Nada hay peor que no darse cuenta de los errores y de las actitudes propias, salvo echarle la culpa a la víctima. Algo muy típico de los que ejercen poder, dispuestos a matar al mensajero y tapar una canallada con un victimismo premeditado, culpable y pávido. Lo sucedido es digno de Torrente, no únicamente el agarrado de genitales, vergonzoso comportamiento de alguien que tiene representación institucional, sino la excusa del beso: ¿Qué, un piquito?, como diría el detective casposo.
A pesar de la aparente falta de congruencia, personalmente creo que es importante que la historia del talante desaforado y abusón del todavía presidente de la Federación se haya prolongado todos estos días. Una disculpa rápida, un mea culpa, si no sincero sí fulminante, hubieran conseguido que el inmovilismo federativo y la cautela social taparan, con falsas excusas, la misoginia latente en el modo de ser del individuo en cuestión. No nos dejemos engañar, está con la selección femenina por los éxitos y reconocimiento que le puedan dar, no por reivindicar el puesto social de la mujer ni por respetarla en su trabajo y esfuerzo, a las pruebas me remito.
Ha conseguido prolongar el conflicto y en su discurso en la Federación ha hecho la mayor canallada, esconderse tras su víctima; entre los aplausos de muchos de los asistentes y el mutismo de los demás, en un pleno federativo en el que todavía le quedaban aplaudidores, algunas de ellas mujeres y aquella primera fila de pastaadictos de rostros impenetrables de grueso calibre. Un hecho para mi importante porque coloca a cada uno en su lugar con sus declaraciones y sus cualidades. Y da tiempo a que sepamos quién es quién en el mundo del fútbol.
De momento la FIFA se ha cargado a Rubiales y el CSD pedirá al TAD que valore la necesidad de abrirle expediente, lo que representaría la posibilidad de destituirlo. Una carta firmada por ochenta y una futbolistas nos deja sin selección femenina. Mientras, la verdadera víctima, a pesar de su nueva declaración negando las afirmaciones del presidente y su consentimiento con respecto al piquito, tiene que soportar el comunicado de la Federación, consentidora y cómplice de su impresentable presidente, que sigue en sus trece, intentando demostrar que fue la futbolista quién trataba de manosear a Rubiales. La prueba de la falacia del presidente es que, después del beso, siguió siendo un sapo.
Somos primera plana en todos los medios del mundo y no por el triunfo en el mundial. Ahora, díganme ustedes con qué valores pedimos participar en el masculino para el 2030, a menos que se haga un cambio de imagen radical.
Me temo que la historia todavía continuará unas semanas, el sueldo de presidente es muy goloso y la buena vida que se da está muy cara.
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