Colaborador en medios como La Hora de Asturias, La Estrella Digital, o Literarias. Desde 1997, colabora habitualmente con La Nueva España en su Suplemento Cultural y columnas de opinión. Ha expuesto su temprana vocación poética en numerosos recitales y en la publicación de sus versos en diferentes revistas literarias.
Entre sus poemarios publicados caben destacar “Versos como sangre hirviendo” (2005), “El castigo de los ángeles” (2014) y “La muerte de la tristeza” (2019) que cierra un ciclo poético y vital con vigor y contundencia.
Además, el poeta asturiano figura en más de una veintena de libros colectivos, tanto en verso como en prosa, como las antologías I y II del Premio Internacional de Poesía Amorosa; Sucedió en Oviedo; Oviedo, libro abierto; PoemAEs; Habitación 2019…
¿Cuándo te surgió el deseo de escribir poesía? ¿A qué edad?
En el bachillerato sentí la fuerza de la poesía, al estudiar a poetas que todavíame acompañan como pasos certeros. A los diecisiete años marché a estudiar periodismo a Madrid. Sentí una especie de vértigo y soledad. La poesía empezó a ser una bandera de no renunciar a nada, la proclama de estar vivo.
¿Quién o quiénes fueron tus maestros a la hora de animarte a escribir poesía?
La generación del 27 y la promoción del 50 fueron ejemplos de entereza ante el planeta y envergadura lírica. Fueron descubriéndome un mundo, el tesoro de mi mundo.
Nombres que son la fermentación de la verdad: Lorca, Salinas, Cernuda, Claudio Rodríguez, Caballero Bonald, Ángel González, Gil de Biedma…
¿Cómo podrías definir tu poesía?
Una vitalidad que va hacia la pureza del universo, un codo a codo ante la indefensión.
Una necesidad apremiante de no claudicar ante el destino, pese a todo, hay una llama que quiere sentir la belleza del destino.
Pienso que de alguna manera acabas hablando del amor o de la vida sensual e incluso erótica en tus poemas ¿No es así?
Hay siempre una atracción poderosa o un magnetismo que nos hace escribir. La poesía ha de preservar esencias, de cuidar lo que justifica la vida. El amor y el erotismo son fuerzas telúricas imparables, así que resulta inevitable.
¿Qué nos puedes decir de tu última obra poética “La muerte de la tristeza” publicada en la editorial asturiana Más madera?
Es un poemario con alegatos de energía desbordantes frente a las dobleces de la tristeza, el fluir libremente sin que la melancolía nos estanque. Es, también, una despedida a la juventud sin convencionalismos, pero con hermosura herida. El mejor pasaporte para seguir viviendo.
¿Cuánto tiempo dedicas a escribir y dar por terminado un poema? ¿Escribes un poema rápido y de una sola vez o más bien retocas tus poemas varias veces?
Los poemas salen, a veces, fulgurantes e instantáneos. Otras veces rondan la mente como un centinela que custodia su espacio hasta que rompan aguas. A la hora de crear siempre hay una fuerza o matriz fuerte que impulsa todo.
¿Qué rincón, local cultural o biblioteca de Oviedo o Asturias es tu lugar favorito para recitar tus poemas o presentarlos ante el público?
Me he sentido muy feliz leyendo poemas en Pola de Allande, con todo el arrope de los buenos recuerdos y la gente propicia para hacer habitable la felicidad.
¿En qué corriente poética te podríamos encasillar? ¿Cuál o cuáles te parecen interesantes?
La poesía es buena o no, independientemente de corrientes y épocas. Me pierdo en ciertas batallas estéticas. Pienso en ser coherente con una forma de concebir la escritura y la poesía un tanto mía, el resto bagatelas.
Sé que periódicamente te desplazas a Madrid (incluso en una ocasión te encontraste en el andén de la estación de Chamartín con tu amigo el poeta Juan Carlos Mestre) ¿A qué te dedicas en la capital de España?.
Viví en Madrid durante algunos años y fue un escenario candente de juventud y vida. Cuando regreso visito amigos y librerías, aprovecho su agitada vida cultural y su agitada luna. Veo pasar el tiempo como un coche se escapa por la Gran Vía.
¿Para cuándo tu próximo poemario? ¿Estás preparando ya alguno en estos momentos?.
Hay muchos poemas nuevos que se distancian de lo anterior, ya no me interesa de un modo tan estricto estar sujeto a un yo biográfico. Crear es, en buena medida, una reinvención contigo mismo y el universo.
¿Cómo ves la poesía asturiana y española en estos momentos? ¿Qué opinas sobre la gran abundancia de poetas en nuestra tierra? ¿Lo consideras positivo o más bien negativo por la posible falta de calidad en sus obras?
No me siento juez para valorar, ni enjuiciar. Hay ciertos aspectos de la vida literaria que me son banales e indiferentes. Prefiero quedarme, a veces, solo con la palabra.
¿Cuál es tu color preferido?
El rojo, sin pasión no somos nada.
¿Y tu canción?
El poema de Jaime Gil de Biedma “No volveré a ser joven” musicado por Gabriel Sopeña y cantado por Loquillo. Siempre me hace chirriar el alma.
¿Hasta cuándo escribiendo obras poéticas?
Hasta que la buena tinta albergue nuestros favores y el papel no sea una
obligatoriedad.
¿Podrías regalarnos algunos de tus últimos versos?
Valga este último poema que escribí hace nada regresando a casa en coche.
PENSAMIENTO DE TRÁFICO (ATASCO EN LA RONDA SUR)
Vivíamos de espaldas a toda realidad.
Nuestra luna era la que fulgía
sobre los capos de los coches,
hasta que el tiempo rompió aquella botella
con más furia
de la que albergaban nuestros brazos.
Hoy escucho la canción
del brillo del girar de los parabrisas,
cuando la lluvia escucha todo recuerdo.
Muchas gracias Lauren por aceptar esta entrevista para la revista digital madrileña de sostenibilidad y cultura Otro Mundo es Posible de ámbito Iberoamericano y hasta que nos veamos para tomar un café y hablar un poco de todo lo divino y humano.
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