“Acabo de regresar de una visita a Palestina y nunca imaginé que podría ser una experiencia tan dura”, afirma el periodista francés Anthony Bellanger, quien desde hace ocho años se desempeña como secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), con sede en Bruselas, Bélgica, y que cuenta con 600 mil afiliados de 140 países. Visitó Ramala, en Cisjordania, la última semana de noviembre y anticipó la voluntad de organizar una próxima misión a Gaza tan pronto como las condiciones lo permitan. Resultado de su entrevista, esta mirada testimonial sobre un conflicto en el cual el derecho a informar es ya una víctima más y el periodismo, allí, significa una profesión de altísimo riesgo.

Sergio Ferrari: Entre el 21 y el 24 de noviembre usted estuvo en Ramala, en la Palestina cisjordana. ¿Cuáles son sus impresiones?

Anthony Bellanger (AB): Aunque desde hace años he visitado a menudo esa región, esta última misión que organizamos la Federación Internacional de Periodistas con nuestro afiliado, el Sindicato de Periodistas Palestinos, representa una vivencia muy fuerte.
El objetivo de la misma fue expresarles solidaridad activa a nuestras-os colegas en representación de toda la membresía de la FIP. Hablé con familiares de periodistas asesinados; encontré un colega amputado; escuché testimonios desgarradores; recibí información sobre la destrucción de oficinas de medios de prensa nacionales e internacionales; encontré 
periodistas heridos y otros que habían estado detenidos en cárceles israelíes. Ejemplos todos de una situación deplorable en el ejercicio del periodismo.

Asimismo, visitamos a medios de comunicación en Ramala, entre ellos la Palestine Broadcasting Corporation (PBC), Al Jazeera, Al Arabia TV, Nisaa FM, Ajyal Radio Network y la redacción del diario Al-Ayyam. Todos estos intercambios mostraron lo atroz que es la vida cotidiana de los periodistas palestinos, tanto en Cisjordania como en Gaza. Cuando no son acosados, amenazados o heridos por el ejército israelí, se les impide cubrir los acontecimientos porque les cortan la señal de Internet. 

Durante el viaje le propuse a la oficina de prensa del Gobierno de Israel una reunión con ellos, pero nadie respondió. Ya antes había tratado de comunicarme con las autoridades israelíes, sin lograrlo. Debo recordar que en octubre pasado la FIP publicó un comunicado con la firma de 70 de sus miembros a través del cual pedíamos que el Gobierno cumpla plenamente con el derecho internacional humanitario y la legislación internacional sobre derechos humanos. Y solicitábamos que el mismo actúe para impedir la comisión de cualquier delito contemplado en el derecho internacional, incluidos los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad y el genocidio, así como la incitación a cometerlos.

Desde el 7 de octubre, fecha del mortífero ataque de Hamás, seguido por la sangrienta respuesta del ejército israelí en la Franja de Gaza, nunca antes en la historia reciente la profesión había vivido una masacre semejante en un periodo tan reducido. Hasta el 5 de diciembre se contabilizan más de 60 periodistas asesinados, en su mayoría palestinos, aunque también israelíes y libaneses. Es una verdadera pesadilla.  Me queda un sentimiento muy amargo: yo estuve tres días, pero esos hombres y mujeres periodistas continúan viviendo y trabajando en esa realidad brutal cotidiana de guerra y muerte.

P: ¿Este sentimiento significa también una relativa impotencia?

AB: Sobre todo, no puedo dejar de sentir una emoción muy fuerte. Las y los trabajadores de prensa que siguen laborando en Palestina, en particular en Gaza, hacen sus reuniones de redacción por la mañana, pero no saben qué va a pasar en tan solo unos minutos después o en apenas un par de horas. No pueden asegurar si van a seguir con vida o si van a engrosar la ya enorme lista de los que perecieron a partir del 7 de octubre. Muchos de ellos fueron víctimas de los bombardeos masivos. Otros, fueron objetivos de ataques militares selectivos por parte de las fuerzas armadas israelíes. Me conmueve pensar que la suerte que corrieron fue resultado de su decisión de informar, es decir, de ejercer uno de los derechos humanos esenciales. También los que siguen trabajando en la Franja continúan enfrentando enormes riesgos para asegurar una información que hoy por hoy está amenazada, pero que sigue siendo esencial. Mantienen siempre esa voluntad de cumplir con la profesión. Y me interpela, además, y lo reitero mil veces, que esas y esos colegas son también civiles, no militares; son profesionales y seres humanos como nosotros.

P: El 1 de diciembre, luego de una semana de un alto al fuego que trajo un alivio parcial para la población palestina, Israel retomó sus bombardeos contra Gaza, con el corolario de centenas de nuevas víctimas. ¿Su evaluación?

AB: Constato que sigue siendo una situación inimaginable, que no tiene comparación con otros conflictos, especialmente debido al impacto directo sobre la población civil y, en particular, las niñas y los niños, ya que nadie puede entrar o salir de Gaza. Es una prisión a cielo abierto que se ha ido convirtiendo en una gran fosa común. En cuanto a la prensa, desde inicios de octubre contabilizamos como promedio una muerte por día. Nos acercamos a la cifra de periodistas asesinadas-os durante toda la Guerra de Vietnam. Otras confrontaciones brutales en Medio Oriente no se han acercado a la intensidad de la actual en cuanto a su impacto sobre la prensa.

A pesar de todo, seguimos convencidos de continuar bregando a favor de la paz y de apoyar a nuestros miembros, reforzando esfuerzos con las organizaciones internacionales. Durante mi visita, junto con una delegación del sindicato palestino, nos encontramos en Ramala con la directora de la oficina de la UNESCO, organismo de las Naciones Unidas responsable de la protección y la seguridad de los periodistas. Aseguraron la próxima entrega de botiquines para primeros auxilios, baterías para teléfonos móviles, chalecos antibalas y cascos. Se evalúa la instalación en el futuro de una “casa segura” en Jan Yunis, en el sur de Gaza, para que los periodistas puedan trabajar en un entorno protegido.

P: En más de una ocasión, en los últimos días, la FIP les recordó a todas las partes de este conflicto la importancia de que la prensa y los periodistas respeten los principios y valores éticos de la profesión.

AB: Así es. Es un desafío vigente para todos los trabajadores de prensa, especialmente en una situación tan compleja como la de Palestina. La FIP cuenta con una Carta Mundial de Ética para Periodistas. Si logramos que todos y todas la cumplan, evitaremos lo que ahora está pasando en muchos casos: que la información se deforme y se caiga en pura propaganda. Sabemos que una de las hipótesis de toda guerra consiste en controlar la información a favor de su propio campo. Por eso, como FIP, insistimos en la responsabilidad de todas y todos para permitir y asegurar una información veraz, desde el terreno.

P: A pesar de esta dramática situación en Palestina, una parte significativa de gobiernos no alzan suficientemente su voz para frenar este desastre humano y humanitario. ¿Cuál fue su percepción sobre el sentimiento de los propios palestinos sobre la dinámica internacional?

AB: En Palestina no comprenden lo que pasa a nivel internacional, en particular con la posición de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, a los que llaman “el oeste”. Los palestinos tienen la impresión de estar abandonados a su suerte. El Gobierno de Israel y sus aliados de extrema derecha están borrando un pueblo y arrasando un territorio, y violando el derecho internacional humanitario, y nadie logra frenarlos. Los palestinos sienten que buena parte de la comunidad internacional le teme a Israel, lo que facilita que el gobierno de ese país haga lo que quiere.

Una señal positiva, aunque esperamos se exprese en efectos concretos: Karim Khan, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), se reunió el 2 de diciembre en Ramala con Nasser Abu Baker, presidente del Sindicato de Periodistas Palestinos. Abu Baker, quien también es vicepresidente de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), le informó a Khan sobre la situación de las y los periodistas y trabajadoras-es de los medios de comunicación en Gaza y Cisjordania, y le recordó las dos denuncias ante la CPI presentadas por la FIP y su sindicato en abril y en septiembre de 2022. El compromiso de Karim Khan con los casos de Palestina es vital. Durante meses pareció que la CPI tenía tiempo para otros conflictos, pero no para éste. Espero que esta reunión acelere el proceso de investigación de las denuncias anteriores a la crisis actual, así como de los terribles acontecimientos que han tenido lugar en Gaza desde inicios de octubre.

P: ¿Una reflexión final?

AB: Repetir una vez más que el deber de la Federación Internacional de Periodistas es estar al lado de sus miembros; en este caso, las y los periodistas palestinos, ya sea en Cisjordania o en Gaza. Pedimos un alto al fuego definitivo. Esta masacre debe cesar inmediatamente y le reiteramos al gobierno israelí que debe respetar el derecho internacional y proteger a los civiles, incluidos los y las periodistas. La solidaridad reside en el centro de nuestras acciones y seguiremos trabajando con las Naciones Unidas y sus afiliados para garantizarle un futuro digno a la prensa y al derecho a informar.