En narrativa, el tono consiste en la actitud emocional que el narrador mantiene hacia los personajes y el tema. Esta actitud debe ser coherente con el punto de vista del narrador. Los narradores omnisciente o cuasi-omnisciente pueden conseguir una unidad tonal, igual que la del protagonista o testigo.

Los tipos de tonos se pueden clasificar en el apelativo, el indeciso, el formal, el confidencial, el frío y el irónico. Rara vez los encontramos en estado puro, su fusión enriquece los textos literarios. Un ejemplo de tono formal son “Las Instrucciones para llorar” de Historia de Cronopios y de famas, de Julio Cortázar, y del mismo libro, un ejemplo de tono indeciso es también el texto “Aplastamiento de las gotas”.

En una narración no suele haber un único tono y, precisamente, esa mezcla de tonos es la que  aporta una mayor riqueza. El narrador  varía cada vez que su mirada gira de una situación a otra, de un personaje a otro, o de una emoción a otra emoción; procurando no ser contradictorio.

Encarnación Sánchez Arenas