El pacto busca reducir a más de la mitad la deforestación en el mundo para 2020 y eliminarla por completo para 2030.
Pero la ministra del Medio Ambiente brasileña, Izabella Teixeira, declaró a la agencia Associated Press que el país no fue consultado al respecto y que la nueva resolución podría entrar en conflicto con las leyes nacionales de Brasil, que permiten una tala administrada.
Los funcionarios esperan que Brasil firme la declaración, que formaría parte de un pacto a ser adoptado el año entrante.
La deforestación de la Amazonia en Brasil aumentó en 2013, luego de cuatro años de disminución consecutiva.
Charles McNeill, asesor de política medioambiental del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), dijo a la agencia AP que “se trató de contactar a representantes del gobierno brasileño, pero no hubo una respuesta…No hubo deseo de excluir a Brasil”, señaló.
McNeill agregó que Brasil es el país más importante en el área de deforestación y que cualquier esfuerzo que lo incluya tiene mucha más fuerza e impacto que uno que no lo haga.
“Un acuerdo de deforestación sin Brasil es como un plan para reducir las emisiones de dióxido de carbono, sin Estados Unidos”, dijo a su vez Paul Wapner, profesor de políticas ambientalistas internacionales en la Universidad Americana en Washington.
Pese a estas declaraciones, tres estados brasileños (Acre, Amapa y Amazonas) firmaron el compromiso y la presidenta Dilma Rousseff, dijo en la Cumbre de la ONU sobre el Clima en Nueva York que su país apoya un nuevo acuerdo sobre el clima que sea universal, ambicioso y de cumplimiento obligatorio, pero que al mismo tiempo tiene la prioridad de reducir desigualdades y elevar el nivel de vida de su pueblo.
Analistas consideran que Brasil todavía podría unirse al pacto de deforestación en otras cumbres, antes de 2015.
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