sentidas y presentes “zonas de sacrificio”, y que al menos en los últimos 10 años han liderado movimientos ciudadanos de reivindicación de una nueva consciencia de lo que significa el bienestar o el buen vivir, deben resultar convocadas a sumarse para el cumplimiento de estas nuevas políticas públicas.

Lo de Ventanas ha recién empezado; sus repercusiones en las próximas transformaciones de las estructuras productivas y diseños industriales están comenzando. Desde Arica y Tocopilla, y Freirina, hasta Puerto Aysén y Punta Arenas, pasando por Coronel, por la región Metropolitana –por ejemplo, por sus glaciares y su aire–, todas ellas pueden sentirse participes de una decisión que refleja lo que han buscado tanto tiempo.

En fin, la misma dinámica de los acontecimientos en los próximos tiempos, probablemente se incline cada vez más en el sentido que aquí hemos querido subrayar. Por todo el planeta se perciben nuevos horizontes, sus conflictos y sus fórmulas de convivencia.