Es fuera de lo común  que  sus puntos de encuentro, sus intereses compartidos, los  motivos esenciales que sustentan su indestructible amistad surgen y convergen al mismo tiempo en las enfermedades físicas.

Las de Fulano son variadas, con dolor y padecimientos, sin calma, sin esperanzas de curación, con intensidades variables, pero alcanzando el máximo grado al borde del paroxismo; sin perdón .

Las de Sutano se manifiestan con síntomas difusos; no hay manchas, no hay zonas de dolor, no hay infecciones, pero sí tienen un denominador común, son iguales a las de Fulano; aunque eso sí, son imaginarias .

El caso es que, a cada receta dada por los Facultativos para el cumplimiento de Fulano, sea lo que sea, Sutano inexorablemente las asume; chupa unas pastillas, come otras con apetito voraz, se coloca inyectables, se somete a la acción de los rayos, se hace curas hidráulicas, de masajes, de aire, de sol, de barros, de pomadas, de lo que venga;  expresa un sentimiento de tristeza, de irritación, causado porque Fulano posee algo que Él no tiene. Sufre por el deseo de conseguir algo que el otro sí tiene .

Si fuera posible realizar cirugía mayor al compás de las operaciones de Fulano, también se ofrecería gustosamente.

Fulano comprende su debilidad propia, racionaliza y al mismo tiempo transporta su condición a otros estratos sublimes, hasta con una sonrisa de vez en cuando .

Sutano vive inmerso en su tristeza, en la fatiga  crónica, y en su preocupación constante por su salud; en este aspecto sí su enfermedad es real; no hay risas, solamente hay miedos y fantasmas biológicos que se mueven en su futuro mediato e inmediato; en su sin vivir, es el reflejo de las enfermedades de Fulano, al sólo efecto de encontrar motivos a su existencia; va en ello su historia y su corona;  no quiere que Fulano se cure mientras Él se lame las heridas .

Fulano avanza lentamente en el desarrollo de su rosario penitencial;  cada dolencia es una cuenta más del misterio doloroso, o del gozoso cuando surge alguna mejoría .

Eventual cura que siente Sutano con la negrísima esperanza de que nada cambie, en un movimiento continuado de acción negativa que para nada sirve; el Gólgota interminable de su imaginación transcurre pero no termina en la cruz;  es un camino sin retorno, siempre con la cruz a cuestas, con pequeños intervalos de descanso en el vía crucis ajeno.

Por fin, un día se encontraron, el desastre de todos los sistemas y órganos habían acabado con Fulano, quedando en pie su postura inmaterial y positiva, y el cuerpo también sin vida de Sutano que, por envidia, había ingerido todas las pastillas y jarabes de Fulano sin decir palabra alguna .