La tormenta pasó. La tierra recibió la dosis suficiente y la vida que en sus entrañas estaba latente despertó.Fuertes raíces comenzaron a perforar el pobre suelo de arcilla y roca que creyéndose superiores se dieron cuenta luego del poder de la vida.Cuando el rizoma se sintió a gusto un poderoso tallo se encargó de buscar la luz saliendo de su cuna y elevándose hacia el sol.El abrir el terreno y ver la luz es como un festival dominical donde la alegría del nuevo ser se mezcla con la del sembrador que al contemplar los brotes hincha los pulmones de esperanza.Con la sucesión de días y de noches y siempre con la luna como aliento constante hojas pueblan el espacio justo sobre el suelo llenando de verdor cada uno de los surcos.Desde la primera hasta la última semilla en el tiempo preciso, han brotado. La visión del campo pronostica la calidad de la cosecha.Es necesario todavía que más agua venga a bendecir el terreno que con la mano del campesino se libre de toda maleza.Crecimiento y madurez para dar un fruto que alimenta y que genera el sustento de familias con manos ásperas y rostros bronceados con exageración.Sin embargo, no mucho tiempo después de la cosecha la combinación fatal de clima y migración secarán el suelo y aniquilaran a todos los seres que juntos como equipo de luchadores permiten la reproducción de la vida.Suelo árido, improductivo, entraña vacía, senos flácidos, muerte y hambre.El agua contenida en nubes que pasan y que se cargan de materiales que el ambiente no digiere y luego de un viaje sin sentido se descarga sobre ciudades atestadas de gente que con las mismas manos ásperas tiene que escarbar las montañas de basura buscando ingredientes artificiales.Para muchos no hay retorno, para otros sólo el sueño de campos verdes en postales y revistas.Planeta Tierra, Planeta Agua, Planeta Desierto.