Sin embargo, en los últimos años, están surgiendo una serie de teorías que consideran el inicio de la Historia Antigua con anterioridad a estas grandes civilizaciones orientales. Tal vez el investigador que más se opone a esta teoría clásica sea el arqueólogo francés Jean Guilaine: “Nuestra historia no comienza con la aparición de la escritura sino antes durante la revolución neolítica”, ha dicho en numerosas ocasiones tanto a través de sus trabajos de investigación como en diversas conferencias.

Los arqueólogos e historiadores franceses Jean Guilaine y Jean-François Mondot, con los que modestamente coincido, insisten en considerar que: “La verdadera ruptura, no es la escritura, como se ha dicho siempre, sino la agricultura. A partir del momento en que se introduce, se queman los bosques, se transforma el paisaje, se depende del clima para las cosechas. Es la aldea, después la ciudad…En fin, es nuestro mundo. Somos los hijos del Neolítico”.

Por lo tanto, para algunos de nosotros, la historia se iniciaría hace unos 10.000 años entorno a las zonas donde varios milenios más tarde (unos VI milenios) surgiría la civilización mesopotámica y la egipcia.

Pienso que no nos podemos basar tan solo en que un grupo reducido de personas (los escribas) sabían reproducir unas letras cuneiformes sobre unas tablillas humedecidas de arcilla haciendo incisiones con una caña (en Mesopotamia) o jeroglíficos y escritura hierática con ayuda de un cálamo sobre papiro u ostracas o en las columnas y muros de los templos (en Egipto). En ambas civilizaciones, la mesopotámica y la egipcia, no llegaba al 1% las personas que sabían escribir o leer. Eran, sin duda, una minoría aislada dentro de un mar de analfabetos (incluyendo a reyes, faraones o nobles) que se comunicaban exclusivamente mediante el lenguaje oral ya perfectamente articulado y entendible por toda la comunidad. El medio de comunicación de las personas de una aldea, un pueblo o una pequeña o gran ciudad era la palabra no la escritura. De hecho, hasta la Edad Media, los textos literarios se trasmitían oralmente de generación en generación por las plazas de pueblos y castillos narrando las hazañas de héroes o guerras contra moros o bárbaros.

Como todo el mundo sabe los seres humanos somos muy comunicativos y tenemos un lenguaje muy articulado y complejo. Nos podemos expresar empleando el lenguaje oral o el escrito. El más antiguo y más empleado en la antigüedad fue la comunicación mediante la palabra, no mediante la escritura que era excepcional en aquellos tiempos pues poquísimas personas sabían escribir. Además, los documentos escritos hace miles de años narran las hazañas de los dioses o de reyes, guerras, códigos de leyes y los inmensos poderes de las clases privilegiadas lo que da lugar a que los historiadores las analicen con mucha cautela si quieren ser serios y objetivos.

La arqueología, por supuesto, es otra fuente de información incluso más fiable que muchos documentos escritos para las primeras civilizaciones y, también, para épocas anteriores y posteriores al Neolítico que, aunque no cuenta con documentos escritos, si posee una gran cantidad de materiales y objetos que nos pueden servir para analizar esa primera etapa histórica con bastante exactitud, objetividad y fiabilidad ya que en el conjunto de esos materiales nos podemos encontrar objetos utilizados por el pueblo y otros más cuidados empleados por la jerarquía del poblado, aldea o pequeña ciudad que nos puede dar una idea, más o menos precisa, de su cultura.

Cerámica del Neolítico

¿Por qué se inicia el Neolítico en torno al 9.000 a. C, y no antes o después?. Existen diversas teorías que pretenden explicar el por qué la cultura neolítica surge en ese momento y si existe un solo núcleo originario o varios diversos e independientes entre sí. En primer lugar, señalaré las teorías que indican la causa del origen del Neolítico en esa fecha.

La primera, ya formulada por el arqueólogo Gordon Childe a principios de la década de los cuarenta del siglo pasado se debería a los cambios climáticos que se produjeron al inicio del Holoceno en el Próximo Oriente que provocaría una progresiva desertización lo que hizo que tanto los animales salvajes como las plantas y los H. sapiens sapiens se reuniesen en torno a los oasis dando lugar a una nueva simbiosis que condujo al descubrimiento de la agricultura y a la domesticación de los animales salvajes. Esta teoría ha sido descartada, hace ya décadas, por arqueólogos e historiadores al considerar que durante el Cuaternario se produjeron épocas con temperaturas muy frías provocando los avances de los glaciares y otras épocas, denominadas interglaciares, donde las temperaturas eran moderadas o cálidas y no por ello dio lugar, en ese momento, a la denominada por Childe “revolución neolítica”. Además, las temperaturas al inicio del Holoceno no eran tan cálidas como para dar lugar a los avances de zonas desérticas sino que más bien las temperaturas eran moderadas o cálidas bajas y las lluvias bastante constantes.

Otra teoría que pretende explicar el origen del Neolítico sería la de Lewis R. Binford y otros autores que consideran que fue el aumento demográfico el que provocó el cambio económico y cultural. Las poblaciones de cazadores, bien adaptadas al medioambiente permanecen estables con unas necesidades superiores a los recursos naturales. Una situación de desequilibrio podría producirse, bien por causas ambientales o bien por aumento de la población. Descartada la primera hipótesis, Binford y sus seguidores, piensan que ese aumento de la población y sus diversas poblaciones fueron capaces de desarrollar una tecnología más avanzada para solventar el problema de la subsistencia. K. Flannery acepta también que la expansión demográfica fue el motor de la neolitización y sugiere que las poblaciones pre-agrícolas no se adaptaron a ambientes específicos, sino a la explotación de ciertas plantas y animales que se desarrollaban y vivían en áreas diferentes (teoría de áreas marginales). Binford defiende que van a seguir existiendo zonas donde seguirá habiendo cazadores-recolectores porque, en aquellas zonas donde se produzca esa presión demográfica, la dependencia extrema a esos recursos hará que la primera forma de volver al equilibrio entre población y producción, no sea la producción, sino mudarse a otro entorno donde continuar con su depredación.

Su traslado a áreas marginales es lo que llevará al H. sapiens sapiens, de una forma un tanto forzada, a la domesticación de los animales salvajes debido a la inexistencia de una gran fauna, como en la etapa anterior, para continuar con su forma de vida.

En esta teoría defendida por Lewis Binford no quedan, sin embargo, demasiado claras cuáles fueron las causas que generaron ese aumento demográfico. Además, hace 10.000 años, la población total de la Tierra apenas llegaba a varios millones de personas distribuidas por todo el mundo. Realmente, el problema de la población no fue tan importante como para plantearse el problema de falta de espacio o territorio suficiente para poder obtener los recursos necesarios. Este mismo planteamiento será expuesto por Robert Malthus a finales del siglo XVIII e incluso en la actualidad cuando la población de la Tierra supera los siete mil millones de habitantes y no unas cuantas decenas de millones como en el periodo Neolítico.

La teoría de la evolución cultural fue diseñada por Robert John Braidwood, arqueólogo y antropólogo norteamericano uno de los miembros más destacados de la denominada Nueva Arqueología junto con algunos otros investigadores que defienden la transformación de los procesos económicos como la consecuencia únicamente de una evolución de los modos de alimentación mesolíticos. Rechazan el determinismo climático de Childe. La revolución neolítica sería, pues, el resultado de una diferenciación y especialización cada vez mayor de las comunidades humanas en las áreas próximas al “Creciente Fértil”, las cuales habrían llegado a conocer su hábitat tan bien que empezaron de forma insensible a domesticar los animales y a cultivar las plantas.

Desde mi punto de vista pienso que el paso desde el Epipaleolítico al Neolítico transcurrió de forma lenta y desigual entre las diversas zonas del planeta en el que los factores como la mejora de la alimentación mucho más variada y rica en proteínas y calorías, incidieron en una clara evolución del cerebro y sus distintas partes ajustando, hasta el día de hoy, las diversas partes en las que se localizan los órganos que regulan las capacidades cognitivas tales como: la concentración, memorización, composición y producción del lenguaje. Dichos órganos son el área de Braca y de Wernicke, en el encéfalo y la laringe y faringe situadas en la parte superior del cuello van evolucionando hasta situarse en su parte inferior lo que daría lugar a la emisión de sonidos.

Actividades en el Neolítico

Precisamente los órganos relacionados con el lenguaje se desarrollaron de forma muy apreciable desde el Pleistoceno superior al Holoceno inicial lo que produjo el paso de los meros gestos, palabras aisladas y cortas frases del H. Neanderthalensis a la consolidación de los idiomas por parte del hombre moderno. Podemos considerar con certeza que empiezan a surgir las primeras lenguas con un código lingüístico rico y variado. Gracias al desarrollo de los idiomas los H. sapiens sapiens tenían (y tenemos) una comunicación lingüística más articulada, precisa y detallada para poder expresar las ideas (antiguas o nuevas) y poder elaborar todo tipo de utensilios y objetos materiales cada vez más sofisticados así como entender mejor lo que decimos y poder comunicarnos entre nosotros con mayor agilidad. De esta forma el hombre del Neolítico podría transmitir rápidamente todo lo que observaba en la naturaleza a su colectividad siendo más fácil su transformación o puesta en marcha de nuevas iniciativas para cambiar su entorno natural. Es lógico que al recolectar los granos silvestres para llevarlos a su poblado o cueva le cayese por el camino algún grano de un determinado cereal y observasen, con posterioridad al cabo de unos meses, como en el lugar donde cayó un grano florecía una planta. Estas observaciones del entorno natural (observación directa) podrían haber sido el punto de inicio de la agricultura.

El Neolítico es un proceso histórico con doble vertiente: un proceso biológico y un proceso socioeconómico con el surgimiento de la economía productora mixta (agricultura y ganadería) y las modificaciones sociales y culturales. Las interpretaciones del origen del Neolítico están muy ligadas con el factor socioeconómico pero resulta imprescindible tener en cuenta los factores biológicos que se produjeron, previamente, en el Homo sapiens sapiens para entender dicho proceso en su totalidad.

Por último, en cuanto a la existencia de un único núcleo originario o varios para el surgimiento de la cultura neolítica, pienso que serían tres, dos que surgen casi al mismo tiempo (en torno al 8.500 a. C) que serían los situados en el Atlas Sahariano y Norte de África que posteriormente se trasladarían hacia Egipto y, al mismo tiempo, surgiría el segundo núcleo independiente del primero que aparece en el Creciente Fértil y se propagaría hacia Anatolia, Europa Orienta, Central y Occidental en diversas oleadas para acabar en Gran Bretaña, Irlanda y países nórdicos. También desde el Creciente Fértil se trasladarían, posteriormente hasta el valle del Indo, en la India. El tercer núcleo originario Neolítico sería en el Oriente asiático en torno al curso medio y final del río Amarillo que daría lugar, en diversas oleadas a colonizar la región occidental de la India e islas de Indochina y Japón y hacia el Norte de Asía cruzando el estrecho de Bering llegarían hasta Mesoamérica hacia el 3.500 a. C.