El conflicto de palacio y las disputas entre padre e hijo acabó provocando la intervención de Napoleón en los asuntos de Estado en España y la invasión militar, llegando a colocar en el trono español a su hermano José I Bonaparte.

¿Cuándo se inician estas luchas palaciegas y por qué?

El origen de estos enfrentamientos de debe al gran poder que ejerce Manuel Godoy sobre el rey Carlos IV y, en especial, sobre la reina María Luisa, su amante. Frente a Godoy aparece un partido en torno al Príncipe de Asturias Fernando cuyo consejero era Escoiquiz, figura de escaso nivel intelectual y político. Manuel Godoy envía a Francia al consejero real Izquierdo para firmar el Tratado de Fontainebleau (que es una entrega total de España a Napoleón). Mediante este tratado se permitía al ejército francés cruzar toda España para apoderarse del Norte de Portugal mientras que el Sur sería para el reino de España. Las gentes del partido fernandino no se dejaban engañar y veían claramente el engaño en que habían caído los reyes de España a los que movía la ambición de Manuel Godoy.

Así, el ejército francés, fue ocupando sin oposición algunas plazas fuertes fronterizas (Pamplona, San Sebastián y Barcelona). El duque del Infantado y Escoiquiz aconsejaban a Fernando que escribiera un memorial al rey denunciando las pretensiones de Godoy. Esta conspiración, llamada de El Escorial, es descubierta por Godoy que manda detener al príncipe Fernando en palacio y arresta a todos los demás. Fernando pide perdón a su padre Carlos IV y, así, Godoy se afianza en el poder recibiendo al general francés Murat que se acerca a Madrid. Estos acontecimientos ocurren a principios de 1808.

Al enterarse el pueblo de que los franceses han entrado en España y que el príncipe Fernando y sus consejeros fueron arrestados, el pueblo toma el papel protagonista y en Aranjuez (el 17 de marzo) es saqueado el palacio de Godoy al que el rey destituye de forma fulminante.

La situación política e institucional es bastante complicada y la única esperanza, con las tropas francesas a las puertas de Madrid, es nombrar rey a Fernando circunstancia que sucede poco tiempo después con la abdicación del rey Carlos IV.

Napoleón sigue de cerca los acontecimientos que están ocurriendo en Madrid entre Carlos IV y su hijo Fernando y les propone que se reúnan con él en el castillo de Bayona para hablar de los problemas de legalidad en el trono de España.

Se plantea una situación bastante curiosa. El príncipe Fernando es rey por la abdicación de Carlos IV y no es rey porque su padre se ha retractado y retirado su abdicación. Además, Carlos IV, cuenta con el apoyo, en un principio, del propio Napoleón. Pero, realmente, quien manda en España es el general francés Murat en nombre de Napoleón. Será rey de España quien decida Napoleón que, además, está amparado por el Tratado de Erfurt con el Emperador Alejandro I de Rusia y el de Fontainebleau. Napoleón, en este momento, ya tiene en mente apoderarse de España y su Imperio colonial.

En el castillo de Marracq (Bayona) se reúnen Napoleón y Josefina con Carlos IV, su esposa María Luisa y su amante Godoy mientras que queda relegado Fernando. Al encontrarse en palacio el príncipe Fernando se acerca a besar la mano a su padre Carlos IV y éste le dice: “¿Qué no has ultrajado bastante mis canas? ¡Vete! ¡No quiero verte! ¡Vete!. Tuvo que ser Napoleón quien separase al padre de su hijo. Tras esta primera escena el Emperador Napoleón hizo pasar al comedor a los invitados. El protocolo para ocupar las mesas era una para el Emperador, la Emperatriz y los reyes de España y otras mesas para mariscales y generales. El que no estuviese Godoy en la mesa principal no le gusto a Carlos IV y menos a su amante la reina María Luisa así que hicieron saber a Napoleón que los reyes españoles deseaban que Godoy estuviese sentado al lado de la reina. Napoleón, sin poder evitar una sonrisa, accedió a la petición de los reyes de España.

Antes de comenzar a comer Manuel Godoy se dirigió a Napoleón en estos términos: “Sire, sabe que soy un admirador y servidor de S.M.I y que haré lo que se digne a decir sobre mis reinos. Francia será más grande con España a su lado. Disponga, pues, S.M.I de la Corona de España como mejor le plazca…”.

Napoleón se sintió halagado y satisfecho pues veía cumplirse sus planes justamente el 2 de mayo de 1808 cuando se rebeló el pueblo de Madrid contra el ejército francés dirigido por el general Murat.

El 5 de mayo le llega la noticia a Napoleón del levantamiento popular de Madrid contra el ejército francés y las masacres y fusilamientos del 2 de mayo. Se dirige rápidamente al palacio donde vive la familia real española y Godoy. Napoleón acusó a Fernando de haber provocado sus seguidores el alzamiento. Carlos IV aprueba las palabras del Emperador y grita a su hijo: “ ¡Tú! ¡Tú has sido el incitador de esa carnicería! ¡La sangre de mis vasallos han corrido y también la de los soldados de mi gran amigo Napoleón! ¡Vete! ¡No quiero verte más!.

Francisco de Goya: Familia de Carlos IV

La reina, su madre, también se enfada con Fernando y le llama ¡bastardo!. ¡Teníamos que haberte fusilado cuando lo del Escorial!. Ambos piden a Napoleón que mande a Fernando al cadalso.

Napoleón obliga a que Fernando reconozca como legítimo rey a su padre Carlos IV y que se comunique dicho acontecimiento a Madrid. Fernando, cobarde y lleno de miedo, no solamente accede y abdica sino que se pone de rodillas llorando delante de su padre y le pide perdón.

El rey Carlos IV ya no duda y abdica a favor de Napoleón que elegirá como rey de España y de su Imperio a su hermano José Bonaparte a cambio de seis millones de francos anuales y los castillos franceses de Compiégne y Chambord más la servidumbre. Ni Carlos IV, María Luisa y Manuel Godoy volverían a España en vida.

Ésta sería la triste historia de la lucha familiar de los borbones entre padre, madre e hijo junto con el amante de la reina Godoy que acabaron entregando a España y su Imperio por unos pocos millones de francos y dos castillos como si de señores feudales se tratara.

Mientras, en esos momentos, los miembros de la realeza portuguesa con sus mayores riquezas fueron embarcados en el puerto de Lisboa hacia Brasil para continuar la resistencia y lucha total de los portugueses contra el invasor francés con la ayuda de los británicos. En España el máximo protagonista fue el pueblo español que no aceptó ningún acuerdo con los franceses y continuaron la lucha de guerrillas y la tradicional hasta conseguir vencerles en 1814, incluso desoyendo las indicaciones de sus propios monarcas que no querían enfrentamientos con el ejército francés al que consideraba como “tropas amigas”. Los monarcas españoles no estaban encarcelados, como se puede leer en algunos libros de historia, en Francia, sino que vivían cómodamente como huéspedes de Napoleón en un suntuoso castillo con servidumbre suficiente para sus atenciones y caprichos.

Al finalizar la denominada Guerra de la Independencia, en 1814, vuelve a España “El Deseado” Fernando VII como único rey pues sus padres están exiliados en Nápoles al igual que Godoy.

Las expectativas y deseos de que fuera un buen monarca no se cumplen y lo primero que hace al llegar a España es abolir la Constitución de Cádiz y anular todas sus leyes. Además, inicia una persecución inquisitorial contra muchos de los cabecillas de las guerrillas a los que juzga y en muchas ocasiones son condenados a muerte por abrazar las ideas liberales y defender la Constitución de Cádiz.