La infancia: Iniciamos mencionando que al menos en México el 95.5 % de los hogares tiene por lo menos 1 televisión en casa, así podemos darnos una idea del impacto que tiene la programación televisiva sea abierta o privada en la infancia. Ahora bien, si nos adentramos en la programación dedicada a los niños nos encontraremos con una cantidad enorme de programas, series, telenovelas y caricaturas llenas de violencia y pocos contenidos educativos. Para muestra basta un botón.
Muchos estudios se han realizado con respecto a la reproducción de la violencia en la televisión y el impacto que genera en la infancia, entre otras tantas conclusiones podemos encontrar las siguientes.
- El niño: puede llegar a considerar la violencia como algo divertido y en consecuencia puede ponerlo en práctica con los demás.
- puede llegar a desensibilizarse frente a la violencia y el sufrimiento ajeno.
- puede interiorizar que la violencia es un medio para conseguir determinados fines. (1)
Un ejemplo claro es el bullying escolar que en los últimos años se ha ido incrementando en número, crueldad y agresividad.
El cuerpo, la mujer y sus deformaciones: con el fin de acunar la imagen de la perfección femenina, la mujer y su cuerpo se han visto drásticamente transformados en verdaderos cuerpos mutilados, inflados, cortados y operados grotescamente obedeciendo fehacientemente a un mercado varonil y femenil en busca del éxito, una vida lujosa, dinero y poder como medios de aceptación social. Para que puedan entender lo que quiero decir les recomiendo mirar, escuchar, analizar y criticar el documental “il corpo delle donne”.
El hombre: Más allá de la sobreexposición de la violencia en la televisión y la simbología de la mujer y su cuerpo, encontramos que un gran porcentaje de los actos violentos en la televisión son ejercidos por hombres, cada vez más sangrientos, complejos y agresivos. Bajo esta misma óptica se han realizado muchas investigaciones donde se asegura que la televisión influye mucho en la violencia de género, violencia intrafamiliar y en las calles.
La publicidad: promueve y fomenta los malos hábitos alimenticios, el uso del dinero y del poder como medio y mecanismo para obtener cualquier cosa incluido el cuerpo (visto siempre como un objeto). Así y de esta manera la imagen del hombre y la mujer se idealiza y se confunde con lo que es la realidad, con el valor mismo del ser humano que le da una idea de su existencia y su manera de vivir, que en muchos casos, no corresponden con los recursos que el mismo sistema capitalista proporciona y por el contrario deja una gran desequilibrio y frustración.
La “información”: por último quisiera que cuestionáramos día con día la información que se presenta en la televisión, su uso, manejo y manipulación que hacen de los hechos reales una serie de imágenes editadas y transformadas en pro de la mentira y desviación de la información. Si es emitido en la televisión quiere decir que ha pasado por filtros, ediciones y correcciones de imágenes y diálogos. ¿En verdad creen que se puede confiar en este medio de comunicación?.
En la actualidad el no usar y consumir la televisión y su programación representaría una forma de revolución sin armas, sin muertos y sin sangre, una revolución con consciencia y comprometida con el bienestar personal y de la sociedad. Simplemente transformaría nuestros hábitos de obtención de información, hábitos de relaciones inter e intrapersonales, hábitos alimenticios y de consumo irracional.
(1) Ignacio Blanco y Max Römer. Los niños frente a las pantallas. P.161
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