Del caos al orden, del orden al caos. Siempre ascendiendo en la escala vibracional y energética, ya que como es sabido por todos, en el universo, la energía ni se destruye ni se crea, simplemente se transforma.

Recuerdo que, cuando era niño, las relaciones eran orales y sociales. Todo era salir a la calle y hacer amigos, charlar y crecer conociendo gente. En aquél entonces, hablar por teléfono era algo exclusivo de los adultos y de las cabinas callejeras, que tanto dieron que hablar. El propio Superman parecía tenerlas como armario y siempre encontraba una porque eran parte de las calles de cualquier ciudad del mundo.

Con los primeros teléfonos móviles, la cosa cambió y ya era posible hablar con gente lejana. Luego vinieron los primeros chats y cuando las computadoras se convirtieron en un accesorio más de nuestra vida cotidiana, se rompieron fronteras. Hablar con alguien de “la otra punta del mundo” empezó a ser algo normal. Poco a poco fueron naciendo las llamadas “redes sociales” por todos conocidas y, con el tiempo, surgieron empresas como: “Meetic”, “e-darling” y muchas más, más o menos gratuitas como: Badoo, Tinder y otras para gente más liberal. Facebook pareció coronarse junto a What´s up en las versiones gratuitas.

No es que su uso fuera minoritario antes de la pandemia. El aislamiento convirtió internet en la ventana al mundo, en ese pasillo aséptico donde era posible mantener contacto con nuestros conocidos y conocer gente nueva.  En los días de confinamiento domiciliario, comentaba a veces, que, si esto pasa a primeros de los años ochenta, la cosa hubiera sido muy distinta y el sufrimiento generado mucho mayor. Las farmacéuticas se tendrían que haber dedicado a fabricar antidepresivos y no vacunas, lo tengo claro.

Como era de prever vino la segunda ola y aunque las medidas no han sido de forma general tan duras en algunos lugares, sí que han provocado que se vuelva a interrumpir el cotidiano hecho de relacionarse con gente fuera de tu círculo.

Por eso quiero romper una lanza en favor de esas aplicaciones que de momento están sustituyendo a la mesa del bar, la discoteca, o el parque. La sociedad iba demasiado rápido ante la facilidad que suponía tener todo sin apenas esfuerzo. Se pasó de “conquistar” a “ligar” y las relaciones daban pasos en meses cuando antes necesitaban de años. Ni aún así era garantía de conseguir el famoso “hasta que la muerte nos separe”. La tasa de divorcios y relaciones rotas iba en aumento porque la gente no se daba tiempo a conocerse.

De nuevo nos vemos confinados y coartado el natural deseo de relacionarse y buscar pareja.  Los datos avalan el uso masivo de éstas aplicaciones de citas que, en el lado negativo, se han convertido en un negocio donde se ofrece sexo gratuito y de pago o se busca robar tus datos y dinero, dejando a la gente de bien nadando en un mar de fieras sedientas y mentirosas. Las mujeres se quejan del acoso que sufren, los hombres del acoso de supuestas damas que a las primeras de cambio le ofrecen sexo virtual a cambio de dinero.

Sin embargo, como decía al principio, todo es evolución. Cuando el contacto es real y hay “feeling”, no se puede salir corriendo a quedar, (a no ser que viva en tu misma localidad si el confinamiento es perimetral). Esto está provocando que conocer gente con vistas a futura pareja se ralentice. El confinamiento está dando tiempo para conocerse poco a poco y lo bueno se cuece despacio. Cuando llegue el tiempo de poder salir a ver a esa persona, habrá una base, sólida si hemos trabajado y aprovechado un tiempo que nos han robado a medias. Habrá unos pilares sobre los que cimentar una futura relación y luego tocará cruzar los dedos para que sea mutuo.

La forma de buscar pareja evolucionó y hoy son normales los matrimonios de gente que viven en otros países o regiones y que se conocieron gracias a internet. El universo se manifiesta y crece así, porque nosotros somos parte de un universo que se reinventa así mismo para seguir vivo. No te extrañe que, si buscas pareja por todo el mundo, al final acabes con una persona de tu barrio o del pueblo de al lado. Cupido hace mucho que cambió las flechas por un doble LIKE.

Gabriel Gil es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional