En 1980 se publicó una novela que al año siguiente ganaría el Premio Pulitzer, se trataba de la genial, divertida y también amarga Conjura de los necios. Su autor John Kennedy Toole no pudo conocer el éxito de su obra, se había suicidado en marzo de 1969 porque nadie había querido publicar su obra.

El título La conjura de los necios, me viene al pelo para comentarles otra conspiración necia, inapropiada en los tiempos que estamos.  Se trata de la memez, estupidez, payasada, necedad, gansada o gilipollez de los estudiantes residentes en el Colegio Mayor Universitario Elías Ahúja, de Madrid. En una acción orquestada y multitudinaria, la mayor parte de los estudiantes allí residentes increparon a las internas del colegio femenino de enfrente.

Al parecer se trata de una deleznable tradición en la que los varoncitos pretenden llamar la atención de sus vecinas de enfrente. Sin embargo, los epítetos son dignos de los tiempos más rancios y arcaicos de la España de charanga y pandereta. El maestro de ceremonias lanzó el mensaje que luego corearon al unísono un centenar de estudiantes: Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la azotea, ¡vamos Ahúja!  Una conjura de necios de colosales dimensiones. Todo un exceso de retórica barriobajera y machista. Porque más que una llamada simpática de atención a las féminas, son producto de alguna generación de estudiantes marcada por los gatillazos y las frustraciones.

Algunas estudiantes de la residencia Santa Mónica justifican el exceso de sus vecinos porque es parte del ritual que se hace antes de que vaya a celebrarse una capea conjunta. Pero el acto no tiene justificación alguna. Lo cierto, y lo dicen estadísticas y entendidos, el respeto por la mujer ha descendido mucho entre los jóvenes actuales. Y esto es inaceptable en una sociedad que pretende, incluso asegura, haber llegado a la igualdad entre los sexos.

Me gustaría destacar un hecho preocupante, este centenar de jóvenes se supone que han recibido educación por parte de sus madres y ahí está la base del actual fracaso social al respecto. La madre de John Kennedy Toole, después del suicidio de su hijo, se prometió a sí misma que conseguiría publicar el libro. Todo un ejemplo de madre coraje. Espero que las madres de ese centenar de necios tengan la energía y la fuerza moral para decirles: Cuando insultas a una mujer me insultas a mí; GILIPOLLAS.