A pesar de tener los medios de transporte y técnicos necesarios para que lleguen todo tipo de productos y mercancías a cualquier parte del mundo sin que se deterioren y con rapidez, seguimos sin solucionar problemas vitales como puede ser el erradicar el hambre en el mundo. Hoy en día, más de 15 millones de personas mueren, cada año, por falta de alimentos en los países subdesarrollados mientras que, por el contrario, toneladas de leche, mantequilla o pan se pudren en almacenes o se tiran porque no tienen venta para todos ellos. ¿Por qué no se envían hacia los países pobres que los necesitan imperiosamente?. Sencillamente porque el precio del transporte es caro y nadie lo quiere pagar (ni la administración y los particulares), tan solo una mínima parte llega a los países pobres a través de ONGs (como Cáritas, Manos Unidas, Intermón o Cruz Roja) pero se podrían enviar bastantes más alimentos si hubiese una clara voluntad política para ello.

La globalización no es capaz de acabar con la corrupción existente en el mundo. Por el contrario hace que se extienda por gran número de países a nivel mundial facilitando la llegada de ingentes cantidades de dinero a paraísos fiscales situados a miles de kilómetros de distancia de sus países de origen. Al disponer de rápida y eficaz información el capital se mueve a sus anchas llegando a esos paraísos fiscales en cuestión de minutos por las denominadas autopistas informáticas. Al disponer de rápida y eficaz información económica (información privilegiada), los grupos de presión (lobbys) agilizan y obligan a los gobiernos a realizar lo que ellos quieren que hagan para mejorar sus condiciones empresariales privadas en contra de las colectivas, es decir, del bien común. Para ello, buscan a personas que estén en altos cargos dentro de la administración del Estado que, mediante incentivos de todo tipo, trabajen para sus compañías multinacionales sin tener en cuenta los perjuicios que ello pueda suponer para su propio país.

Pienso que el mundo globalizado, como el que tenemos en nuestro siglo XXI, deja bastante que desear. Los países desarrollados (especialmente las clases dominantes de cada país) son cada vez más ricas mientras que, por el contrario, los países pobres (si exceptuamos las oligarquías) son cada vez más pobres.

Y, mientras tanto, nuestro “perfecto” mundo global hace que el terrorismo pueda trasladarse de un lugar a otro de la Tierra en cuestión de horas para realizar un acto terrorista y desaparecer de todo un continente (bien sea el europeo o el americano, principalmente) para volver a su lugar de origen, dejando tras de sí, cientos de muertos inocentes simplemente por el capricho de unos fanáticos adoctrinados.

Mientras la globalización no busque los cauces adecuados para que las relaciones comerciales, entre los países sean más justas y equilibradas y se perdone, de una vez, las deudas que los países pobres no pueden devolver, seguiremos hablando de la pobreza y el hambre en el mundo por muchos años más e incuso décadas.