En la última década, España se ha puesto las pilas a la hora de gestionar residuos. Hoy ya reciclamos las tres cuartas partes de los envases domésticos. Según datos oficiales, cada ciudadano depositó el año pasado una media de 14,8 kilos de vidrio, 12,3 de envases ligeros y 14,7 de envases de papel y cartón.

Incluso el porcentaje mínimo que marca la Unión Europea en su Directiva de Residuos se les ha quedado corto a los españoles. Mientras la norma obliga a reciclar el 22,5% de los envases de plástico, el 50% de los de lata y el 60% de los de papel y cartón y de los de vidrio, en España hemos alcanzado el 61,4%; el 81,7%; el 83,6% y el 70%, respectivamente.

¿Dónde tengo que dejar este CD?, ¿y el envoltorio de la chocolatina?, ¿y la botella de lejía?, ¿y la tapa del yogur?… ¿Y dónde irá a parar este frigorífico? ¿Y el neumático que le he cambiado al coche? Son preguntas que los consumidores cada vez se hacen con más frecuencia. «Durante los últimos años ha habido una creciente concienciación sobre la necesidad decuidar el medio ambiente, de gestionar los residuos y de producir y consumir de forma responsable», afirma Beatriz Villanueva, directora de Comunicación del Instituto para la Producción Sostenible (IPS).

Lo cierto es que hemos interiorizado el hábito de depositar los envases domésticos en los distintos contenedores amarillos (plástico, latas y briks), azules (papel y cartón) y verdes (vidrio). Pero aunque los datos revelen una mejora evidente, la buena noticia solo es relativa. «Aunque en materia de reciclaje de envases domésticos estamos muy por encima de lo marcado por la UE (el 73,7% frente al objetivo mínimo del 55%), esto solo representa alrededor del 8% de los residuos sólidos urbanos», explica Antonio Barrón, director de Comunicación Corporativa deEcoembes.

En España generamos 24 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos cada año y de ellos solo se gestionan unos pocos a través de sistemas de responsabilidad ampliada. Pese a que hemos aumentado el porcentaje de toneladas recicladas a un 27%, todavía depositamos alrededor del 60% en vertederos, según estadísticas de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

juego-reciclaje-2-638Quizá el quid de la cuestión está en el planteamiento. Reciclar es necesario pero, ¿y prevenir? De hecho, la normativa comunitaria está orientada a la disminución del depósito en vertederos, es decir, se ha invertido la jerarquía en la gestión de los residuos y las prioridades ahora son la prevención y la reutilización. Cabe destacar el cambio de tendencia en algo tan abundante como los neumáticos. «El mercado español es el quinto de la UE que más neumáticos fuera de uso (NFU) genera anualmente, con Alemania y Reino Unido a la cabeza. Hace pocos años estábamos a la cola de Europa y más del 50% se eliminaba en vertederos; ahora, el 100% de los NFU generados en España se gestionan correctamente, lo cual nos posiciona en los puestos de cabeza», resalta Isabel López, portavoz de Signus, una entidad cuya misión es garantizar el tratamiento adecuado de los neumáticos usados para que pasen de ser un residuo a un material con valor.

Los productores de neumáticos tienen la obligación de elaborar y remitir a las administraciones correspondientes un plan empresarial de prevención de NFU para minimizar los impactos medioambientales. «El objetivo principal es identificar los mecanismos aplicables para alargar la vida útil de los neumáticos y facilitar su reutilización, reciclado y otras formas de valorización, incorporando medidas de prevención», explican desde Signus. En otras palabras, el nuevo paradigma económico exige, en primer lugar, reducir los residuos, y, en segundo lugar, reciclarlos y reutilizarlos como materia prima para volver a iniciar el ciclo de producción.

La cúspide de la pirámide

«Cuando hablamos de residuos ya es tarde. La solución al problema de los residuos no está al final del proceso, sino al principio», aclara Beatriz Villanueva. Para eso, explica, hay que remontarse al comienzo del ciclo de vida del producto. Solo las 1.258.602 toneladas de envases depositados en los contenedores azul y amarillo representan un ahorro de 465.000 toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera y de la extracción de 833.000 toneladas de materias primas.

Para prevenir todo aquello que luego habría que reciclar, una de las líneas de trabajo que más están desarrollando las empresas es el ecodiseño, que busca hacer más sostenibles los envases y reducir su impacto ambiental. De este modo y con las oportunidades irrenunciables que ofrece la innovación, «las empresas españolas han conseguido reducir el peso de los envases en un 17%, lo que ha permitido ahorrar 444.000 toneladas de materias primas», sostiene Antonio Barrón. Pero, ¿qué podemos hacer los ciudadanos y consumidores para contribuir al reto de una sociedad sin residuos?

«La prevención y la minimización pasan por orientar al consumidor hacia el consumo responsable de productos con ventajas desde el punto de vista del ecodiseño y la eficiencia energética, concienciando tanto de las ventajas ambientales como de los ahorros económicos», apunta Rafael Serrano, director de Relaciones Institucionales de Ecolec, una organización dedicada a la gestión de los residuos de aparatos electrónicos y electrodomésticos.

25lo19afot1.JPG«Los ciudadanos somos los actores principales para minimizar la producción de desechos siguiendo la regla de las tres R: reducir, reutilizar, reciclar», explica Laure Cucuron, directiva de de TerraCycle, una iniciativa que no ve los residuos como basura, sino como recursos, y cuyo objetivo escrear sistemas nacionales de reciclaje para materiales que hasta ahora no son reciclables.

Desde su punto de vista, los ciudadanos tenemos un control directo sobre la producción de desechos en nuestro ámbito personal y podemos acelerar su reducción. «Podríamos comprar menos productos superfluos, conseguir productos frescos a granel y no envueltos en tres capas o adquirir cosas de segunda mano cuando se puede, permite un ahorro económico y la disminución de la producción de desechos», apunta. Para David Muñoz, portavoz de la Confederación de Consumidores y Usuarios(Cecu), «el funcionamiento del mercado hace que muchas veces las demandas de los consumidores marquen la pauta, por eso es fundamental un cambio de mentalidad que nos ayude a entender que es importante generar menos residuos en nuestras casas». Por eso los consumidores —defiende Muñoz— debemos concienciarnos sobre la cantidad de embalajes que utilizamos a diario y trasladarlo a la cesta de la compra. «Las empresas, por su parte, también tienen que darse cuenta de que para el usuario no es tan importante que un producto incluya tres embalajes», añade.

¿Residuo o recurso?

En una sociedad cada vez más tecnológica, el consumo de aparatos eléctricos y electrodomésticos (AEE) «ha crecido exponencialmente, hasta el punto de que algunos se han convertido en indispensables y, consecuentemente, la generación de residuos que lleva aparejado su uso continuará al alza», apunta Rafael Serrano.

La nueva Directiva de Residuos de AEE tiene como objetivo contribuir a la producción y el consumo sostenibles mediante la prevención de la generación de aparatos eléctricos y electrodomésticos y el fomento de técnicas de tratamiento como la preparación para la reutilización (PPR), una forma de tratamiento muy implantada en Europa, donde el mercado de segunda mano es una opción de compra instaurada y aceptada socialmente que genera empleo. Países como Inglaterra o Francia, por ejemplo, destinan a PRR más del 20% de los residuos de equipos de informática, telecomunicaciones y grandes aparatos electrodomésticos, según datos de Eurostat.

En España, la cifra de este tipo de residuos ronda el 6% del total de lo que se recoge. «El lado positivo es que España ha sido el primer país europeo en fijar objetivos para la PPR. La experiencia en otras regiones nos demuestra que estos objetivos son alcanzables», apunta el directivo de Ecolec. De hecho, solo en los tres primeros trimestres del año esta organización gestionó casi 58 millones de kilos de residuos electrónicos, lo que supone un 27,18% más que el mismo periodo de 2014. Además, se estima que la cantidad de puestos de trabajo que podría generar la preparación para la reutilización en nuestro país alcanza los 4.700 empleos directos, según datos del Ministerio de Industria.

Valorización energética

¿Y qué pasa con aquellos residuos que no son reciclables? Pues que, a pesar de ello, estos desechos suponen una fuente de energía. La valorización energética es, por tanto, la penúltima prioridad en la pirámide de la jerarquía de gestión de residuos.

Si miramos a la UE, los países que más residuos reciclan (Alemania, Austria o Bélgica) son también los que registran unas mayores tasas de valorización energética, entre el 35 y el 54%, mientras en España no superan el 10%.

«La incineración, aunque tiene unos límites de emisión muy exigentes, es la principal vía de valorización energética de residuos en Europa y juega un papel importante en los modelos de gestión de residuos más avanzados», apunta Carlos López Jimeno, director de la Dirección General de Industria, Energía y Minas de la Comunidad de Madrid. Efectivamente, Alemania cuenta con una tasa del 62%, Austria del 63% y Bélgica del 58%.

«La valorización energética permite reutilizar una parte de la energía necesaria para la producción del producto, la energía calórica, y a veces puede alimentar centrales eléctricas», opina la directiva de Terracycle.Los neumáticos, por ejemplo, gozan de un alto poder calorífico(7.500 kcal/kg), superior al del carbón, lo que los convierte en un buen combustible para instalaciones industriales de grandes consumos energéticos como la industria cementera.

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