Un tesoro inestimable

África posee importantes recursos mineros que representan un tercio de las reservas mundiales. Cabe señalar, por ejemplo, que el 89% de las reservas de platino se encuentran en África, el 81% del cromo, el 61% del manganeso, el 60% del cobalto. Una posición, en consecuencia, dominante que según los especialistas tiende a reforzarse.

Sin embargo, el peso de algunas producciones tradicionales africanas tiende a bajar; por ejemplo el oro (21%), los diamantes (46%, tras un periodo de claro aumento). A pesar de cierta disminución relativa, África sigue produciendo lo esencial de los recursos mineros mundiales. La subida del pecio de algunos de ellos ha aumentado la rentabilidad del sector y ha aumentado la demanda, lo que ha llevado a muchas compañías a intensificar sus prospecciones en África.

Madagascar se ha convertido en el primer productor africano de níquel y tras el descubrimiento reciente de titanio y cobalto va a reforzar su posición exportadora. Guinea-Conakry, que alberga los dos tercios de las reservas mundiales de bauxita está también entre los países mineros mejor clasificados. El uranio africano representa el 20% de la producción mundial y hay tres países africanos bien colocados: Níger (mina de Imouraren), República Centroafricana (Bakouma) y Namibia (Trekkopie).

Principales actores

África atrae a numerosos inversores. Los intereses políticos y privados se entrecruzan en una nebulosa de difícil comprensión. No obstante se puede hacer un perfil bastante preciso de las principales empresas que explotan el subsuelo africano. Una gran parte de las riquezas minerales africana se encuentra al sur del ecuador, con algunas bolsas en el Oeste y en el Sahel. África Central y del Sur han sido mimadas por la naturaleza y disponen de reservas de primer orden con las que los gigantes de la industria minera hacen suculentos negocios.

El oro es especialmente codiciado (65 mil millones de dólares anuales) y es explotado principalmente en Suráfrica por tres grandes multinacionales extractoras: Anglo-Gold (Suráfrica), Barrick Gold (Canadá) y Newmont Mining (USA).Vienen luego los diamantes, explotados principalmente en Botsuana, República Democrática del Congo, Angola y Suráfrica, por las empresas surafricanas De Beers y Kimberkley Rhodes, así como por algunas compañías canadienses y rusas. El uranio, cuyas reservas principales se sitúan en Níger y Namibia, es explotado por la francesa Areva, que tiene casi el monopolio. La rusa Rusal es la “encargada” de la bauxita de Guinea como principal productor seguido de Mali.

Hay que destacar que las empresas canadienses han jugado un papel importante en la eclosión de la extracción minera en África. Canadá es un gran productor minero y ha visto cómo sus empresas se han trasladado fuera del país a causa de un fuerte descenso de sus propias reservas.

Hasta comienzos de los años 2000 nos encontramos con sociedades como Tenke Mining Corporation, Melkior Resources Inc., Barrick Gold Corporation, First Quantum Minerals Ltd., IAMGold Corp, Tiomin Ressources Inc., Ashanti Goldfields Company Ltd. o Banro Corp., que detentaban todas las acciones en numerosas inversiones en unos cuarenta países. Estos grandes han visto que les han seguido varios “Juniors” y empresarios locales. Las inversiones extranjeras, concretamente de los países emergentes, en el sector minero han aumentado enormemente. Cabe citar sobre todo a China. El continente africano, con sus minas, tiene muchos novios.

¿A quién benefician las minas de África?

El continente africano es percibido por las nuevas potencias emergentes como una fuente privilegiada de materias primas que necesitan para sus industrias. Es una oportunidad para África. Pero, desdichadamente, las esperanzas que los países africanos han albergado en la explotación de sus recursos naturales como instrumentos de crecimiento y desarrollo económico no se han concretado en realidades. El marco jurado y financiero en el que han sido negociados los contratos de prospección, explotación y comercialización de los minerales y/o metales ha servido en la mayoría de los casos en primer lugar a los intereses de las compañías e inversores extranjeros; los beneficios generados han sido transferidos al país de origen de las empresas. Para atraer inversiones, se han ofrecido ventajas, como exoneraciones fiscales, que permiten repatriar a las compañías el 100% de los capitales. Ha sucedido en Ghana. En Burkina Faso, recientemente, los canadienses han invertido 450 millones de dólares en la explotación de una mina de oro. Este yacimiento, según las autoridades burkinesas, debería aportar al tesoro público a lo largo del próximo decenio 500 millones de dólares, además de la creación de empleos directos e indirectos, construcción de escuelas, viviendas para la reinstalación de los desplazados. Pero, he aquí que esta mina es oficialmente propiedad de la sociedad canadiense Iamgold Corporation que posee el 90% de las acciones frente al 10 que tiene el Estado burkinés. Una vez más una compañía extranjera, mayoritaria accionarialmente, priva al país de su derecho de ser propietario de sus recursos naturales.

No obstante, parece que en el continente africano se ha tomado conciencia del problema. Algunos Estados han empezado a imponer sus reglas a las compañías mineras, a negociar mejor los contratos o a renegociarlos, a buscar nuevos mejores socios. Tanzania, por ejemplo, ha creado una comisión encargada de estudiar cómo firmar contrato que sean provechosos para el país. Así, siguiendo las recomendaciones de esta comisión, las compañías AngloGold (Suráfrica) Barrica (Canadá) y Resolute Mining Limited (Australia) han aceptado pagar directamente a las autoridades locales de las zonas en que están situadas las minas un canon anual de 200.000 dólares, además de los 125.000 dólares para proyectos de desarrollo. Ya era hora de que el gobierno reaccionara, cuando se sabe que el total de los impuestos pagados por las compañías mineras representaba menos que la mitad de lo que pagaba por ese concepto la cervecería local Tanzania Breweries, y sin embargo el sector minero significa casi la mitad de las exportaciones tanzanas.

Liberia ha revisado completamente todos los contratos mineros en vigor. Cabe citar la revisión del contrato con el grupo indio Arcelor Mittal, del que se han revisado las cláusulas que liberaban a la compañía de obligaciones medioambientales y de respeto de los derechos humanos o eliminaban algunas obligaciones fiscales.

Pero es evidente que los mejores contratos no bastan para garantizar que sean los ciudadanos africanos los que saquen provecho realmente de sus riquezas naturales. La corrupción, la falta de transparencia y la ausencia de legislación clara con relación a la distribución de los ingresos mineros, pueden frenar también que la riqueza minera sirva para el desarrollo.

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