Sin embargo, que periodistas argentinos hayan hecho sangre y burla de la jugadora de fútbol gallego Paula Dapena, por negarse a homenajear al astro argentino, me han obligado a responder a esos… ¿cómo dirían ellos?, ¡ah, ya sé!, boludos.
En un mismo año han fallecido Diego Maradona y Quino, el dibujante de Mafalda, la contestataria niña que pretendía bajarse de un mundo al que no podía cambiar. El uno fue un artista del balón, le dio muy bien a los pies y solo utilizó la cabeza para marcar goles, como los brutos que cantara don Antonio Machado.
Mafalda, es decir, Quino, creó a esa niña irreverente a la que no le gustaba que le diesen lecciones y cuya principal preocupación era la estupidez humana. Mafalda será eterna o por lo menos su espíritu, que se rebelaba ante la injusticia y la hipocresía que la rodeaba.
El destino ha querido que, este terrible 2020, también se cobre al astro argentino. Sin embargo, la cosa es muy distinta, Mafalda consiguió arrastrar a una legión de disconformes y ayudó a muchos a pensar y a reír. Diego arrastró legiones de seguidores que no necesitaban pensar demasiado cuando le veían jugar. No es, ni remotamente, una crítica para los amantes de balón; verán que no digo, deporte, porque el fútbol hace tiempo que dejó de serlo para convertirse en un circo mediático.
La prueba de lo que trato de decirles es que la muerte de premios nobeles, de grandes artistas, de creadores y de pensadores, incluso del inefable Quino, no habían despertado tantas condolencias ni tantas vestiduras rasgadas. Respeto el dolor de todos cuantos admiraban y seguían las “travesuras” de Maradona; pero, al igual que Mafalda, me siento preocupado por ciertas muestras de estupidez.
Estos días he escuchado frases como la de: Ahora nos toca contar a nuestros hijos y nietos quién era Maradona, supongo piadosamente que solo les contarán quién era dentro de la cancha. Pero la frase lapidaria que se lleva la palma es la de: Hemos de aprender a vivir sin Maradona, que es toda una respetable muestra de desconsuelo, pero también de presuntuosa majadería. Y a ello hay que añadir las sandeces de los periodistas argentinos metiéndose y escarneciendo a una joven que solo ha querido manifestar su rechazo a un tipo que no dudó en explotar y abusar, en todos los conceptos, de las mujeres; incluso de las que más le quisieron.
Decía Mafalda: No soy una mujer a tu disposición y si Paula piensa que Maradona no vale su homenaje, debemos respetar su sentimiento al igual que el de los miles y millones que piensan que Dieguito los merecía todos.
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