Consecuencias inmediatas:
Unas 11.500 personas muertas y 16.500 desaparecidas como consecuencia del terremoto y tsunami.  Más de 180.000 residentes evacuados, que se han tenido que trasladar a una zona de seguridad situada a unos 20 Km. de las centrales nucleares. La radiación alcanza los 882 micro sieverts por hora (el máximo permitido es de 500 micro sieverts). Las consecuencias económicas apuntan a unas pérdidas de 72.000 millones de euros. El nivel del radiactivo yodo 131 en una napa a 15 metros de profundidad bajo la central nuclear es 10.000 veces superior al límite se seguridad y las muestras recogidas de agua de mar a 300 metros al sur de la central, revelan que el nivel de yodo radiactivo es de 4,4 veces superior  a lo legal. A finales del mismo mes, la radiación llegó hasta California, dónde se detectó sulfato radiactivo tres veces superior a la media.
Pasados varios meses, Japón recuerda la peor desgracia de su historia. Un atroz terremoto y posterior tsunami que acarreó luego una catástrofe nuclear que sigue teniendo consecuencias.  Una situación que desespera a miles de damnificados que continúan viviendo en albergues en espera de que la pesadilla termine.
El devastador tsunami borró del mapa los pueblos de Miyagi, Iwate y Fukushima.
El terremoto y sus más de mil réplicas habían dañado la estructura de las centrales nucleares que comenzaban a emitir radiactividad. Esta radiación había contaminado alimentos, leche y agua potable.
En la actualidad, este desastre nuclear, ha superado  el accidente de Chernovil, en 1986, que prácticamente arrancó la vida natural en esa zona ucraniana y ha causado un impacto económico catastrófico.
La economía japonesa ha retrocedido un 3,7% y no se avizora una recuperación importante, al menos en lo que queda del año.
La potencia asiática ha visto caer sus exportaciones significativamente y su producción industrial se ha visto frenada.
El enojo se hace presa de los ciudadanos que tuvieron que abandonar sus hogares por temor a la fuerte radiación de la zona y la lentitud en la limpieza de los 25 millones de toneladas de deshechos.

 
Preocupación actual:
Pronto tendremos que hacer frente  a una contaminación silenciosa e invisible, que ya está surcando nuestro planeta: la provocada por los vertidos al mar de la central de Fukushima. Según algunos informes se prevé que antes de finalizar el año que viene una gran parte la cadena alimentaria marina mundial esté contaminada.
En España el Estado es el encargado de velar por la salud pública, de tal manera que debería tomar siempre las medidas necesarias para mitigar los problemas derivados de las actividades humanas, alimentarias, industriales y medioambientales.
Qué primará ¿la salud pública o los intereses económicos?