Ya sabemos el grado de problema en que se han convertido los desechos, a tal grado que hay quienes pueden equipar una vivienda completa y un pueblo completo con los desechos de gente que vive para comprar y sustituir en poco tiempo sus cosas de acuerdo al reloj de la tecnología y la moda.
Uno de los inventos humanos más notables ha sido el basurero, que es un recipiente momentáneo de los desechos, tiene cierto tamaño y diseño de acuerdo a la casa o la ciudad y solo funciona si es que existe un sistema de limpieza que pase cada día con horario para recoger la basura, es decir, donde no exista el sistema, el basurero es parte del problema de contaminación. Por eso hay una gran diferencia entre instalar un basurero municipal en una comunidad rural y la ciudad, porque las alcaldías urbanas generalmente tienen contratada toda una empresa con personal, transporte y herramientas para limpiar, además de un territorio periurbano que se usa como relleno sanitario, con maquinaria pesada para terraplenar y compactar la basura, absorbiendo millones de los presupuestos públicos como gasto, para mantener las calles barridas que sencillamente podríamos no ensuciar.
Sin embargo, el ritmo de consumo de cosas desechables o peor, agua y alimentos con envase, hace colapsar el sistema. Ya son conocidos los derrumbes de rellenos sanitarios, la contaminación de los mares, la desaparición de hábitats naturales y los conflictos sociales que se producen por la defensa de territorios o por la ocupación de grandes botaderos con familias pobres y animales.
En las áreas rurales hay muy poco servicio de limpieza parecido al de las ciudades que se pueda sostener económicamente, por eso los métodos más frecuentes son quemar, enterrar o lanzar a los ríos y lagos. Si a esto añadimos que, con el calentamiento global muchos ríos están desapareciendo, nos quedan lechos llenos de basura que sustituyen a los paisajes vitales que alguna vez se tuvo. Por su parte, la quema deja cenizas dañinas que se integran al suelo cultivable donde las raíces, en su búsqueda dinámica de nutrientes para la planta, las absorben en distintos grados de bioacumulación con llegada al fruto y por tanto a la cadena alimentaria de todas las especies. Al mismo tiempo, el humo de esta quema carga la atmósfera con dioxinas que no podemos evitar respirar con la consecuente propensión al cáncer.
Lo difícil de creer es que los humanos seguimos pensando que el basurero soluciona todo el problema y nos resistimos a mirar toda la ruta que sigue cada desecho que generamos. Muchos estudios urbanos y rurales difieren poco en datos indicando que el 70% de los residuos sólidos son orgánicos y el 30% se componen de plástico, vidrio y metal. Siendo el principal problema este último porcentaje que podría evitarse si analizamos cómo lograron vivir y desarrollarse nuestros ancestros sin envases durante los anteriores 165.000 años. Entonces, el envase no es de primera necesidad y nadie se va morir por su falta. ¿Hemos logrado adelantos científicos que eran solo fantasía para nuestros padres y no vamos a poder prescindir de los envases?
Otro de los beneficios de prescindir de los envases sobre todo plásticos está en que le dificultamos a la industria el vendernos productos con larga duración que lleven conservantes y azúcares añadidos, evitando, por ejemplo, ver leche en bolsa plástica por semanas tomando sol en los kioskos donde acuden los niños. En este punto cada persona puede dar otros tantos ejemplos.
Así también a los movimientos de recicladores que caminan por los basureros escogiendo materiales para vender, podríamos entregarles todo seleccionado y limpio para que no escarben el basurero exponiendo sus vidas ya que son poblaciones sin acceso al servicio de salud, donde incluso se ha encontrado niños que revisan la basura para cumplir la tarea de la escuela de elaborar cosas con plásticos desechados.
La dignificación del consumo nos devolverá vida en todo sentido, informándonos y sospechando desconfiadamente siempre de la publicidad, reduciremos la basura y no necesitaremos basureros que alivien falsamente la conciencia.
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