Antes de nada hay que distinguir entre el Reino de Aragón y la Corona de Aragón, el reino de Aragón nace tras la unión de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, mientras que la Corona de Aragón la conformaban la unión del propio reino de Aragón con el Condado de Barcelona, formado por dicho condado más los distintos condados sobre los que dominaba a través del vasallaje. Posteriormente, tras su conquista, se suman a la corona los reinos de Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles, así como los ducados de Atenas y Neopatria.

Tras la batalla de Poitiers en octubre de 732 y la posterior y menos conocida del río Berre en el 737, el avance musulmán hacia el norte de Europa se detiene y poco a poco comienza a retroceder hasta traspasar los pirineos hacia el sur. El Imperio Carolingio establece una línea defensiva denominada Marca Hispánica, territorio que abarcaba desde el señorío y posterior condado de Pamplona, hasta Barcelona conquistada a los musulmanes por Ludovico Pío (Luis el Piadoso), en el año 801 e incorporada al reino franco. Dicha Marca hacía de colchón entre ellos y los musulmanes de Al-Ándalus, denominación que daban los musulmanes a Hispania, aunque el origen del término no está claro, con él nos referimos al territorio de la Península Ibérica ocupado por los musulmanes tras su invasión en el 711.

Al frente de los distintos territorios, los carolingios pusieron a diversos nobles con título condal nombrados por el rey, título que al morir su titular volvía a manos reales que nombraba al siguiente conde, la desintegración del Imperio Carolingio provocó que estos condes fueran dejando en herencia a sus descendientes el territorio que dominaban, sacudiéndose el dominio franco y comenzando a crear una serie de condados independientes que con avances y retrocesos acabaron convertidos en poderosos reinos de la época medieval.

Para tener una ligera noción del nacimiento, desarrollo y expansión de los distintos territorios seguiremos como hilo conductor a sus gobernadores condes o reyes según proceda, para ver como lo que comenzó como unos pequeños territorios fronterizos de defensa contra los musulmanes, acabaron convirtiéndose al final de la época medieval y comienzo de la moderna en una de las grandes potencias europeas del momento.

Tras sacudirse la sumisión indirecta y tributaria al régimen musulmán de Córdoba (a la manera de un protectorado), y la efímera integración al Imperio Carolingio (tan solo 10 años), surge el condado de Pamplona con Íñigo Arista como caudillo. A diferencia del condado asturiano los pamploneses no se sienten continuadores del reino visigodo de Toledo, ni vasallos de Carlomagno, pues con ambos habían tenido largas contiendas.

Marca Hispánica

El área de influencia de Pamplona queda como estado latente aliado a sus parientes los Banū Qasī (familia muladí descendientes del conde Casio, convertidos al Islam), pues Íñigo tenía como hermano de madre a Musa ibn Musa, llamado al-Qasawi (el Grande), que desde su fortaleza de Arnedo gobernaba gran parte de “al-Tagr al-A’la” o Marca Superior de Al Ándalus.

El nombramiento de Abd Allah ibn Kulayb, como Walí (gobernador) de Zaragoza, hará que Musa se rebele contra el emir apoyado por su hermano Íñigo junto con gentes de Álava y Castilla, buscando sacudirse el yugo de Córdoba, a lo que respondió Abd al-Rahman II, preparando una campaña contra Pamplona en el 843 que derroto a la coalición matando a diversos nobles, entre ellos a Fortún hermano de Íñigo, teniendo que escapar el propio Arista, herido a caballo mientras que Musa descabalgado huye a pie. Reconciliado con el emir, le apoyó en el ataque vikingo a Al –Ándalus, siendo nombrado walí de Tudela. Muerto Abd al-Rahman su sucesor Muḥammad I, le nombró walí de Zaragoza lo que equivalía a dominar gran parte de la Marca Superior. La muerte de su hermano Íñigo Arista le hizo cambiar el rumbo enfrentándose a Ordoño I de Asturias a quien derroto en la primera batalla de Albelda (852), su ambición llegó a tal punto que se auto denominó “tertius regem d’Isbaniya” (tercer rey de Hispania). Después de una escaramuza en Guadalajara con uno de sus yernos, Muza se retira herido a Tudela en donde muere.

Tras varias campañas de castigo por parte del emir a Pamplona, Íñigo se comprometió a pagar 700 dinares al año en concepto de Jizya (impuesto que cobraba a los hombres adultos y libres no musulmanes conocidos como dhimmíes), y a liberar prisioneros a cambio de que el emir reconociera su autoridad en Pamplona, quedando finalmente como un territorio cristiano sometido al poder cordobés.

Ayudó a su yerno el conde García I Galíndez “el Malo”, a hacerse con el condado de Aragón expulsando a Aznar I Galíndez que huyó a Aquisgrán. En el año 824 ante la rebeldía de los pamploneses, Ludovico Pío envió una expedición franca al mando de los condes Eblo y Aznar para consolidar su autoridad llegando a entrar en Pamplona, pero la retirada complicada por la dificultad de los pasos de montaña, fue aprovechada por Arista junto a Musa y García el Malo atacando y derrotando al ejercito franco en lo que se conoce como la segunda batalla de Roncesvalles, de esta manera se sacudió definitivamente el dominio carolingio. Aznar que era vascón, tenía parientes y amigos entre los navarros, por lo que recobró la libertad, si bien hubo de jurar no volver a hacer la guerra contra Pamplona; pero el conde Eblo fue hecho prisionero y enviado a Córdoba, como presente a Abd al-Raḥmān II.

Íñigo Arista enfermó quedando imposibilitado a causa de una apoplejía, falleciendo poco después (851-852). Textos árabes como las Genealogías de Roda, indican que le sucedió en el “emirato de Pamplona”, su hijo García Íñiguez.

García I Íñiguez de Pamplona

Continuó su alianza con sus familiares Banu Qasi contra el emirato cordobés, la respuesta por parte de Abd al-Rahman II, fue una nueva incursión sobre Pamplona que acabó con la derrota de García Iñiguez y su tío Musa.

En el año 859, los normandos (vikingos), acaudillados por los hermanos Hatein y Bjön Ragnarsson llamado “Costado de Hierro”, hijos del legendario Ragnar Lodbrok, hicieron una incursión por toda la fachada atlántica de la Península Ibérica, pero al llegar al estuario del Guadalquivir, fueron rechazados por la flota andalusí, aunque atacaron Algeciras  saqueándola, dirigiéndose entonces al norte de África, arrasando Nakur durante ocho días, rechazados finalmente por un ejército de tríbus bereberes regresaron a la península donde subiendo por el río Segura atacaron Orihuela, dirigiéndose después a las islas Baleares. Pasaron el invierno en la costa francesa y puestos de nuevo en marcha llegaron hasta Italia. De regreso según fuentes andalusíes remontaron el Ebro atacando Pamplona por sorpresa, obteniendo un cuantioso botín y capturando al propio García Íñiguez, tras pagar su rescate fue liberado quedando sus hijos como rehenes de los hombres del norte, mientras intentaba conseguir 70.000 piezas de oro para liberarlos.

García Iñiguez pidió ayuda a su tío Musa, pero este no solo no acudió en su apoyo sino que incursiono en sus tierras, esto le hizo romper sus lazos familiares aliándose con el rey asturiano Ordoño I, enfrentándose y derrotando ambos a los Banu Qasi en la segunda batalla de Albelda, transformada posteriormente en la batalla de Clavijo, con la creación del mito de Santiago Matamoros. Al año siguiente una nueva incursión cordobesa capturó a su hijo Fortún Garcés, llamado “el Monje o el Tuerto”, llevándoselo como rehén a Córdoba, en donde permaneció unos 20 años como garantía política de la lealtad de su padre y del tributo que habían de pagar como contrapartida por la conservación de sus tradiciones socio-jurídicas, culturales, religiosas y sus propias instancias locales de gobierno.

A la muerte de su padre y estando Fortún retenido como rehén en Córdoba, tomó el poder García Jiménez, de la familia Jimeno, no estando claro si lo usurpó o solo actuó como regente. García se casó con Onneca, con quien tuvo dos hijos Íñigo y Sancha Garcés. Al enviudar contrajo un nuevo matrimonio con Dadildis de Pallars, hermana de Ramón I, conde de Pallars y Ribagorza, de esta segunda unión nacieron Sancho Garcés, futuro rey de Pamplona, Jimeno Garcés y Jimena Garcés.

Cuando Fortún Garcés regresó de Córdoba hacia el 882, asume el trono, encargando en ocasiones el gobierno al primogénito de García Jiménez, Íñigo Garcés, pero la poderosa influencia de Ramón I, hizo que se le marginara del poder en favor de su nieto Sancho, que con el apoyo de Alfonso III de Asturias, (que quería una dinastía en Pamplona sin lazos familiares con los Banu Qasi), liderará una rebelión contra Fortún en el 905, proclamándose rey y obligándole a recluirse en el monasterio de Leyre, dando inicio a la dinastía Jimena de Pamplona.

Sancho Garcés I. Rey de Pamplona

Con él, el pequeño reino de Pamplona crece al unir los dominios de Sobrarbe por parte de su madre y el llamado Ducado de Navarra (Berrueza, Deyo y San Esteban de Monjarín), territorio conquistado por su padre a los Banu Qasi, con los que tuvo una pugna permanente, pues solo dos años después de subir al poder hizo frente a un ataque de Lubb o Lupp (Lope) ben Muammad, quien murió en el combate. Tras esta victoria se adueñó de la comarca de Deyo con su atalaya de San Esteban (Monjardín), fortificó Cárcar y Resa, se apoderó de Falces y Caparroso (915) y llegó a amenazar Tudela.

Se entregó denodadamente a la ocupación de buena parte de la actual Rioja, cuya masa de población mozárabe (cristianos que vivían en territorio musulmán) ensanchó considerablemente la base demográfica, socioeconómica, cultural y religiosa de la monarquía pamplonesa. Aliado con Ordoño II de León, atacaron de nuevo a los Banu Qasi tomando Nájera y Viguera y apoderándose por breve tiempo de Arnedo y Calahorra.

Ante esta situación Abd al-Raḥmān III, tomó cartas en el asunto y con un ejército subió hasta el valle del Duero tomando Osma y San Esteban de Gormaz, dirigiéndose acto seguido a tierras pamplonesas, derrotando a Sancho I Garcés; Ordoño acudió en su ayuda reuniéndose con él en Nájera, pero los diversos condes castellanos que había entonces no les apoyaron en la campaña.

Reunidos ambos reyes se enfrentaron con las tropas califales en Valdejunquera, donde los cristianos fueron derrotados, los supervivientes se refugiaron en los castillos de Muez y Viguera, que una vez tomados al asalto sus guarniciones fueron pasadas a cuchillo, de regreso a Córdoba Abd al-Raḥmān fue devastando toda la Baja Navarra. Tras esta derrota Ordoño II invitó a los condes castellanos a reunirse con él en el pueblo de Tejares, a orillas del Carrión. Allí acudieron Nuño Fernández, Fernando Ansúrez, Abolmondar Albo y su hijo Diego, que fueron hechos presos, y cargados de cadenas y llevados a León.

La derrota de Valdejunquera lejos de desanimar a los cristianos los hizo unirse de nuevo en el 923, atacando y tomando definitivamente La Rioja, pasando Nájera al reino navarro. Sancho contrajo matrimonio con Toda Aznárez, hija de Aznar Sánchez de Larraún, de esta unión nacieron: Urraca Sánchez, Onneca Sánchez, Sancha Sánchez, García Sánchez,  Velasquita Sánchez y Orbita de Pamplona.

García I Sánchez. Rey de Pamplona

Segundo monarca de la dinastía denominada de los “Jimena” o de los “Sanchos” o “Banu Sanyo, los descendientes de Sancho I Garcés, tal y como eran conocido por los cronistas musulmanes.

Hereda el trono con solo seis años de edad quedando bajo la tutela de su tío Jimeno Garcés, que falleció a los pocos años produciéndose entonces un intento de rebelión por parte de otro tío suyo, Íñigo Garcés, sofocado por la intervención de su madre la reina Toda, apoyada por su sobrino el califa Abd al-Rahman III, que avanzaba hacia Pamplona.

Toda se entrevistó con él en Calahorra no llegando las tropas califales a entrar en la ciudad, La reina se sometió al vasallaje de su sobrino consiguiendo que llegado García Sánchez I a la mayoría de edad, 14 años, lo reconociera como señor de Pamplona y Nájera, a cambio debía de romper relaciones con la monarquía leonesa. Pero a pesar de estos tratados el vasallaje de Pamplona no duró mucho, García Sánchez no dudo en participar junto a leoneses y castellanos en la victoriosa batalla de Simancas frente a las tropas de Abd al-Rahman III, en el 939.

La victoria fue clave para los reinos cristianos pues la frontera traspasa el río Duero, avanzando hasta el río Tormes e inicia la repoblación de dichas tierras, pero su gran importancia no fue por los territorios ganados que quedaban lejos de la órbita cordobesa, sino por el valor de ser la primera gran victoria contra el califato de Córdoba, que tuvo gran repercusión en todo el mundo musulmán, no volviendo Abd al-Rahman III, a dirigir personalmente ninguna otra acción militar.

Su reinado estuvo muy influenciado por su madre la reina Toda, la cual ejerció hábilmente la regencia, mujer con excepcionales dotes para el gobierno y la diplomacia, que supo tejer hábilmente una red de parentescos a través de los matrimonios de sus hijos con las casas reales y condales de la península, siendo una de las piezas claves de la política hispana. El pronto matrimonio de su hijo García Sánchez con Andregoto Galíndez, hija del último conde aragonés, Galindo II Aznar, hizo que Aragón fuera incorporado al reino de Pamplona, aunque poco después Andregoto fue repudiada por consanguineidad al ser ambos primos hermanos, casándose entonces con Teresa Ramírez, hija de Ramiro II de León.

Tres de sus hermanas casaron con reyes leoneses: Urraca de Pamplona, con Ramiro II de León. Onneca de Pamplona, con Alfonso IV de León y Sancha de Pamplona, casada en primeras nupcias con Ordoño II de León, en segundas con el conde alavés Álvaro Herraméliz​ y en terceras entre 932 y 935 con el conde de Castilla Fernán González.

Otra de sus hermanas Velasquita (Belasquita) de Pamplona, casó en primeras nupcias con Momo Vélaz (Munio Vela) conde de Vizcaya, en segundas con Galindo de Ribagorza hijo del conde Bernardo I Unifredo de Ribagorza y en terceras con Fortún Galíndez, gobernador de Nájera, quien llegó a tener el título de dux (caudillo, duque), por último Orbita de Pamplona, probablemente casada con Al-Tawil, gobernador de Huesca.

También emparentó con la dinastía condal de Gascuña casando a su nieta Urraca Garcés, hija de García Sánchez y Andregoto, una vez viuda del conde castellano Fernán González con el conde Guillermo Sánchez de Gascuña.

Gracias a la unión de tres de sus hermanas con reyes leoneses su política basculó hacia el reino de León, llegando a intervenir en la cuestión sucesoria de dicho reino, donde Toda apoyada por Fernán González, había tratado de hacer subir al trono a su nieto Sancho I “el Craso” (el Gordo), en contra de su medio hermano Ordoño III, pero este los derrotó frente a las murallas de León, no accediendo al trono leones hasta la muerte de Ordoño.

Pero finalmente el propio Fernán González destrona a Sancho I poniendo en su lugar a Ordoño IV “el Malo”, al que puede manipular fácilmente. La reina Toda (a pesar de que ambos eran sus nietos) junto a García Sánchez toman partido por Sancho I “el Craso” y sin reparos vuelve a solicitar la ayuda de su sobrino Abd al-Rahman III, con quien hace un pacto para que Sancho pudiera recuperar el trono leones a cambio de 10 fortalezas en la línea del Duero, para ello acompaña a su nieto a Córdoba, poniéndolo en manos del médico judío del califa Hasday ibn Shaprut, para que perdiera el exceso de kilos que le impedían montar a caballo, enfundarse un armadura o sostener una espada, por no hablar de las relaciones sexuales.

El tratamiento fue brutal, le cosieron la boca para que no comiera solo le daban a beber unas infusiones que le limpiaban el organismo y evitaban que se deshidratara, le ataron manos y pies a la cama para que no saliera de su habitación excepto para dar paseos por los jardines de palacio ayudado de los sirvientes y un andador, por último permanecía varias horas en un baño de vapor para eliminar liquido acompañado de duros masajes para fortalecer sus flácidas carnes. El tratamiento funcionó y en cuarenta días bajó 120 kg, la mitad del peso con que llego a Córdoba. Sancho regresa al frente de un ejército califal que acaudillado por Galib, toman Zamora mientras los pamploneses hostigan a Fernán González, entrando en León y recuperando el trono mientras Ordoño huye a Asturias.

García Sánchez apresó a Fernán González en Cirueña (Rioja), intentó negociar un nuevo tratado de paz con el nuevo califa al-Hakam II, quien reclamó que Fernán González le fuera entregado a lo que García se negó liberando al conde castellano, esto hizo que se forjara una nueva alianza entre leoneses, castellanos y pamploneses sellada con un doble matrimonio: el del infante heredero de Pamplona, Sancho García, con la hija de Fernán González, la reina Urraca, viuda de Ordoño IV, y el del propio Fernán González con otra Urraca, hija del rey García Sánchez, al fallecer Sancha la primera esposa de Fernán González.

La respuesta de al-Hakam no se hizo esperar y en una rápida aceifa conquistó las plazas de San Esteban de Gormaz, Atienza y Calahorra, esto unido a las crisis dinásticas de los reinos cristianos hicieron que todos, incluido el nuevo conde castellano García Fernández, le prestaran homenaje volviendo a recuperar el califato cordobés su primacía en el territorio peninsular.

Murió el 22 de febrero de 970 y fue sepultado en el pórtico de la iglesia de San Esteban, en el castillo de Monjardín.

De su unión con Andregoto Galíndez nació Sancho II Garcés Abarca, quien hereda de su padre el reino de Pamplona y de su madre el condado de Aragón y de la unión con Teresa Ramírez, hija de Ramiro II de León, nació Ramiro de Viguera, un hecho no del todo explicado pues pasados dos años de la muerte de su padre es denominado como rey en Viguera (en la actual Rioja), bajo la autoridad de su hermano Sancho.

Sancho Garcés II, subió al trono de Pamplona y como regulo al condado de Aragón, uniendo los destinos de ambos territorios.

En el centro de la Marca Hispánica, los carolingios establecieron un enclave militar en un territorio sin precisar sometido pero no ocupado por los musulmanes, cuya misión era vigilar las comunicaciones entre Hispania y la Galia (es de suponer que estaba vinculado con las antiguas vías romanas), el condado  de Sobrarbe, al mando pusieron al conde Aureolo, al que se le considera el primer conde de Aragón, aunque hay  historiadores que lo ponen en duda.

A la muerte de Aureolo en 809, el gobernador musulmán de Zaragoza y Huesca, Amrus ibn Yusuf, recuperó las posiciones perdidas en el Sobrarbe. Los carolingios en connivencia con los oligarcas musulmanes, intentaron sin éxito adueñarse de las ciudades de Huesca y Zaragoza, aunque en un cambio de estrategia una tregua firmada entre Luis el Piadoso y al-Hakam I, permitió al menos recuperar estos territorios en el año 812.

Las “Genealogías de la Roda” nos dan otra versión del origen del condado aragonés, cuando el conde carolingio Aznar Galíndez I, es elegido como custodio de los límites hispanos (hispanici limitis custodes). Aznar se alió con el conde García llamado “El Malo”, a través del matrimonio con su hija Matrona, en algún momento antes del año 820 García se sublevó contra su suegro aliandose con los musulmanes de Huesca.

Aznar Galíndez logró apresar a García y lo encerró en el castillo de Bellosta, aunque fue liberado poco después. García sintiéndose agraviado tomo venganza repudiando a Matrona y asesinando al hijo de Aznar, Céntulo. A continuación estableció una alianza matrimonial con Pamplona, casándose con Nunila, hija de Íñigo Arista, aliado por parentesco de los Banu Qasi, juntos invadieron Aragón haciéndose con el poder del condado. Tras el fallido intento de tomar Pamplona por parte de los carolingios en la segunda derrota de Roncesvalles, García que había apoyado a su suegro declaró a Aragón libre del vasallaje de estos.

El condado de Aragón, que había nacido como una de las distintas demarcaciones carolingias que fueron establecidas por los francos como parapeto contra las agresiones musulmanas, delimitado por el río Aragón y los valles de Hecho, Ansó y Canfranc, acababa de sacudirse su vasallaje comenzando de esta manera su andadura independiente.

Aznar II Galíndez. Conde de Aragón

Hijo de Galindo I Aznárez, le sucedió en el condado de Aragón tras su muerte en el 867. Continúo con la política de su padre de no salir de su territorio y  alejar la influencia carolingia, enlazando con la dinastía pamplonesa al casarse con Onneca o Íñiga Garcés, hija del rey de Pamplona, García Íñiguez. Pero ante la creciente dependencia de dicho reino buscó el equilibrio a ambos lados del Pirineo, para ello casó a su hija Sancha Aznárez con el “Walí” (gobernador musulmán) de Huesca, y a su hijo y sucesor Aznar Galíndez con Acibella, hija del conde García Sánchez de Gascuña.

Galindo II Aznárez. Conde de Urgel y Cerdaña, de Pallars y Ribagorza y de Aragón

El panorama confuso de las crónicas identifica a Galindo gobernando en Urgell, Cerdaña, Pallars y Ribagorza, antes de hacerlo en el territorio de Aragón, esas mismas crónicas nos hablan de la recuperación de algunas fortalezas de manos musulmanas, en la línea de la frontera con la Marca Superior del emirato andalusí, con capital en Saraqusta (Zaragoza).

Se casó primeramente con Acibella, hija del conde García Sánchez de Gascuña, de la que tuvo a Toda, que casó con Bernardo Unifredo de Ribagorza; Redemptus (Redento) Galíndez, obispo, y Mirón Galíndez. De segundas nupcias casó con Sancha, hermana del futuro Sancho I Garcés de Pamplona, al que apoyó en su rebelión contra el rey de Pamplona Fortún Garcés. Con Sancha  tuvo a Andregoto heredera del condado de Aragón y última condesa de Aragón y a Belasquita Galíndez.

A su muerte los derechos del condado recayeron en Andregoto Galíndez al considerarse que los hijos del primer matrimonio no habían sido legítimos.

Andregoto Galíndez. Condesa de Aragón

Sancho I Garcés de Pamplona “el Grande”, intervino en la política aragonesa al acordar con Galindo II Aznárez, que aun teniendo hijos varones de su primer matrimonio con Acibella, los derechos sucesorios pasaran a su hija Andregoto Galíndez, acordando la boda de Andregoto con su hijo y heredero García Sánchez, unificando ambos territorios bajo la dinastía Jimena. Esto nos  indica que ya el derecho aragonés permitía la transmisión por vía femenina de la Casa.

De la unión entre ambos tuvo a Sancho Garcés, poco después en torno al 942/943 se disolvió el matrimonio alegando como causa la consanguineidad al ser primos, retirándose Andregoto a la localidad navarra de Lumbier. La anulación del matrimonio desposeyó de sus derechos a Andregoto pasando estos a su hijo Sancho Garcés, ya que según el modelo medieval una mujer no podía gobernar, de esta forma el condado de Aragón quedo integrado en el reino de Pamplona.

El avasallamiento del condado aragonés no implico la desaparición de la dignidad condal pues a partir de su boda con Andregoto Galíndez, condesa y poseedora de los derechos del condado, dicha dignidad es ejercida por el infante navarro al que se le dio el título de Regulus, (Régulo), “rey de Aragón”, bajo la dependencia de su padre el Rey de Pamplona, así fue con Sancho II Garcés Abarca (948-970), el futuro García Sánchez II (970-995) y el infante Gonzalo (995-999), creando un derecho consuetudinario que se aplicó también en la segunda mitad del siglo XI a los infantes Sancho Ramírez y Pedro I.

Es probable que el ejercicio del poder de estos infantes diera origen al derecho navarro-aragonés, según el cual, al recibir el hijo de rey el gobierno de un territorio, había de ser llamado rey. 

Dinastía Jimena

Sancho Garcés II Abarca. Rey de Pamplona, conde de Aragón

El padre Moret (1615-1687), considerado el primer cronista de Navarra, en su obra “Anales del Reino de Navarra”, nos cuenta que con motivo de la donación de la villa de Alastue hecha por el rey de Pamplona al monasterio de San Juan de la Peña en 987, se titula rey de Navarra, siendo el primero que usó este nombre: «reinando Yo, D. Sancho, rey de Navarra, en Aragón, en Nájera y hasta Montes de Oca…». En otros muchos lugares aparece como el primer Rey de Aragón y en otros como el tercero.

Cuando sube al trono el reino de Pamplona está sometido al poder califal de Al-Ándalus, siendo una de sus primeras medidas enviar una embajada para ratificar una paz con el califa Al-Ḥakam II, tregua que aprovecho para intentar expandirse hacia el norte, hacia Gascuña fracasando en dicha empresa. La muerte del califa y la entronización de su hijo, un niño de doce años, Hisham II (976-1009) abrió ciertas esperanzas en los reinos cristianos, que pronto se vieron hostigados por la fuerza y presión agobiante de Al-Mansūr más conocido como Almanzor “hayib” (chambelán), del débil califa y señor absoluto de Al-Ándalus.

Reconciliado con Castilla, tras el apoyo de castellanos y pamploneses a distintos reyes en la crisis dinástica de León, quedo ligado a ella por el matrimonio con su prima hermana Urraca Fernández, hija del conde Fernán González de Castilla, viuda sucesivamente de los reyes Ordoño III y Ordoño IV de León, castellanos y navarros unieron sus fuerzas junto con el rebelde general Galib, suegro de Almanzor pero en este momento enemistado con este y al que casi quita la vida en el incidente del castillo de Atienza.

Pero la alianza no dio buenos frutos, pues a pesar de la bravura de castellanos y navarros y de que Galip era uno de los más grandes oficiales que había dado el califato, fueron derrotados en la batalla de Torrevicente, en donde la muerte de Galip de forma natural (era ya octogenario), hizo que sus tropas y partidarios se pasaran a Almanzor, entregando las plazas que dominaban como Atienza o Calatayud. En dicha batalla también murió Ramiro Garcés de Viguera, hermano de Sancho II Garcés.

La victoria de Almanzor supuso el culmen de su poder, al deshacerse de su suegro, alcanzó el poder supremo e incontestado en Córdoba, manteniendo en la sombra al califa Hisham II, adoptando el sobrenombre de al—Mansur bi—llah, (el Victorioso por dios), título glorioso o laqab que tomaría al llegar a ser jefe indiscutible  de los ejércitos musulmanes.  

Una y otra vez Almanzor golpea los territorios cristianos en sucesivas campañas, arrasando la frontera del Duero con saqueos continuos y toma de esclavos, llegando a tomar ciudades como Zamora, Salamanca, Alba de Tormes y León. En el territorio pamplonés ocurrió lo mismo desmantelando la línea fronteriza del Ebro riojano he internándose en el reino de Pamplona mientras toma diversas fortalezas.

Ante la superioridad de Almanzor, Sancho II Abarca le abre Pamplona declarándose vasallo suyo, prometiéndole ir a Córdoba para rendirle público acatamiento, además de ofrecerle fuertes tributos y más de cincuenta rehenes de la nobleza, entre ellos a su hijo Gonzalo y su hija Urraca como esposa de Almanzor, que una vez convertida al islam tomo el nombre de Abda, para el cumplimiento de dicho tratado.

Puede ser que el caudillo amirí le obligase a dejar expeditos los pasos de la frontera pirenaica y proporcionarle guías y auxilios para dar un escarmiento en Galias, conquistando algunos de los castillos de Guillermo Sancho de Gascuña, en donde dejó una guarnición. Según el Dikr (recuerdo de Dios, pronunciamiento, invocación), en el año 381H (marzo 991 – marzo 992): “La trigésimo séptima fue la campaña de Gālīš; asoló en ella el país de los vascones y se internó en él hasta llegar a Gālīš, donde conquistó muchos castillos, y dejó en uno de ellos, muy bien defendido, una guarnición de musulmanes para hostigar al enemigo”.

Tras el regreso victorioso de Almanzor a Córdoba, Sancho II Abarca lo visitó tal y como habían quedado, reafirmando el vasallaje y la tregua y conociendo a su nieto  Abd al-Raḥmān ben Abi Amir, quien sería llamado Sanchuelo en referencia a su abuelo materno.

Sancho II Garcés falleció en el 994, sucediéndole su primogénito y sucesor García Sánchez, uno de los tres hijos que tuvo con Urraca Fernández, los otros dos fueron Gonzalo el que quedo como rehén en Córdoba y Ramiro, muerto probablemente en la campaña musulmana que atravesó todos los dominios pamploneses.

Aunque no fue un gran rey guerrero, faceta que declino en su hermano Ramiro de Viguera y a pesar de estar subyugado por el poder musulmán, tuvo una gran habilidad política para negociar en los peores momentos, obteniendo treguas que preservaron la identidad de su reino sin que ello fuera óbice para alinearse con los demás reinos y condados cristianos con el objetivo de  combatir al enemigo común.

García Sánchez II, “el Temblón o el Tremulo”. Rey de Pamplona

No se sabe por qué el apelativo de “el Temblón”, suponiendo que pudo padecer algún tipo de enfermedad nerviosa.

Su reinado comienza con la tregua que su padre a suscrito con Almanzor dejando a su hermano Gonzalo en Córdoba para dar muestras de fidelidad y cumplimiento de la misma por parte del reino pamplonés. A pesar de las treguas el poder cordobés golpeaba una y otra vez sobre los territorios cristianos no sirviendo de nada ni la alianza entre ellos, ni la férrea defensa que hizo Castilla, ni siquiera las treguas que firmaron León y Pamplona, el poder cordobés en manos de Almanzor arrasó la frontera, penetro en sus tierras asolándolas tomando y destruyendo sus principales ciudades León, Burgos, Coímbra, Santiago de Compostela, Pamplona, Barcelona etc.

El 14 de marzo del año 996 García Sánchez II donó al cenobio de San Millán la villa llamada Terrero. En esta donación dice reinar en Pamplona con su mujer la reina Dª Jimena, con su madre la reina Dª Urraca y con su hermano D. Gonzalo en Aragón, y entre los confirmadores se encontraban su hijo D. Sancho y D. Lope Iñiguez con el título de Caballerizo Mayor.

Ese mismo año y a pesar de la tregua una partida de caballeros pamploneses atacó las tierras de Calatayud y dieron muerte al hermano del gobernador Hakam b. Abd al-Aziz, Almanzor reaccionó con suma crudeza y en castigo decapitó a 50 cristianos pamploneses que tenía en Córdoba como rehenes. El rey tuvo que avenirse a solicitar una nueva tregua liberando a los presos musulmanes que se hallaban en su poder, sin embargo tres años más tarde el caudillo cordobés regresa a Pamplona arrasándola hasta los cimientos, no debiendo quedar piedra sobre piedra de la reconstruida iglesia catedralicia de Santa María, ya destruida anteriormente por Abd al-Rahman III.

A pesar del sometimiento por la fuerza del poder califal a los territorios cristianos, estos no cejaron ni un solo momento de volver a levantarse contra él, en un choque religioso cultural que en contra de lo que en ese momento se podría pensar, comenzó poco a poco a decantarse a favor de los segundos. Una y otra vez los reyes y condes cristianos se vuelven a alzar en armas contra Córdoba uniéndose para combatir al musulmán, en el año 1000 Almanzor lanza una expedición contra el nuevo conde castellano Sancho García, el rey pamplonés envía en su ayuda a sus caballeros al igual que lo hiciera el conde anteriormente para socorrer Pamplona, León une sus fuerzas a los cristianos y el enfrentamiento tiene lugar en los montes de Cervera (Burgos), cerca del monasterio de Silos, donde los cristianos fueron derrotados con rotundidad.

A pesar de todos los contratiempos de su reinado y de estar sometido al vasallaje de Córdoba, García Sánchez II consiguió mantener íntegros los territorios del reino. Su fallecimiento se produjo en torno al año 1000, última aparición suya en la documentación. Trás su muerte se estableció un período de interregno donde su primo Sancho Ramírez de Viguera ejerció el poder hasta que su hijo, Sancho Garcés, aun menor de edad, subió  al trono en el 1004.

Sancho III Garcés “el Mayor”. Rey de Pamplona

Cumplida la mayoría de edad, 14 años, fue nombrado rey, sus dominios abarcaban en ese momento el reino nuclear de Pamplona, el condado de Aragón y el reino de Nájera, es decir, la parte occidental de la actual La Rioja. La documentación de la época le da el título de “gratia Dei Pampilonensis rex” (rey de Pamplona por la gracia de Dios), introduciendo la idea del carácter divino de la realeza a la vez que desarrollaba ampliamente el sistema de honores o tenencias cobrando gran importancia la “curia regia”.

Gran político y estratega aglutinó bajo su influencia toda la Hispania cristiana. Recuperó los terrenos de Aragón y de los condados de Sobrarbe y Ribagorza conquistados por Almanzor y su hijo Abd al-Malik, consolidando una línea fronteriza mediante la construcción de una serie de fortalezas a lo largo del río Ebro. Puso a Castilla bajo su cetro tras el asesinato del conde García Sánchez, al estar casado con su hermana Muniadona, también llamada Munia o Mayor, haciendo valer los derechos sucesorios de esta. Mantuvo una intensa relación con el conde Guillermo Sancho de Gascuña, al que prestó protección frente al condado de Toulouse (Tolosa).

A la muerte del conde Guillermo Isárnez de Ribagorza, la herencia de este condado recayó en Mayor, hermana del mismo Sancho García de Castilla, que repudiada por su esposo Raimundo III de Pallars, decidiría transferir sus derechos condales a favor de su sobrina la reina pamplonesa Munia. En una rápida intervención militar Sancho normalizó rápidamente la incorporación del condado de Ribagorza. Estableció una alianza con el conde Berenguer Ramón I de Barcelona, que firmó como testigo en algunos documentos oficiales de la corte pamplonesa y ejerció su derecho sobre la tutoría del heredero de la corona leonesa Bermudo III a la muerte de Alfonso V de León, casado con su hermana Urraca Garcés, ejerciendo su dominio desde el oriente al occidente cristiano de la península ibérica.

Culturalmente con él se permearon las fronteras del reino a corrientes llegadas del norte, pues mantuvo contacto con el rey de Francia, con quien intercambiaba regalos, el duque de Aquitania o el conde de Barcelona, introduciendo la regla benedictina que revitalizó la vida monástica, siempre sujeta eso sí a la autoridad de los obispos, manteniendo contactos con influyentes personajes como el obispo Oliba, obispo de Vich o San Odilón, abad de Cluny.

Tras la supuesta batalla de Calatañazor, donde Almanzor derrotado y herido terminó muriendo en Medinaceli en 1002, el califato comenzó a fragmentarse dando paso a una fitna (guerra civil), que unido a la sucesión de califas (nueve en menos de treinta años) lo llevaría a su desaparición.

En su lugar fueron apareciendo un mosaico de pequeños reinos Taifas (taifa significa bando o banderías), que lo sustituyeron desligándose del poder de Córdoba. Esta debilidad musulmana fue aprovechada por el Mayor para reforzar la extensa frontera con la nueva taifa de Saraqusta  (Zaragoza), con la que mantuvo una hostilidad constante apoderándose de territorios en la zona Sobrarbe y Ribagorza.

Sancho III, falleció de forma repentina el 18 de octubre de 1035, mientras su primogénito y heredero, García, viajaba por entonces a Roma. A su muerte el reino se dividió entre sus cuatro hijos, Ramiro (ilegitimo), García, Fernando y Gonzalo, esto no ha dejado de causar polémica a lo largo de la historia, llegando a nuestros días.

Para empezar no hay que olvidar el contesto feudal, medieval de la época, en donde no existía ni un lugar común, ni nación, ni patria, si no que el señor feudal podía disponer de sus posesiones como se le antojara, pues eran suyas.

Por otro lado, los documentos que nos relatan los hechos son todos posteriores, la “Crónica Silense” que se cree escrita hacia el segundo decenio del siglo XII, a los que hay que unir la creación de la leyenda del adulterio de doña Mayor en la “Crónica Najerense” escrita también a mediados del siglo XII, para dar origen a la división del reino por Sancho el Mayor.

Según la crónica, la acusación de adulterio es hecha por su hijo García siendo defendida por su hijastro Ramiro, quien finalmente probará que todo era mentira, la reina enfadada con Sancho lo maldijo y metiendo a Ramiro entre sus faldas hizo como que lo paría delante de la corte y lo adoptó como hijo, queriendo que recibiera una parte del reino.

Supuestamente todos los hijos heredaron en igualdad y a título de rey, lo cual es falso pues las crónicas no hablan del menor Gonzalo, por no decir que la extensión de territorio fue distinta en cada caso y el título “rex Dei gratia” (rey por la gracia de dios), solo se le da a García mientras que Fernando aparece como conde de Castilla ya en 1029 antes de la muerte de su padre y Ramiro ni tan siquiera se titula conde.

Ante los pocos textos conservados podemos deducir que Sancho el Mayor no dividió su reino, sino que legó tierras a sus distintos hijos, bajo el vasallaje del rey de Pamplona y que posteriormente estos se fueron independizando: Fernando terminó siendo rey de León tras su victoria en Tamarón, como sucesor legítimo de su cuñado Bermudo III, regresando Castilla a su órbita.

En 1037 Ramiro I es considerado como “regulus” en Aragón, al año siguiente según los documentos navarros ya aparece como rey. Por último Sobrarbe y Ribagorza fue encomendado a Gonzalo cuyos derechos le venían, al igual que a su hermano  Fernando por vía materna.

Poco a poco el “Statu Quo” del reino de Pamplona comienza a cambiar, su consolidación y desarrollo tras sacudirse el vasallaje carolingio y califal cordobés había llegado con Sancho III el Mayor a su máxima expresión, a partir de aquí su predominancia en la península Ibérica comienza a disminuir dando paso a otros actores que lo enmarcaran en el norte haciéndole bascular entre Francia y Castilla según convenga, hasta su unión definitiva con esta última en el siglo XV.

Ramiro I Sánchez. Primer rey privativo de Aragón (1035 – 1063), rey de Sobrarbe y Ribagorza (1045-1063)

Hijo natural de Sancho III de Pamplona y Sancha de Aybar, a pesar de ser el mayor de sus hermanos no heredó el reino pamplonés por ser hijo ilegitimo. A la muerte de su padre recibió los dominios del antiguo condado de Aragón, comprendidos entre Matidero en Sobrarbe y Vadoluengo en la linde de Navarra, primer régulo sujeto al poder de su hermano, el rey de Pamplona García Sánchez III. Ramiro I , el 27 de agosto de 1036 casó con Gisberga, que cambió este nombre por el de Ermesinda, era hija de Bernardo Roger, conde de Carcasona, y de Garsenda, condesa de Bigorre.

Pronto hubo desavenencias entre ambos hermanos pues Ramiro anhelando más territorio y aliado con las taifas de Zaragoza, Huesca y Tudela, puso sitio a Tafalla siendo derrotado por su hermano, consiguiendo salvar la vida gracias a la huida del campo de batalla a lomos de un caballo sin guarnición.

A pesar de este enfrentamiento ambos hermanos terminaron reconciliándose, seguramente Ramiro renunció a proseguir su política expansionista a costa de Navarra y García Sánchez III reconocería el señorío aragonés sobre los valles de las fuentes del río Arba.

Poco se sabe de su hermano Gonzalo, al que su padre cedió Sobrarbe y Ribagorza, las crónicas se limitan a nombrarlo, su territorio y la noticia de su muerte asesinado, apareciendo en las listas de reyes de los escatocolos (parte final de un documento que contenga la fecha y los nombres de los otorgantes, los testigos, las firmas o firmas del autor y de los testigos y el sello), de algunos documentos auténticos entre los años 1038 y 1043, intitulándose rey de Sobrarbe y Ribagorza.

Muerto Gonzalo, Ramiro se anexiono Sobrarbe y Ribagorza, siendo reconocido posteriormente por su hermano el rey de Pamplona. Ramiro ambicionaba las cuantiosas parias que pagaba la taifa zaragozana a la vez que veía como también Ramon Berenguer I hacía lo propio y se extendía comprando castillos en el condado de Ribagorza, para frenarlo Ramiro I estableció una alianza con el condado de Urgel, casando a su primogénito Sancho Ramírez con una hija de Armengol III de Urgel y dándole en matrimonio a su hija Sancha, lo que le permitió extender sus territorio a costa de la taifa musulmana a la vez que impedía a Ramón Berenguer el acceso al Cinca, reconociendo el conde de Barcelona que los castillos que había comprado pertenecían a Ribagorza como parte del reino de Aragón.

La partición de Castilla por parte de Sancho III el Mayor, otorgándole a su hijo García Sánchez III, la llamada Castella Vetula (Castilla Vieja) y el condado de Álava y recibiendo Fernando una Castilla fragmentada del resto del condado, acabó en un conflicto entre ambos hermanos, aunque Sancho apoyó a Fernando para que se hiciera con el trono de León, años más tarde Fernando se enfrentó a su hermano para recuperar el territorio perdido, muriendo García Sánchez III en la batalla de Atapuerca, siendo nombrado rey de Pamplona allí mismo su hijo Sancho Garcés IV.

Ramiro había puesto sus ojos en los estratégicos Graus y Barbastro para lo que preparo una expedición que comenzó con éxito tomando Fantova y Torreciudad, pero Al-Muqtadir, rey de la taifa de Zaragoza envió un contingente de tropas y pidió ayuda a Fernando I de León a quien en ese momento le pagaba parias. Fernando envió a su hijo el infante Sancho a quien probablemente acompañaba un joven Rodrigo Díaz de Vivar (aunque no es seguro).

Cuando los castellanos llegan a Graus, Ramiro le había puesto cerco, al principio las armas son favorables a los aragoneses pero un hecho hizo que la balanza se inclinara del lado castellano, la muerte del rey Ramiro I. Aunque esta no está clara, la versión más común es que un soldado musulmán vestido como cristiano tras entrar en su tienda clava su lanza en el ojo de Ramiro causándole una herida mortal, sea como fuere la muerte del rey obligó a los aragoneses a levantar el cerco.

Sancho Ramírez.  Sancho I de Aragón y V de Pamplona

Su padre le había asociado al trono mediante el título de “Rex”, asociación que preparaba al heredero y evitaba que los poderos nobles debilitaran al nuevo rey.

Tras la toma de la ciudad de Barbastro en 1064, ayudado por un ejército franco que el Papa Alejandro II había impulsado, Sancho Ramírez decidió viajar a Roma para consolidar su reino ofreciéndose en vasallaje al papado. Erigió Jaca en ciudad otorgándole su Fuero y nombrándola sede real por excelencia, lo que la convertía en capital del reino aunque la corte era itinerante, también instaló en ella la sede episcopal poniendo a su hermano García al frente.

Amenazó desde el norte la Taifa de Zaragoza, que resistió gracias a la alianza de su rey Yūsuf b. Aḥmad b. Sulaymān b. Hūd (que adoptó el apelativo al-Mu’tamin, el que confía en Dios) con Rodrigo Díaz de Vivar, que lo derrotó en la batalla de Morella. El prestigio de Rodrigo tras esta importantísima victoria creció de tal manera que sus tropas musulmanas comenzaron a llamarle Sidi (Señor), Cid para los castellanos.

La conspiración entre los nobles y los hermanos de Sancho Garcés IV de Pamplona, terminó con el asesinato de este por parte de su hermano Ramón, la situación de vacío de poder creada fue aprovechada por los monarcas de León y Aragón, Alfonso VI de León ocupo la Rioja, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa y Sancho Ramírez contando con el apoyo del resto de los nobles de reino se convirtió en rey de Pamplona.

La salida del Cid de Zaragoza, al entrar en conflicto de intereses personales entre la defensa de esta Taifa y su señor natural el rey leones, la conquista de Toledo por Alfonso VI y la invasión Almorávide de la Península cambiaron la manera de actuar de los diferentes protagonistas.

Aliado de Alfonso VI de León y por lo tanto guarnecida su retaguardia, Sancho continúo con su guerra en la frontera del Ebro, tomando Estrada y Monzón, a la vez que firmaba un pacto de no agresión con el Cid que tenía como objetivo Valencia, esto le permitió dirigir su mirada hacia el norte del Ebro emprendiendo la conquista del reino de Osca (Huesca), construyendo el castillo-abadía y posterior villa de Montearagón, en las cercanías de la ciudad musulmana de Wasqua (Huesca), a la que pone sitio. Durante el asedio el monarca recibió una herida que resulto mortal.

Sancho Ramírez dejó un reino muy diferente del que había recibido, consolidado y sólido, con un proyecto de expansión sobre al-Ándalus en donde se concentraban todos los esfuerzos de los nobles y con una iglesia modernizada bajo la mirada de los legados papales, su hijo Pedro nacido de la unión con Isabel de Urgel heredó el reino. 

Pedro I. Rey de Aragón y Pamplona

Sancho Ramírez siguiendo la costumbre navarra de delegar el gobierno de tierras entre los infantes como regulo, le confía a su hijo Pedro, Ribagorza y Sobrarbe a título de rey bajo su autoridad. Tras la muerte de su padre Pedro asumió el reino acuñando moneda.

En política matrimonial el infante se casó con Inés, hija de Guillermo VIII, conde de Poitou y duque de Aquitania, matrimonio celebrado en enero de 1086, con quien tuvo dos hijos Pedro e Isabel, ambos de débil salud que fallecieron antes que su padre. A la muerte de la reina contrajo un segundo matrimonio con la enigmática Berta, hija de Pedro I de Saboya, su caso es único pues quedó viuda sin descendencia por lo que hubo de esperar un año por si tenía descendencia, cumplido el plazo y al no haberla no pudo continuar como regente ya que según la norma de sucesión al reino, el futuro rey debía ser el hijo primogénito varón de matrimonio legítimo canónico, en caso de no haber un primogénito, pasaba al siguiente y de no haber hijos la sucesión pasaba al hermano varón posterior del difunto; las reinas no pueden ejecutar los poderes reales; aunque, cuando vengan por línea directa sí que sean trasmisoras.

Berta acabó abandonando Aragón perdiéndose su pista al no encontrarse documentos que nos digan a donde fue.

Aliado del Cid en el levante, se dedicó a fortificar el Castellar y Almenar para hostigar desde ellas las comarcas musulmanas de la región, lanzando una campaña contra Tortosa, ocupando Salou, Culla, Oropesa, Castellón y Montornés.

Se desplazó a Valencia para ratificar la alianza con Rodrigo Díaz de Vivar, prometiendo en matrimonio a su hijo con la hija del Cid, María Rodríguez, esta alianza beneficiaba a ambos señores que sentían la presión desde el sur del poderío almorávide, juntos partieron a abastecer la fortaleza de Peña Cadiella, que estaba rodeada de fuerzas musulmanas al mando de Muhammad ibn Tasufin sobrino del emir.

Pedro y Rodrigo atravesaron las líneas enemigas llegando a Peña Cadiella y una vez aprovisionada la fortaleza decidieron regresar por la costa para evitar las peligrosas montañas, finalmente acamparon en Bairén, un lugar situado pocos kilómetros al norte de Gandía, pero Tasufin había decidido córtales el paso en un monte que llegaba casi hasta el mar llamado Mondúber, dejando solo un estrecho paso, mientras una flota compuesta por naves almorávides les hostigaba desde el mar donde arqueros y ballesteros les lanzaban flechas y virotes teniendo entre dos fuegos a las tropas cidiano-aragonesas.

Ante esta situación el desánimo comenzó a cundir entre las tropas cristianas, entonces Rodrigo Díaz montó a caballo y comenzó a recorrer sus tropas arengándolas para la batalla, al mediodía Rodrigo y Pedro a la cabeza de sus hombres lanzaron una carga frontal que se abatió sobre los almorávides, la fe ciega de los hombres en el Cid era arrolladora y la carga rompió la vanguardia enemiga, el ejército musulmán se deshizo ante el empuje cristiano iniciando una huida hacia el mar en busca de las naves andalusíes que le auxiliaban, pero en la huida buscando la salvación la mayoría se ahogó al intentar alcanzarlas, la victoria fue total y el botín posterior a la batalla de Bairén cuantioso, regresando ambos señores con sus huestes victoriosos  a Valencia.

Pedro mantuvo su vasallaje con el papado, envió al Papa Urbano II una carta declarando su intención de mantener toda su colaboración enviándole con ella un censo prometido, el Papa respondió favorablemente extendiendo su protección sobre el rey y su reino.

Prosiguió con la expansión del reino conquistando las tierras cercanas a Huesca, el Somontano de Barbastro, poniendo sitio por segunda vez a la ciudad, Huesca estaba bajo la soberanía de la taifa de Zaragoza gobernada por Al-Musta’ín, que se veía rodeado por todos pues le debía vasallaje a León a quien pagaba parias, por el sur presionaban los Almorávides y por el norte los aragoneses.

Al-Musta’ín, acudió a defender la ciudad reforzado por los nobles castellanos García Ordóñez y Gonzalo Núñez de Lara, que veían con preocupación la expansión aragonesa, el choque se produjo en Alcoraz, con la victoria decisiva de las armas aragonesas que pasaron por encima del ejército musulmán capturando incluso a los nobles castellanos, días más tarde tras negociar su capitulación la ciudad se entregó el 27 de noviembre 1096. Por último tras otro largo asedio conquisto Barbastro en 1101.

Los últimos años de su reinado los dedicó a consolidar su posición tanto en sus conquistas como en sus relaciones con sus vasallos catalanes, renovando su fidelidad al rey el conde Armengol V de Urgel y llegando a un acuerdo con los condes Arnaldo Ramón I y Pedro Ramón que cogobernaban el Pallars Jussá. Murió en el valle de Aran cuando ya enfermo acababa de emprender una campaña contra el conde Artal II de Pallars-Sobirá. Al no tener descendencia hereda el reino su hermano Alfonso.

La figura de Pedro I, queda injustamente desdibujada entre la de su padre y la de su hermano, cuando lo cierto es que recogió las alianzas ultra pirenaicas de su padre potenciándolas, desplegó una gran energía conquistadora contra la taifa de Zaragoza ensanchado y consolidando su reino a costa de esta, a la vez que frenó a la hasta entonces imparable invasión almorávide.

Alfonso I (el Batallador). Rey de Aragón y Pamplona

Reconocido como heredero extraoficial debido a la mala salud y posterior fallecimiento del hijo de su hermano Pedro, aparece en los documentos como coparticipe de las decisiones de su hermano a partir de 1097. A otro lado de los pirineos continuo con la política de sus antecesores extendiendo su influencia en los condados de Toulouse y Béziers, cuyos dirigentes se declararon vasallos del rey aragonés, a la vez que reforzaba el pacto con Urgell.

Ante la compleja situación sucesoria de León pues tras cinco matrimonios Alfonso VI no tenía descendencia varonil, pues su único hijo Sancho en quien tenía puestas sus esperanzas había muerto en el desastre de Uclés un año antes, la sucesión recayó entonces en su hija la Infanta Urraca, viuda a su vez de Raimundo de Borgoña.

Los nobles propusieron a los castellanos Pedro González de Lara y Gómez González como destacados para desposarla, pero Alfonso eligió al Batallador como esposo de su hija aún en contra de los deseos de está, pensando como así sucedió, que a su muerte se desatarían las discrepancias entre los nobles leoneses, castellanos y gallegos y que una mujer gobernando sola no podría retener el reino.

Muerto Alfonso VI el 1 de julio de 1109, la infanta fue proclamada reina, Urraca I de León, casándose con el Batallador entre septiembre y noviembre de este año.

Lo que pudo ser la unión de la mayoría de los territorios cristianos de la península, fue solo un espejismo que duro tres años, la presión de los nobles y la iglesia gallega que pretendían separarse del reino reclamando los derechos del infante Alfonso hijo de Urraca y su primer marido Raimundo de Borgoña, obligó al Batallador a dirigirse con su ejército a Galicia para restablecer el orden, pero desde el papado tampoco vieron con buenos ojos el enlace ante la formación de un gran reino en el occidente europeo, oponiéndose a la boda y por si fuera poco la hermana de la reina Teresa de León, señora del Condado Portucalense que comprendía las tierras entre los ríos Duero y Miño y que fue el origen de Portugal, también dio muestras de rebeldía.

Pero lo peor era que entre los consortes el matrimonio no funcionaba, sabido es que los reyes se casan por política y no por amor, pero parece que ambos eran personas de fuerte carácter a lo que la falta de un heredero no ayudaba a la vida en común. Urraca no tenía sentimientos hacia su marido, este además poseía un fuerte carácter misógino llegando según algunos cronistas a los malos tratos y lo que es peor a los ojos de la reina el odio que el aragonés tenía hacia su hijo el infante Alfonso Raimúndez y que ponía en peligro su vida, sospechando que si este era asesinado Alfonso podría hacerse con el reino.

Los nobles leoneses que veían al monarca aragonés como un intruso se reúnen en Burgos, la batalla tiene lugar en Candespina donde los partidarios de Urraca son derrotados por Alfonso que contaba con el apoyo de su cuñado Enrique de Borgoña, conde de Portugal. Esta derrota hace que la reina se alié con el arzobispo de Santiago, Diego Gelmírez, que le proporciona ayuda militar.

La constante inestabilidad del reino, las guarniciones aragonesas comportándose como simples saqueadores y por último los agravios inferidos al clero y a los nobles leoneses, hace insostenible la posición del rey, lo que condujo a la intervención de los legados pontificios que exploraron la posibilidad de una disolución del matrimonio a través de Bernardo de Sedirac, arzobispo de Toledo, que negocia con el Papa la anulación. Una vez disuelto el matrimonio, Urraca, para reforzar su posición, asociará al trono a su hijo como rey de Galicia, el futuro Alfonso VII de León.

El Batallador continuó con la expansión de su territorio centrándose en la Taifa de Zaragoza, aprovechando el vacío de poder creado tras la muerte del gobernador de la ciudad, contando con la bendición del Papa que otorgó la bula de cruzada y aprovechando sus buenas relaciones ultra pirenaicas sobre todo de su amigo Gastón IV, vizconde de Bearne, el cual se presentó con un numeroso ejército, fueron ganando terrenos a los musulmanes hasta sitiar la ciudad de Zaragoza que perdida toda esperanza de ayuda finalmente se rindió el 18 de diciembre de 1118.

Inmediatamente Alfonso recuperó la antigua sede episcopal y como la antigua iglesia de Santa María estaba en ruinas comenzó sobre ellas la construcción de una iglesia románica El Pilar.

En las capitulaciones reconoció el derecho de los musulmanes a quedarse manteniendo sus leyes e impuestos, pero en un año debían trasladarse a los arrabales de la ciudad, dotó a esta de un fuero repoblando el centro con cristianos a la vez que repoblaba el valle del Ebro, dirigiendo para ello una expedición a Al-Ándalus para traer mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán que habían tomado usos y costumbres de sus dominadores árabes) que poblaran el territorio.

Continuó conquistando la margen derecha del Ebro como Tudela en 1119, pero su expedición más audaz fue la que realizo con sus tropas por el levante peninsular llegando a avistar Granada, volviendo grupas hasta Córdoba, para retornar de nuevo hacia las Alpujarras, Guadix, Murcia y Játiva retornando finalmente al valle del Ebro sin que los almorávides pudieran hacer nada para oponerse a su paso, lo que ponía en evidencia su debilidad militar para esas fechas, venciéndoles en campo abierto en la batalla de Arnisol, mientras saqueaba a placer las fértiles campiñas andaluzas desde Córdoba hasta Granada y Málaga.

Conformó el sistema feudal aragonés apoyándose en las órdenes religiosas (Templarios, Hospitalarios y la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén), a las que dejó el reino en su testamento, pensando que seguramente por este hecho tendría el cielo ganado.

Por supuesto esto no gustó a los ni a los nobles, ni al propio clero que no acataron la última voluntad de Alfonso I, eligiendo los aragoneses como rey a Ramiro II “el Monje”, y los pamploneses a García Ramírez (el Restaurador), este último era hijo del infante Ramiro Sánchez y de Cristina Rodríguez, la hija del Cid, separándose definitivamente los destinos de ambos reinos.

Acabamos de Ver como la creación de la Marca Hispánica por parte de los carolingios, configurada como un territorio que les sirviera de protección entre ellos y los musulmanes de Al Ándalus, acabó derivando en la zona central en el nacimiento y desarrollo del pequeño condado de Aragón y su posterior conversión en reino.

Lo mismo hicieron al este de los Pirineos, dominando los territorios a ambos lados de las montañas, la primera fundación política fue el Condado de Urgel (781–785) en que Carlomagno conquistó esta tierra juntamente con las de Girona (Gerona) y Osona (Ausona) a los musulmanes y restauró la vida religiosa y civil de dichos territorios abriendo el camino a la dominación franca que se consolidada tras la conquista de Barcelona (801) por Ludovico Pio, (Luis el Piadoso), hijo de Carlomagno, naciendo una serie de condados independientes entre sí, pero situados bajo la órbita de los reyes francos (Girona, Barcelona, Besalú, Cerdaña, Empúries, etc).

En 797 Sadun al-ruayni, walí (gobernador musulmán) de Madinat barshiluna (Barcelona), viaja a Aquisgrán para solicitar ayuda a Carlomagno contra el emir de Córdoba al-Hakam I, a cambio de la ciudad. Carlomagno envió a su hijo Luis, que al llegar a las puertas de Barcelona se encontró con la sorpresa de que Sadun ya reconciliado con el emir no quiso entregarla, Luis el Piadoso pone sitio a la ciudad y Sadun intenta huir a Córdoba para pedir ayuda siendo capturado por los francos. Le sustituye como walí Harun, emparentado con la nobleza de origen godo y partidario de resistir a toda costa, fue traicionado por parte algunos nobles y encarcelado, que abrieron Barcelona a los francos, nombrando Luis a Berá conde de la ciudad.

Berá. Primer conde de Barcelona (801-820), conde de Gerona (812/817-820), conde de Rasés y Conflent (812-820)

De origen visigodo, supuestamente era hijo del duque Guillermo de Tolosa, primo hermano de Carlomagno y de la dama visigoda Khunegunda, pero la paternidad de Guillermo de Gellone (Tolosa), es a todas luces imposible ya que en numerosos escritos se citan a los hijos de Guillermo de Gellone, y nunca aparece en los mismos el nombre de Berá, además sabemos que Berá era de origen godo de la Septimania, mientras que Guillermo era franco, además Luis (el piadoso) le nombra conde de Barcelona al considerar que su origen le aporta la fidelidad de los nobles de la recién creada Marca Hispanica.

Ya conde inició tres expediciones a territorios fronterizos musulmanes como Tortosa o Huesca terminaron en fracaso, por lo que Berá negoció una tregua por tres años que se firmó en el año 812. Acabada la tregua en el 816 el emir Al-Hakam I, ordena a su tío Abd Allāh atacar Barcelona, Berá consiguió frenar a las fuerzas musulmanas haciendo que se retiraran y negociando al año siguiente una nueva tregua de otros tres años de duración. Su política de preservar la paz con Al Ándalus, le valió ser acusado de traidor, por su hermano Gaucelmo, partidario de la guerra sin tregua con los musulmanes, además el levantamiento de diversos nobles pamploneses y aragoneses contra el imperio carolingio apoyados por los Banū Qasī, del valle del Ebro, le hizo temer a Ludovico Pio un levantamiento similar de Berá y los nobles godos de la Marca Hispánica. Citado a  presencia del emperador sus acusadores le impusieron un juicio de dios, duelo en el que fue derrotado siendo desterrado a Ruán, en donde murió, si bien sus bienes no fueron confiscados, sus territorios fueron repartidos, a Rampón se le dio los condados de Barcelona, Gerona y Besalú, mientras que los condados de Rasés y Conflent quedaron en manos de un hijo de Berá, Guillemundo.

Rampón. Conde Gerona (820 al 825)

Rampón fue nombrado por Ludovico en sustitución de Berá como conde de Gerona y Barcelona, al ser un hombre de su total confianza y alejado de todas las intrigas desarrolladas en Septimania. En el 820 autoriza a Donnul a construir el cenobio de San Pedro de Albanyà y en el 821 se le ordenó saquear el territorio musulmán, cosa que hizo al año siguiente a lo largo del río Segre acompañado de Aznar I Galíndez, conde de Urgel y Cerdaña. En septiembre del 822 acompañó al abad Mercoral de San Esteban de Bañolas a la corte de Luis I en Attigny. 

Bernardo de Septimania. Conde de Barcelona, Osona y Gerona

Tras su muerte Luis  nombró Conde de Barcelona a Bernardo de Septimania, hijo de Guillermo de Tolosa y su segunda esposa Witburga. Partidario del enfrentamiento con los musulmanes y del dominio franco frente a los nobles de origen visigodo, tiene que hacer frente a una revuelta entre 826 y 827 encabezada por un noble llamado Aizón (Aissó en catalán), al que se unió gran parte de la nobleza goda.

Una vez sofocada fue recompensado con la mayoría de los condados de Septimania y el control sobre la Marca, territorio denominado Gothia. Ante este revés Aizón pidió ayuda al emir cordobés Abd al-Raḥmān II, quien enviara un ejército que asediara Barcelona sin tomarla, cuando las tropas carolingias llegaron al mando de Pipino de Aquitania, los cordobeses se habían retirado asolando la zona, con ellos iban Aizon y muchos de sus partidarios, la comarca de Osona quedo asolada y no será repoblada hasta la época del conde Wifredo I.

Su papel en la Corte de Ludovico Pío, cayó en desgracia cuando el emperador testó a favor de su hijo Carlos el Calvo, nacido de su segundo matrimonio, provocando una revuelta encabezada por Lotario, el primogénito, quien ordenó ejecutar a su hermano Gaucelm. Tras recuperar el poder gracias a su fidelidad a Ludovico, a la muerte del emperador tomó partido por el hijo de Pipino de Aquitania.

El nuevo rey Pipino II era hostil a Carlos el Calvo, rey de la Francia Occidental, el cual capturó a Bernardo frente a Tolosa, lo juzgó y lo hizo ejecutar, nombrando en su lugar a alguien de su entera confianza, Sunifredo.

Seniofredo o Sunifredo I. Conde de Urgel y Cerdaña, de Barcelona, Gerona, Osona, Besalú y Duque de Gotia o Septimania

En el 841 un ejército andalusí dirigido por Abd al-Wāḥid ben Yazī y Mūsà ben Mūsà penetro en el condado de Barcelona pero Sunifredo I logró detenerlos en Cerdaña, que previamente se la había arrebatado a Galindo I Aznar, aliado de los Banu Quasi.

Esta acción le hizo ganar la confianza de Luis I “el piadoso”, que en agradecimiento de los servicios prestados le entrega los condados de Cerdaña y Urgel. Al igual que Berá, Sunifredo también pertenecía a una noble familia de la aristocracia goda que, fieles a Carlomagno y a Ludovico Pio, fueron ganando poder a la vez que incrementaban sus territorios.

A la muerte de este último, Sunifredo junto a los condes Suñer de Rosellón y Alarico de Ampurias, apoyan a Carlos el Calvo, Rey de la “Francia Occidental”, siendo recompensada su fidelidad con diversas villas pirenaicas. Tras la división del imperio entre los tres hijos de Luis “el Piadoso”, Carlos, Lotario y Luis, a Carlos le corresponde el dominio de Aquitania y tras ajusticiar a Bernardo de Septimania, el rey le concede los condados litorales que este había regido Barcelona, Gerona, Narbona, Agde, Besiers, Lodeva, Magalona y Nimes.

Las disputas entre los monarcas francos hace que su poder en la zona poco a poco se vaya debilitando, dando cada vez más poder a las casa señoriales. La tensión estalla en grave revuelta en 848, cuando Guillermo, hijo de Bernardo de Septimania, se subleva contra Carlos “el Calvo”, atacando los condados marítimos, afectando directamente los dominios de Sunifredo, que es asistido por los condes afines a su linaje, como son el conde Berá II de Rasés y Suñer I de Ampurias y Rosellón. Las ciudades de Ampurias y Barcelona son dañadas y todo parece indicar que Sunifredo encuentra la muerte en la lucha.

Wifredo “el Velloso”. Conde de Urgel, de la Cerdaña, de Barcelona y de Gerona

Hijo de Sunifredo, continua con la política de su padre recibiendo hacia el 870 los condados de Urgel y Cerdaña.

Ante la revuelta de diversos nobles como el poderoso Bernardo de Gotia en contra de Carlos el Calvo, Wifredo y su hermano Mirón, se mantienen fieles incluso tras la muerte del rey situándose al lado de sus sucesor Luis II “el Tartamudo, quien en el concilio de Troyes, impone la caída de Bernardo de Gotia y la compensación de Wifredo, que recibe en 878 el condado de Barcelona, mientras que su hermano Mirón suma el de Rosellón.

Poco a poco la capacidad de intervención del poder real en la zona se va debilitando, esto permite a los condes alejarse de las intrigas reales pasando a gobernar sus territorios con gran autonomía.

Wilfredo se beneficia de esto aumentando la población de las zonas montañosas hacia las tierras bajas despobladas, nombrando veguers, (vicarios, la veguería es una demarcación territorial histórica de Occitania y Cataluña de origen medieval), canaliza la colonización integrándola en las estructuras condales, aprovechando el crecimiento social y económico para incrementar su presencia jurisdiccional cada vez más atenta a la producción agropecuaria mediante el establecimiento de “castillos termenados” (en la Cataluña medieval el «castillo termenado» era una circunscripción territorial centrada en un castillo, cuyo titular ejercía una determinada jurisdicción), bajo la autoridad de un vicario como base del poder condal, designando a un vizconde en cada demarcación.

Esto consolida una nobleza en torno al conde, basada en el nombramiento y consolidación de los linajes vicariales y vizcondales mediante la retención del cargo y la percepción de parte de las rentas inherentes.

En este desarrollo territorial también se incluye la Iglesia, que consagra diversas parroquias afianzando de esta manera las rentas, pero el propio conde contribuye construyendo algunas como Casserres, negociando con la población, como en el valle del Lord, tras lo que acuerda actuaciones con los prelados pero permite a sus habitantes participar en la elección y destitución de los rectores, o como en Osona, promueve la recuperación de la sede episcopal.

Desarrolla una gran labor monacal tanto de pequeños cenobios que surgen en las zonas de montaña, como otros que gozaran de un importante desarrollo, como Sant Cugat del Vallès, Santa María de Ripoll o San Juan de Ripoll (de las Abadesas), bajo la regla de San Benito y dotados no solo de tierras sino también de derechos públicos y privilegios jurídicos.

Ante la descomposición del imperio carolingio tras la muerte de Luis II “el Tartamudo”,  dividiendo el reino entre sus hijos, sumado a las distintas incursiones de los Normandos que llegan a asediar Paris, los condes de la Marca Hispánica se mantuvieron leales pero sin tomar partido, no se levantaron contra poder real pero evitaron implicarse en las luchas internas, pero ante la creciente debilidad del rey, dichos condes van asumiendo un poder mayor separándose poco a poco del imperio.

La expansión de Wifredo el Velloso hacia las tierras musulmanas, hizo que los valíes que gobernaban la zona bajo el emirato de Córdoba, la familia Banū Qasī, fortificaran Lérida, Monzón y Balaguer. Wifredo se lo tomó como una provocación y atacó Lleida (Lérida), siendo derrotado, como contrapartida los musulmanes atacaran Barcelona.

Cuando Wifredo salió al encuentro de las tropas musulmanas «una lanzada realizada por el propio señor de Lleida, en el castillo de Aura», acabó con su vida según nos cuenta el cronista Ibn Hayyan en el al-Muqtabis, el 11 de agosto de 897. La ubicación exacta de este castillo está en discusión pero según algunos historiadores podría interpretarse como Vallis Laurea, es decir, en el término de Valldaura, en la sierra de Collserola. Fue enterrado en el monasterio de Santa María de Ripoll.

Wifredo contrajo matrimonio en el 877 con Guinidilda. De esta unión nacieron: Radulfo, que fue obispo de Urgel y murió entre 943 y 945; Wifredo II Borrell, que sucedió a su padre en los condados de Barcelona, Gerona y Ausona; Suñer, sucedió a su hermano Wifredo en el condado de Barcelona, pero terminó haciéndose monje (945 o 946); Miró, que heredó los condados de Cerdaña, Conflent y Besalú; Sunifredo, al que su padre dejó el condado de Urgel, y casó con su sobrina Adalaiza, hija de Suñer; Emma o Emmon, primera priora del monasterio de San Juan de las Abadesas; Ermesenda, Cixilona de Barcelona, abadesa del monasterio de Santa María del Camino y Riquilda o Riquildis, protagonista de la leyenda de fray Juan Garí, uno de los primeros ermitaños que vivieron en Montserrat.

Wilfredo I el Velloso, fue el último conde elegido por los reyes carolingios, su territorio al igual que ocurría en otros lugares a lo largo del medievo, fue repartido entre sus hijos ante la falta de autoridad del reino franco, esto hizo que lo que era un cargo público nombrado por el rey se convirtiera en patrimonial y hereditario.

Wilfredo II Borrell. Conde de Barcelona, Girona y Ausona

El declive del imperio carolingio tiene como consecuencia un paulatino proceso de feudalización política que aprovecha la fragmentación y debilidad de la monarquía, para que los señores nombrados por el rey poco a poco se vayan independizando pasando el poder a su descendencia.

Así sucedió con Wilfredo II Borrell que junto con sus hermanos Miró y Sunifredo, sucedieron en el gobierno a su padre comenzando así la línea hereditaria en la sucesión. Aun así, entronizada de nuevo la dinastía carolingia en Francia en la persona de Carlos IV “el Simple”, Wilfredo II Borrell acudió a entrevistarse con el rey para prestarle juramento y fidelidad a cambio ser investido conde oficialmente, manteniendo todavía una aptitud de respeto hacia la monarquía. Políticamente fue continuador de la obra de colonización y organización de las tierras de la Cataluña central y frontera de Barcelona.

Casado con la condesa Garsenda de Tolosa, tuvo dos hijas Riquilda, que casó con el vizconde de Narbona, y Guinedilda, que lo hizo con el conde de Tolosa; al no tener descendencia masculina sus territorios pasaron a su hermano Suniario. 

Suniario I. conde de Barcelona, Gerona y Osona

Suniario o Sunyer, fue el más pequeño de los hijos de Wifredo el Velloso y de Guinedilda. Su hermano Wilfredo II Borrell, lo asoció al gobierno de los condados convirtiéndolo en heredero, pasando a ser el titular a la muerte de este, en 911. Contrajo un primer matrimonio con Aimilda, con quien tuvo a Guiniguilda de Barcelona, a quien casó con Hugo I, conde del Alto Quercy. Tras la muerte de Aimilda se casó en segundas nupcias con Riquilda de Tolosa, hija del conde Armengol de Roergue, con quien tuvo  cinco hijos: Ermengol I (Armengol) de Osona,  conde de Osona, Mirón I de Barcelona, conde de Barcelona, Borrell II de Barcelona, conde de Barcelona,    Adelaida de Barcelona, casada con Sunifredo II de Urgel y abadesa del Monasterio de San Juan de las Abadesas y Guillermo de Barcelona.

Su gobierno continuó en el interior con la tarea colonizadora y de organización administrativa de la Cataluña central, colaboró con su esposa Riquilda en la fundación y dotación del monasterio de San Pedro de las Puellas (Barcelona), acogiendo al abad Cesáreo, seguramente un refugiado de Al Ándalus, ayudándole a fundar el monasterio de Santa Cecilia de Montserrat (944).

En el exterior, se defendió de los sucesivos ataques de valí de Lérida, al-Tawil, que murió en combate cuando encabezaba una campaña contra Barcelona.

Guerreros magiares

En el marco de las disputas por el control del comercio en el golfo de Marsella, donde Córdoba tenía el enclave de Fraxinetum en Provenza, Hugo de Arlés, rey de Italia, envió en junio de 942 tropas magiares (húngaros), para luchar contra los musulmanes. Los magiares a su entrada en la Marca Hispánica, saquearon los condados de Ampurias- Rosellón, Gerona y Barcelona y devastaron el Bagés y el Solsonés, arrasando con numerosos monasterios como Fontanilles, Banyoles, Sant Medir de Castellà, Santa Coloma de Farners y el Solsonès.

Tras poner cerco a Lleida, ante la dificultad de tomar sus muralla y la falta de alimentos, los magiares levantaron el cerco, arrasando la comarca.

Se da la circunstancia que algunos guerreros se convirtieron al Islam, hecho que aprovechó el califa para convertirlos en su guardia personal, los demás continuaron hacia Huesca donde el ejército califal a las órdenes de Muḥammad ben Hashim al-Tugibí, les derrotó en Tudela.

Finalmente en su retirada hacia los Pirineos una coalición de tropas francas los derrotaron en la batalla de Baltarga, en el condado de Cerdaña, el 21 o 22 de agosto del 942 o 943, donde falleció el primogénito de Suniario, Ermengol .

Su actitud combativa contra los territorios musulmanes aprovechando el débil comienzo del califato de Abd al-Rahmán III, hizo que este enviara a su flota contra Ampurias, Gerona y Barcelona, en respuesta Suniario dirigió una expedición contra el territorio musulmán de Tortosa y Valencia, saqueándolas y dando muerte al “Cadí” (juez) de Valencia, dando lugar a una ampliación del territorio cristiano hacia el sur e imponiendo un tributo a Tortosa. Tambien realizó una incursión contra los musulmanes en la zona de Tarragona y la Conca de Barberá, volviendo a manos musulmanas al retirarse.

Abd al-Ramán terminó enviando a un emisario, el judío Asday ben Isűāq, quien apoyado por la flota califal anclada frente a Barcelona, le obligó a negociar un acuerdo de paz de dos años que otorgaba a Suniario garantías comerciales a cambio de sumisión de este hacia Córdoba, obligándole también a romper el acuerdo matrimonial que había pactado con García Sánchez de Pamplona, quien había entregado a su hija en matrimonio, así como a no ayudar a ningún territorio cristiano que no estuviera en paz con Córdoba.

La pérdida de su primogénito afectó tanto a Suniario I que, a partir del año 944, delegó todo el poder efectivo del condado a favor de su hijo Borrell, para, tres años después, abandonarlo oficialmente e ingresar como penitente en el monasterio de La Grassa (Abadía de Lagrasse), muriendo en el año 950.

A su muerte dejó estipulado, que el condado debía ser gobernado conjuntamente por sus dos hijos, Borrell y Mirón, como así sucedió hasta el año 966, fecha de la muerte de Mirón.

Mirón I (Miró). Conde de Barcelona, Gerona y Osona

Gobernó el condado junto con su hermano Borrell II, cumpliendo la voluntad de su padre al retirarse este a un monasterio, supuestamente ambos hermanos se repartieron las funciones ocupándose Borrell de las relaciones externas y las acciones militares, mientras que Miró se encargó del gobierno interno de los condados, específicamente de la ciudad de Barcelona.

No contrajo matrimonio y tampoco tuvo descendencia. Tras su muerte en el 966 continuó gobernando en solitario su hermano Borrell II.

Borrell II. Conde de Barcelona, Gerona y Osona y de Urgel

Gobernó junto a su hermano Miró hasta el fallecimiento de este continuando a partir de entonces en solitario. Antes, en 948 había heredado a la muerte de su tío Sunifredo II sin descendencia, el condado de Urgel.

Más diplomático que sus predecesores intentó tener buenas relaciones tanto con el imperio carolingio, con los andalusíes, así como con el papado. Al estar los carolingios en plena descomposición, trató de aumentar su autonomía política estrechando relaciones con las principales familias del Languedoc, a la vez que intentaba conseguir la independencia de la iglesia de sus dominios con respecto a la franca. Para ello viajó a Roma en 970 con la intención de crear un arzobispado en Vic y restaurar el antiguo arzobispado de Tarragona, y aunque el papa Juan XIII acogió favorablemente las propuestas, el asesinato del obispo de Vic, Atón, frustró el objetivo.

Tras la muerte de su hermano, es nombrado duque de Gotia en el 971, encontrándose en este momento en pleno apogeo. En este año envía embajadas al califa al-HakamII para ratificar los acuerdos de paz anteriores, esto se repetirá en el 974, rompiéndose este entendimiento con la subida al poder califal de Hisham II, un niño todavía pero protegido por la imponente figura de Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí, llamado “al-Manṣūr” (el Victorioso), conocido como Almanzor, partidario de frenar el avance cristiano mediante las armas y recuperar así el esplendor califal.

Almanzor atacó en el verano del 978 Tarragona, momento en el que ésta es abandonada por los cristianos.

Ante el inminente peligro andalusí, Borrell se vuelve hacia los francos pidiendo ayuda militar a cambio de la renovación del juramento de fidelidad, pero la muerte de Lotario primero y de su sucesor Luis V de Francia después, sumado a las invasiones normandas, sumió al reino franco en un periodo de inestabilidad con tal cantidad de insurrecciones internas que el nuevo monarca Hugo Capeto, no pudo atender la petición de ayuda del conde.

Tras varias razias sobre territorio gerundense y barcelonés, en el 985 Almanzor al frente de un poderoso ejército y acompañado de la flota califal, parte de Córdoba subiendo por la línea de la costa hacia Tarragona. Borrell le salió al encuentro en las cercanías del castillo de Montcada siendo derrotado.

Almanzor sitió Barcelona causando un terror tal (se dice que colocó catapultas alrededor de la ciudad y la bombardeaba con las cabezas de los cristianos capturados), que finalmente la ciudad se rindió el 6 de julio del 985, aunque el conde logró escapar por mar sorteando la flota califal y refugiándose en las montañas de Manresa; pero la ciudad fue arrasada y sus habitantes pasados a cuchillo o esclavizados a excepción de los que podían pagar rescate, como el arcediano Arnulfo, futuro obispo de Osona o el vizconde Udalardo I de Barcelona que permaneció cautivo cinco años en Córdoba.

Incursiones de al-Manṣūr por territorio cristiano

La destrucción de la ciudad fue enorme así como la mortandad. Así se desprende de la gran cantidad de documentos de los monasterios de Sant Cugat del Vallés y otros, en los que se alude a la pérdida de la documentación, a las muertes y desapariciones y en los que se tratan de resolver cuestiones testamentarias y aclarar la propiedad tras esas fechas. Según al-Udrí, la aceifa duró solamente ochenta días tras los cuales Almanzor se retiró dejando un triste recuerdo que las crónicas bautizaron como «el día que Barcelona murió».

El hecho que el reino franco no acudiera en ayuda de un territorio feudatario como los condados catalanes, provocó que tanto Borrell II como sus descendientes fueran rompiendo los lazos de vasallaje y el propio Borrell se denomine «duque ibérico y marqués por la gracia de Dios».

Borrell II asociara a sus hijos Ramón Borrell y Armengol al condado, al primero asoció los condados de Barcelona, Gerona y Osona y al segundo el de Urgel, aunque estos ya aparecen ostentando el título condal en la carta de repoblación de Cardona.

A su fallecimiento el 30 de septiembre de 992, todo estaba preparado para avanzar hacia el sur en tierras de al-Ándalus como hacia el norte hacia Occitania.

Ramón Borrell II. Conde de Barcelona, Gerona y Osona

Su mandato marca el alejamiento definitivo del reino franco al no asistir para prestar juramento al nuevo rey de Francia cuando fue requerido para ello, pero hubo más, pues tampoco asistió a la llamada del rey francés cuando este necesitado de tropas, le cito para acompañarle, además de acuñar moneda con su nombre prerrogativa exclusiva de los reyes.

Ramón Borrell se casó con Ermesenda de Carcasona, mujer de fuerte personalidad e inteligencia y con grandes dotes para la política, que empleó para dominar el condado durante tres generaciones. Al contraer matrimonio Ermesenda que tenía 14 años, recibió la décima parte de todos los bienes de su marido, que se concretó en el condado de Osona-Manresa y el obispado de Vic, décima parte que le correspondía según el“Lex Visigothorum” o “Liber Iudiciorum”, cuerpo de leyes visigodo de carácter territorial dispuesto por el rey Recesvinto y promulgado probablemente el año 654, también conocido como Libro de los Jueces.

Durante los veintiséis años de matrimonio con Ramón Borrell, participo directamente en el gobierno de sus condados, en la presidencia de las asambleas y tribunales y en las campañas militares contra Al-Ándalus, como cuando acompañó a su esposo en 1015 en una expedición militar por las tierras occidentales regadas por los ríos Segre y Ebro. Su influencia fue tal que en 1010 su hermano Pere (Pedro), fue designado obispo de Gerona, y ya viuda, en 1017 en la del abad Oliba, consejero y amigo suyo como obispo de Vic.

Ramón Borrell y Emersenda tuvieron dos hijos, Berenguer Ramón, que le sucedió, y Borrell Ramón, que, al parecer, murió prematuramente, y dos hijas, Adelaida y Estefanía.

Ramón Borrell, firmó un pacto con al-Munďir, gobernador musulmán de Zaragoza, durante su estancia en esta ciudad se entrevistó con el conde castellano Sancho García pactando el matrimonio de los hijos de ambos Berenguer Ramón y Sancha. Mientras, en la frontera sur la iniciativa cambió de bando a la muerte de Almanzor, Ramón Borrell junto con su hermano Armengol I de Urgel, dirigió un ataque a la zona de Lérida, que tuvo como como respuesta una nueva razia de Abd al-Malik al-Muzaffar, hijo y sucesor de Almanzor, que llegó hasta las cercanías de Barcelona, en la que murió el obispo de Elna y su hermano Ermengol I (Armengol) de Urgel fue capturado en una incursión contra Albesa, siendo liberado tras el pago del consabido rescate.

Muerto Abd al-Malik al-Muzaffar en 1008, le sucedió en el poder su hermano Abd al-Raḥmān ibn Sanchul conocido por los cristianos por Sanchuelo, hijo de Almanzor y de Urraca de Pamplona, “la Vascona”, que había sido ofrecida en matrimonio por su padre Sancho II Abarca en el 982 a cambio de la paz. Convertida al islam adoptó el nombre árabe «Abda», se dice que el apelativo de “Sanyul” (Sanchuelo) se le dio por el parecido tan grande que tenía con su abuelo.

La crisis cordobesa estalló cuando Sanchuelo se hizo proclamar heredero legítimo del califa  Hisham II, lo que supuso la rebelión y su muerte, disputándose el trono califal entre Sulaimán al-Mustaín y Muhámmad II al-Mahdi.

Entonces Wādih, caudillo musulmán partidario de Muhámmad II, convenció a Ramón Borrell para organizar una expedición contra Córdoba. Este, unto con su hermano Armengol I, reunieron un numeroso ejercito partiendo hacia Córdoba en 1010, tras un par de enfrentamientos las huestes catalano-musulmanas derrotan a las de Sulaimán entrando en Córdoba tras un duro combate en el que cayeron numerosas tropas incluido el propio Armengol.

Tras la derrota de las tropas califales, las tropas conjuntas saquearon Córdoba regresando cargados de riquezas, con esta acción los condados catalanes se sacuden definitivamente el yugo califal, emprendiendo a partir de aquí sucesivas campañas contra plazas musulmanas como Lérida, Tarragona o Barbastro y la recién creada taifa de Zaragoza.

Como ya dijimos al principio, en el norte se sacude el dominio franco alejándose de él y asumiendo la plena autonomía condal, mientras en el interior comienza a entreverse un liderazgo territorial supracondal, que el conde de Barcelona comienza a proyectar sobre una parte del territorio catalán.

Ramón Borrell, murió con toda probabilidad a resultas de una campaña de ataque de los sarracenos de Zaragoza contra Barcelona, ​​concretamente el 8 de septiembre de 1017. Aunque no se ha conservado su testamento, por las ejecuciones testamentarias que se hicieron de él, más otros documentos posteriores se ha deducido que Ramón Borrell dejo los condados de Barcelona, Girona y Osona, junto con sus obispados a su mujer a título de “violarium” o pensión  vitalicia mientras esta viviera, derechos que se sumaron a los que ya tenía al haber contraído matrimonio el conde en virtud de las “Leges Gothorum” : “por meum decimum et por sponsalitium nuptialiter michi datum”.

Berenguer Ramón. Conde de Barcelona, El Corbat (El Corcovado o El Curvo)

El sobrenombre con el que ha pasado a la historia de “El Corbat”, parece corresponder a un defecto físico, probablemente una joroba, que le aquejaba desde muy temprana edad, aunque hay muchas dudas pues este apelativo no aparece antes del siglo XIII. Contaba con 12 años cuando subió al poder a la muerte de su padre, de manera que Ermesenda, su madre, asumió la regencia hasta su mayoría de edad en 1023, comenzando a firmar documentos en solitario apareciendo como “conde y marques”, aunque en los actos en que coincida con su madre firmaran conjuntamente.

Su padre había acordado con el conde castellano Sancho García, el matrimonio con su hija Sancha Sánchez, aunque hubo que aguardar a la mayoría de edad de ambos contrayentes para que este se realizara. En el año 1021 aparece junto a su esposa Sancha en un documento correspondiente a un juicio contra el canónigo Juan de la iglesia de la Santa Cruz y Santa Eulalia de Barcelona, donde Sancha firma como condesa «dominae Sanchiae comitissae», lo que nos indica que la asoció al gobierno causando un enfrentamiento con su madre que poseía los derechos condales y se negaba a pasar a un segundo plano.

La solución vino  gracias a la intervención de su tío Pedro, repartiéndose los dominios: Berenguer Ramón, se quedó con los condados de Barcelona y Osona, y Ermesenda con el de Girona, demostrándonos la gran influencia que tuvieron ambas mujeres en su corto reinado.

Al igual que su madre, supo rodearse de buenos consejeros ejerciendo una obra de consolidación, como el acuerdo que firma con su primo Ermengol II de Urgell, en condiciones beneficiosas para ambos pero obteniendo la sumisión feudal de Armengol.

Se alió con su cuñado, el rey Sancho III el Mayor de Navarra para coordinar acciones contra Lérida y Zaragoza, aunque su política contra Al-Ándalus fue más bien pacifica a pesar de la oposición de la nobleza que veía contrariados sus intereses.

Favoreció el poblamiento de diversos territorios como Olérdola y la comarca del Penedés confirmando las franquicias a sus habitantes, franquicias que concedió también a Barcelona para favorecer el desarrollo comercial y viajo a Roma a finales de 1032 continuando la política de buena relación con el papado.

De su matrimonio con Sancha tuvo dos hijos Ramón y Sancho, tras el fallecimiento de esta contrajo nuevo matrimonio con Guisla de Llusá, con quien tuvo a Guillermo y a Bernardo Berenguer, hijo póstumo; en su testamento dejo al mayor Ramón Berenguer las ciudades obispados y condados de Girona y Barcelona; al hijo segundo Sanç (Sancho) Berenguer la marca del Penedés y al tercero, Guillem (Guillermo) Berenguer, el condado de Osona.

Ramón Berenguer I “El Viejo”. Conde de Barcelona, Gerona y Osona-Vic

Tan solo tenía 12 años cuando murió su padre de manera que su abuela Ermesenda, volvió a hacerse cargo de la regencia de su nieto tal y como ya lo hiciera con su hijo, se supone que debió de llegar a algún acuerdo con su nuera Guisla, de manera que no se suscitase un conflicto entre los hermanos. Guisla se retiró al condado de Osona, heredado por su hijo Guillem.

Por otra parte el condado de Barcelona estaba dividido entre los dominios del propio Ramón y su hermano Sancho al sur del río Llobregat, el llamado condado de Olérdola, condado que reunificó tras ser cedido por su hermano en 1049, lo mismo ocurriría más tarde con el condado de Osona, también cedido por su hermano Guillem, en realidad ambos condados fueron vendidos a cambio de diversas propiedades y rentas.

Tuvo que hacer frente a diversas revueltas nobiliarias que menospreciaban su autoridad, a la vez que la relación con su abuela se tensaba, pues al llegar a la mayoría de edad aparecieron claras desavenencias entre ambos, encontrando la solución en la cesión del condado de Girona a Ermesinda.

Ramón se casó con Isabel de Beziers, con quien tuvo a Berenguer Ramón y Arnaldo Ramón, ambos fallecidos siendo niños y a Pere (Pedro) Ramón e Inés Ramón,  que casó con el conde Hugo de Albión.

Fallecida Isabel se volvió a casar con Blanca de Ampurias, pero esta fue rápidamente repudiada al haberse enamorado profundamente de Almodis de la Marca, a quien conoció a su paso por Narbona camino de Tierra Santa, raptándola a su regreso según una fuente musulmana, aunque según parece Almodis se escapó reuniéndose con Ramón en Barcelona, para regularizar su situación solicitaron la anulación de sus respectivos matrimonios por motivos de consanguineidad, casándose a pesar de la oposición del Papa y de su propia abuela que no se lo iba a poner fácil.

La poderosa Ermesenda no estaba de acuerdo con el affaire de su nieto y apoyó a la reina Blanca, que tomó el hábito de penitente marchando a Roma para apelar al papa Víctor II, que excomulgó a Ramón y a Almodis; la excomunión acarreaba la prohibición de entrar en las iglesias y recibir cristiana sepultura, pero lo peor era que los vasallos eran eximidos de todos sus juramentos de fidelidad y de sus obligaciones feudales, lo que podía provocar insurrecciones.

La pareja agasajó al Papa con numerosos regalos, llegándole a prometer que pondrían el condado de Barcelona bajo la dependencia de la Santa Sede; ante esta propuesta el Papa acabó levantando las excomuniones y bendiciendo el matrimonio.

Por otro lado el conflicto con Emersenda se resolvió en el 1057, cuando abuela y nieto llegaron a un acuerdo, los dos grandes consejeros de Ermesenda, el abad Oliba y su hermano el Obispo Pere de Carcasona, ya habían fallecido y la condesa con su amplia visión política viendo su pérdida de influencia, en un giro magistral de estrategia le vende sus derechos condales así como diversos castillos por 1.000 onzas de oro, además de ofrecerse a mediar ante el papa para poner fin a las excomuniones.

Retirada a sus dominios de Besora, mandó construir el tabernáculo de la catedral de Gerona en el que está enterrada, continuando profundamente ligada a la reforma gregoriana de la Iglesia, falleciendo al año siguiente.

Ermesinda fue uno de los grandes personajes de la Cataluña medieval, poderosa dama del siglo XI, asistió junto al conde primero y junto a su hijo y nieto después a juicios y asambleas, su poder limitado como esposa del conde se acrecentaría durante las minorías de sus descendientes, teniendo un papel crucial para el intento de unificar bajo un territorio predominante los tres principales condados catalanes Barcelona, Gerona y Osona-Manresa.

Tuvo gran influencia sobre el poder eclesiástico favoreciendo el apoyo de sus más allegados con la iglesia, a la vez que actuó como mecenas con numerosas donaciones para la construcción de vidrieras, retablos y fragmentos de catedrales. Aunque reconocida en el ámbito catalán, merecería mayor difusión en la historia de España al lado de grandes mujeres protagonistas como Urraca I de León o María de Molina.

Ramón Berenguer junto a su primo Ermengol III de Urgell, rechazaron un ataque conjunto de las taifas de Zaragoza y Lérida. En 1054, pactó con el conde de Cerdaña, prometiéndole ayuda para recobrar el territorio de Uluges y cobrar las parias que los reyes de ambas taifas debían pagar a los condes de Cerdaña, y este, a su vez, se comprometió a ayudarle en sus expediciones contra los moros.

Poncio I, conde de Ampurias, prestó homenaje a Ramón Berenguer I, entre los años 1040 y 1070, y Guillermo II conde de Besalú, juró serle fiel y ayudarle a defender sus estados el 11 de septiembre de 1054, a pesar de lo cual, hostilizó algunas veces sus dominios. Firmó también un convenio con el conde de Pallars.

Aliado con Urgell y Cerdaña, en 1058 emprende una nueva campaña contra al-Muqtadir, de Zaragoza incorporando a sus dominios Pilçà, Purroy, Estopinyà, Canyelles y Casserres, por su actividad combativa se le nombra en los anales como “Propugnator et murus christiani populi(combatiente y muro del pueblo cristiano).

El conde cede el condado de Gerona a su esposa Almodis apareciendo en los documentos de la corte siempre por duplicado con un ejemplar para el conde y otro para la condesa, ignorando a menudo al primogénito Pere Ramón.

Gracias a las “parias” (tributos) provenientes de las taifas musulmanas Ramón y Almodis compraron heredades y castillos ampliando aún más su patrimonio, en 1067 entregan 4.000 onzas de oro a Guillem Ramón de Cerdaña y a su esposa Adelaida, herederos de Carcasona, por la cesión de sus derechos sobre este condado en 1067 a favor de su hijo Ramón Berenguer, además Almodis aportaba al condado derechos sobre el Languedoc. La única excepción al cobro de parias fue con la taifa de Denia y Baleares, al igual que hiciera su abuela Ermensinda con Muyahid al-Amirí, rey de dicha taifa, continuó con las relaciones de alianza, amistad y comercio con su sucesor Alī Ibn Muŷāhid Iqbāl al-Dawla.

Su único revés fue la fallida toma de Tarragona, que planeó varias veces aliándose con distintos nobles, sin conseguirlo.

Usatges de Barcelona (los Usos de Barcelona).

Pero su mayor logro fue su obra legislativa los Usatges de Barcelona (los Usos de Barcelona).

Los Usatges podían traducirse al castellano como los Usos o mejor las Usanzas. Son los usos y costumbres que forman la base del derecho catalán. Un conjunto de normas jurídicas de diferentes procedencias, recopilándose de textos de diversos: resoluciones de la corte condal, fragmentos del derecho romano, del derecho visigodo, cánones religiosos y usos consuetudinarios que representó en la primera mitad del siglo XI la introducción en Cataluña del derecho feudal.

Pactos y juramentos vienen a sustituir la justicia pública por las nuevas leyes que promulga el conde dándole el nombre de Usatges de Barcelona, ya por titularse así el condado, ya por ser la ciudad metrópoli del mismo.

Ramón Berenguer junto con su esposa Almodis comenzaron la transcripción de este conjunto de leyes, en donde el conde aparece como “Hispanae subjugator”  (conquistador de España), pero su redacción definitiva corresponde al reinado de Jaime I.

En principio los Usatges solamente debían regir para el territorio dominado por el conde de Barcelona, acabando constituyendo la base esencial del derecho catalán, siendo la única ley escrita en que estaba formulada la regulación de la nueva organización social y política.

Durante el período de gobierno personal de Ramón Berenguer I se organiza la economía, creándose mercados locales, como el de San Salvador de Sabadell, acuña moneda como el Mancuso, primera moneda de oro medieval cristiana acuñada en la Península Ibérica a imitación del dinar de oro andalusí y contribuye a fomentar el comercio marítimo en el Mediterráneo al poner bajo la protección del conde de Barcelona las naves que entrasen o saliesen de la ciudad.

Tras sofocar, consolidar y ampliar sus territorios todo parecía en orden en el condado, pero la ambición y el drama siempre se ocultan tras el poder. Hemos visto que Almodis era una mujer ambiciosa, Ramón como sus antecesores la había asociado al poder llegando a gobernar sus dominios sin la intervención del conde, por el contrario su hijo Pere, fue poco a poco apartado y marginado de forma humillante de la corte condal, la condesa fue haciendo movimientos para colocar los derechos de sus hijos sobre los del primogénito, cuando cedió a su hijo el futuro Ramón Berenguer II, los condados de Carcasona y Razés, Pere cuyo odio y resentimiento hacia su madrasta se había desarrollado sin límites, tras una violenta discusión la asesinó, estrangulándola o apuñalándola el 16 de octubre del año 1071, según se dice en las “Gesta comitum Barchinonensium”.

El caso por su gravedad requirió la intervención del Papa Gregorio VII, quien a través del colegio de cardenales le impone una penitencia de 24 años, de los cuales los 12 primeros también incluyen destierro en Jerusalén. Se le imponen largos periodos de ayuno, otros de prisión para redimir cautivos y otros de reclusión cerca de un templo, rezando noche y día, haciendo ayunos y vigilias, descalzo y cubierto de ceniza y cilicios. Se le prohíbe hacer uso o llevar algún arma, excepto en caso de extrema necesidad de defensa o de luchar contra los infieles y la penitencia podrá ser prolongada doce años más si se estima que no ha dado suficiente satisfacción de su culpa.

Pere Ramón escapa a Al–Ándalus, en donde morirá al año siguiente.

Ramón Berenguer vivió cinco años más durante los que siguió su política de adquisiciones patrimoniales; renueva la alianza con Urgel, en la persona de Armengol IV; e impulsa la colonización de la Conca del Barberà, la Baja Segarra y el Campo de Tarragona.

Por último casó a su hija Sancha de Barcelona, en segundas nupcias con el conde Guillermo Ramón I conde de Cerdaña y Berga, este matrimonio seria clave en el futuro del condado de Barcelona al nombrársele tutor de su sobrino y futuro conde Ramón Berenguer III.

Ramón Berenguer II “cap d’estopes”. Conde de Barcelona, Gerona y Osona-Vic

Llamado “cap d’estopes” (cabeza de estopa), por el color rubio y lo espeso de sus cabellos, nació junto a su hermano Berenguer Ramon II en 1053, (gemelos o mellizos, no está claro, incluso hay historiadores que lo niegan).

Al morir su padre en 1076, dejó herederos a ambos hermanos, en régimen de condominio, en el testamento su padre decía que ambos debían llegar a un acuerdo para repartirse de forma equitativa todas las rentas fiscales y señoriales, pero Ramón por ser el mayor prevalecía sobre su hermano, el conflicto estaba servido.

La nobleza se dividió entre ambos hermanos, teniendo que mediar entre ambos el Papa Gregorio VII, para paliar sus discordias, nombrando una comisión de eclesiásticos en mayo de 1079 que dictamino el reparto de Barcelona y el resto del patrimonio familiar con los castillos, casas y tierras distribuidos por el condado desde el Llobregat al Besós entre que ambos hermanos, ocupando el palacio condal seis meses cada uno.

Pero aunque se repartieron equitativamente el condado, esto no puso fin a las querellas entre los hermanos que volvieron a firmar un nuevo convenio en 1080 en el que Ramón donaba a Berenguer algunas de sus posesiones, le cedía alguno de sus mejores hombres y se comprometían a repartirse todo lo que se consiguiera a partir de entonces.

Ramón Berenguer II se casó en 1078 con Matilde o Mafalda Guiscard de Apulia-Calabria, con quien tuvo un hijo Ramón Berenguer, y una hija Mafalda de Barcelona, que casó con Arnau Guillem, vizconde de Fenollet.

Yūsuf al-Muzaffar rey de la taifa de Lleida, estaba enfrentado con su hermano el rey de la taifa de  Saraqusta (Zaragoza), Abú Yaáfar al-Muqtádir. Al-Muzaffar  para defenderse de su hermano pidió ayuda a los condes catalanes, Ramón y Berenguer condes de Barcelona y Armengol IV de Urgel, a cambio del pago de parias.

Como resultado de estas luchas entre Lérida y Zaragoza, los condes catalanes obtuvieron una extensa comarca del Pla de Urgell desde Anglesola en Sidamon, al oeste, Torregrossa, al mediodía, y los confines con el condado de Urgell, en el norte.

Pero al-Muqtádir era un hombre culto e inteligente y un hábil diplomático, para evitar pagar parias a Ramón Berenguer I, intentó firmar la paz con su hermano sin conseguirlo, entonces cambió de táctica tributando al conde barcelonés, a Ramón de Cerdaña, a Armengol de Urgel, a Ramiro I de Aragón y a García de Pamplona; a Fernando I de León como defensa contra Ramiro I de Aragón, y por último a Alfonso VI de León para que le dejara actuar en la taifa de Valencia que estaba bajo el vasallaje de la taifa de Toledo. Como vemos un complicado entramado de “alianzas” que le garantizaban la supervivencia.

Pero también era ducho en el campo de las armas, se hizo con la taifa de Tortosa y la de Denia, consiguiendo finalmente el vasallaje de la taifa de Valencia, y la ansiada salida al mar por donde llegarán innumerables riquezas con las que pagar las parias a través del comercio en el Mediterráneo.

Finalmente logro reducir a su hermano al-Muzaffar haciéndose también con la taifa de Lérida, alcanzando con él la taifa de Zaragoza su máxima extensión.

LLegados a este punto se hace necesario hablar de un actor muy importante en la historia medieval de la península y sus reinos.

Desterrado por Alfonso VI de León, Rodrigo Díaz de Vivar, al que llamaban “Campidoctor o Campeador”, que viene a significar “el destacado en el campo de batalla”, en su deseo de servir a señores cristianos lo más alejado de su señor natural para no tener que entrar en conflicto con él, se traslada junto con su mesnada a Barcelona ofreciendo sus servicios a los condes, no está claro por qué Ramón y Berenguer lo rechazaron, la cuestión es que Rodrigo solo encontró desprecio en la corte condal, de la que partió dirigiéndose a Zaragoza donde fue recibido con gran agrado por al-Muqtádir que lo admite a su servicio, la única condición que impone Rodrigo es que nunca iría contra León.

Rodrigo Díaz de Vivar

Este hecho de cristianos combatiendo al lado de musulmanes y viceversa según sus intereses, es un hecho característico de la España medieval, otorga un carácter propio y original a todo el periodo distinguiéndolo particularmente del resto de Europa.

El rechazo de Rodrigo Díaz por los condes fue uno de los errores mayúsculos que cometieron los condes de Barcelona y que sobre todo Berenguer habrá de lamentar en el futuro. 

Ramón Berenguer II, fue asesinado en misteriosas circunstancias en un paraje solitario y boscoso del actual término de Gualba, sus restos fueron abandonados en una cavidad conocida por “La Perxa del Astor”, recuperados por sus fieles fue trasladado a la catedral de Gerona.

Aunque no existen pruebas que lo impliquen, desde el principio se sospechó que el instigador del asesinato fue su hermano Berenguer, quien a partir de este momento recibió el sobrenombre de “el fratricida”.

Finalmente Pedro III “El ceremonioso”, mando al escultor Guillém Morey hacer un sepulcro en dicha catedral donde hoy reposan sus restos. Su muerte provoco de inmediato una gran crisis en el condado, su hermano Berenguer Ramón queda como único conde de Barcelona, pero parte de la nobleza se desliga de su autoridad apoyando los derechos del hijo de Ramón, que todavía era un niño.

Berenguer Ramón II “el fratricida”. Conde de Barcelona, Gerona y Osona-Vic

En este tiempo murió al-Muqtádir en 1082, su taifa se dividió entre sus hijos al-Mu’tamin, (llamado por los cristianos al-Mutaman) y al-Múndir, recibiendo el primero la parte occidental de la taifa, que comprendía Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud, y el segundo la parte oriental y costera comprendida por Lérida, Monzón, Tortosa y Denia. Al igual que ocurría en los territorios cristianos al dividir un reino entre varios hermanos el conflicto estaba servido, al-Múndir no reconoció la soberanía de su hermano rebelándose contra él.

Al-Mu’tamin, contaba con el apoyo de Rodrigo Díaz, al que tras la muerte de su padre había confiado la jefatura de su ejército, le encargó una operación de castigo que asegurase el control de la frontera oriental de la taifa, dirigiéndose el campeador a Monzón (Huesca). Enterado Sancho Ramírez de Aragón y Pamplona descendió con sus huestes y las de al-Múndir hasta situarse frente a la plaza, cuando Rodrigo llega sitúa sus fuerzas frente a las aragonesas y entra en Monzón asegurando la plaza, esto hizo que las tropas arago-leridanas se retirasen. Una vez asegurado Monzón se dirigió hacia Tamarite y tras una breve estancia continuó hacia Almenar, importante enclave situado a 20 km al norte de Lérida, comenzando a reforzar su castillo.

Al Múndir pidió ayuda a Berenguer Ramón II de Barcelona, Guillermo de Cerdaña, el hermano del conde de Urgel y los gobernantes de los condados de Besalú, del Ampurdán, del Rosellón y de Carcasona, formando una alianza de ejércitos que acudieron a asediar Almenar. El choque era inevitable.

Rodrigo dejó una guarnición en Almenar y continuo avanzando por la frontera de ambas taifas en dirección sur hasta Escarp, en donde le llegó la noticia del cerco a Almenar, envió aviso a Al-Mu’tamin, que prestamente se puso en marcha encontrándose ambos en Tamarite. Una vez reunidos, Al-Mu’tamin quería atacar de frente a su hermano y los catalanes, pero Rodrigo valorando la superioridad numérica del el ejército aliado, le aconsejó llegar a un acuerdo para que levantasen el cerco a cambio del pago de un tributo, Al-Mu’tamin escuchó su consejo enviando un emisario con la propuesta de negociación, que fue rechazada por los aliados al verse superiores a las tropas zaragozanas. Ante la negativa negociadora el Cid se prepara para el combate: “con tales armas y con tal caballo ni Héctor ni Paris que aquél mejores en la guerra de Troya jamás fueron ni lo es hoy nadie.” Carmen Campidoctoris.

El encuentro se produjo antes de llegar a Almenar, ambas tropas se acometieron con gran ímpetu, pero pronto las armas se decantaron del lado zaragozano de manera que leridanos y catalanes emprendieron la huida dejando en el campo de batalla un cuantioso botín y lo más importante, al conde de Barcelona y muchos de sus caballeros hechos prisioneros.

Rodrigo Díaz se los entregó a Al-Mu’tamin, quien según la crónica los liberó a los cinco días, aunque esto no parece creíble pues según la costumbre de la época nadie liberaría a un prisionero tan importante sin un rescate o algún tipo de trato a su favor. Tras esta inesperada victoria Al-Mu’tamin y Rodrigo regresaron a Zaragoza donde fueron recibidos con grandes muestras de alegría y respeto.

Ya hemos visto como la disputa por el reparto del territorio entre ambos hermanos termina con el asesinato de Ramón Berenguer II, a partir de aquí se abre una crisis en el condado que no terminará hasta la subida al poder del hijo de este Ramón Berenguer III.

Una parte de los nobles catalanes cuestionó la autoridad de Berenguer Ramón, apoyando a su sobrino aunque según el testamento de Ramón Berenguer I, “el Viejo”, no podía heredar la mitad del condado que perteneció a su padre hasta que no muriera su tío. Aun así la oposición al conde va creciendo hasta que en 1085 una asamblea de nobles presidida por el obispo Berenguer de Vic, toman la decisión de encargar la tutoría del infante a sus tíos Sancha de Barcelona y Guillermo I Ramón condes de Cerdaña, a quien además le conceden el liderazgo para luchar contra Ramón Berenguer.

Con este mandato Guillermo I Ramón, intento socavar la supremacía del condado de Barcelona sobre los demás condados catalanes siendo el momento más crítico de Berenguer Ramón, que perdió su primacía sobre los demás condados, pero esta situación será breve, pues los insurrectos además de pedir ayuda al conde de Urgel, Armengol IV, ofrecieron al rey Alfonso VI de León la tutoría y la soberanía suprema sobre los condados catalanes, esto no gustó a determinados nobles que al año siguiente reunieron una nueva asamblea a la que asistieron también los nobles que participaron en la anterior, acordando que Berenguer Ramón actuara como tutor de su sobrino durante once años, para luego asociarle al gobierno del condado.

Restaurado su poder, el conde vuelve a su política exterior de intervención en las taifas vecinas junto a sus aliados para asegurarse el cobro de las parias, su objetivo es que la taifa de Valencia pasara a su aliado al-Mundir de Lérida. Pero Valencia estaba protegida por Alfonso VI de León que tras la conquista de la taifa de Toledo ayudó a su amigo y antiguo rey de dicha taifa al-Qadir a proclamarse rey de la taifa valenciana.

Al frente de su hueste Alfonso puso a uno de sus mejores hombres Álvar Fáñez, quien siguiendo las instrucciones de su señor no paraba de pedir tributos a al-Qadir, en un doble juego pues mientras le apoyaba, el objetivo era debilitarle y así hacerse con Valencia tal y como había ocurrido con Toledo, actuando como un gobernante de facto mientras creaba unas estructuras tributarias y bélicas que enriquecían a su rey a la vez que él mismo, gracias a un potente ejército de caballeros cristianos y musulmanes fieles a su figura, estrategia que consolidara más tarde el Cid.

Pero además lanzó razias contra territorios pertenecientes al taifa de Lérida, asaltando castillos, pueblos y villas con los que obtuvo numerosos bienes que llevados a Valencia eran vendidos en almoneda (subasta pública). La irrupción en la península de los almorávides le obliga a dejar Valencia para defender su propio territorio llamado urgentemente por Alfonso VI, uniéndose a su ejército que será derrotado en la batalla de Sagrajas o Zalaca.

Al quedar desprotegida Valencia, al-Munḏir y sus aliados catalanes irrumpen en la taifa asediando la capital, Alfonso VI que había rehabilitado al Cid tras su destierro, le ordeno ir a Zaragoza para reforzar la frontera con Aragón y tras esto unirse a al-Mustaʿīn de Zaragoza, que había sucedido a su padre al-Mu’tamín, y juntos socorrer a al-Qadir.

Cuando se supo que Rodrigo Díaz iba de campaña a Valencia muchos caballeros y otras gentes de guerra corrieron a unirse a su mesnada, de manera que cuando el poderoso ejército se plantó frente a la ciudad, al-Múndir y Berenguer Ramón levantaron el cerco y se retiraron.

“Al-Musta‘in quería hacerse con Valencia a toda costa, pero Rodrigo le comunico que no iba a permitir tal cosa, puesto que aquella ciudad pertenecía a su señor, Alfonso VI «porque el rey de Valencia la tenia de su mano»”. (El Cid de David Porrinas). Ante un posible enfrentamiento con su poderoso aliado, el monarca zaragozano opto por volverse a su reino.

Cuando Rodrigo desterrado por segunda vez y actuando ya como señor independiente, con la clara intención de hacer un señorío propio hubo controlado el sur de Valencia, dirigió sus pasos hacia el norte, hacia Burriana, perteneciente a al-Múndir, que preocupado por dicho movimiento volvió a pedir ayuda a cambio de grandes sumas de dinero a Berenguer Ramón II.

Este a su vez partió hacia Zaragoza para entrevistarse con al-Mustaín, y formar una alianza (a cambio de parias, por supuesto), que formara una fuerza capaz de enfrentarse con una hueste tan profesional y preparada como la del Cid. Pero Berenguer Ramón tenía más motivos que le impulsaban a la guerra contra el Campeador, pues desde que Valencia estaba en las manos de Rodrigo había dejado de cobrar las parias que proporcionaba la taifa y seguro que todavía le dolía en su honra el haber sido capturado por este en Almenar.

Sabiendo que la relación entre el monarca leones y Rodrigo se había roto, intentaron que se sumara a la coalición Alfonso VI, pero Alfonso no quiso saber nada del asunto seguramente porque tenía sus propios planes para la región.

Rodrigo, recibió un emisario de al-Mustaín informándole de los planes de su tío y de Berenguer Ramón II, contra él, en un intento de mantener la amistad con quien le había servido eficazmente, al igual que a su padre y a su abuelo, el Campeador se lo agradeció y a partir de entonces se dedicó a prepararse para el encuentro con leridanos y catalanes, dicho encuentro tuvo lugar en Tévar, pero antes de la batalla tuvo lugar un intercambio de cartas entre ambos líderes cristianos en los que se provocaban, amenazaban e insultaban mutuamente.

Eliminado por parte cidiana el factor sorpresa, Rodrigo elaboró una táctica que le daría grandes resultados. A través de falsos desertores o falsos espías distribuyó una serie de noticias en las que supuestamente el Cid abandonaría el lugar por unos pasos determinados, Berenguer se tragó el anzuelo y dividió su ejército en cuatro partes, las supuestas por donde Rodrigo había de escapar.

Tejida la celada, el Campeador situó a sus tropas musulmanas en dichos pasos, esperando emboscadas a los caballeros catalanes que ante la sorpresa fueron rápidamente superados, con esta confusión y alarma, Rodrigo lanzó una carga de caballería contra el centro del ejército barcelonés en la que fue derribado de su caballo y malherido, rápidamente sus hombres corrieron a socorrerlo continuando con el ataque, superado el primer choque Berenguer Ramón huyó con el resto de su hueste, los cidianos salieron en su persecución haciendo una gran matanza y apresando a los caballeros más notables como el conde de Cervellón, Giraldo Alemán, Ramón Mirón o Ricardo Guillén y el propio Berenguer Ramón, que caía en manos del Cid por segunda vez.

Se fijó un rescate de 80.000 marcos de oro valenciano para Berenguer Ramón y Giraldo Alemán y otras distintas cantidades y riquezas para los demás, posteriormente se reunieron «para establecer la paz entre ambos», acordando una forma de vasallaje, cediendo Berenguer los territorio situados al sur de Tortosa en las cercanías de Burriana que aseguraban al Campeador su frontera norte, negociando también el futuro pacto de la boda de su hija María Rodríguez, con su sobrino Ramón Berenguer III.

Entre tanto se comenzó a repoblar la zona de Tarragona, aunque la ciudad a pesar de varios intentos de conquista permanecerá musulmana hasta 1117 ya con Ramón Berenguer III.

Durante un viaje a Roma el obispo Berenguer de Vic, pidió al papa que restaurara la antigua sede metropolitana de Tarragona independizándose de esa manera del arzobispado de Narbona, en una bula papal del 1 de julio de 1091 se restableció efectivamente la sede tarraconense y el obispo de Vic, Berenguer de Lluçà, fue nombrado arzobispo. Cuatro años más tarde se separa de la sede Narbona, quedando supeditada al arzobispo de Toledo.

Pero en el interior del condado los nobles contrarios a Berenguer aumentaron la gravedad de sus recriminaciones sobre la muerte de su hermano, para defenderse de la acusación se acordó una ordalía o juicio de dios «per batallam» (por combate), para el que se buscó una corte neutral siendo elegida la de Alfonso VI de León,  Berenguer Ramón II fue vencido y esto fue suficiente para establecer su culpabilidad (1097).

A partir del 3 de marzo de ese año Berenguer desapareció de la documentación. Su muerte según algunos autores ocurrió en Castilla pero según otros, se enrolo en la primera Cruzada junto con Ramón IV de Tolosa, muriendo en Jerusalén.

Ramón Berenguer III, “el Grande”. Conde de Barcelona, Gerona y Osona, Conde de Besalú, Conde de Provenza, Conde de Cerdaña

Asociado al poder por su tío Berenguer Ramón II, asumió el poder en solitario a los catorce años tras la muerte de este, formando su consejo con nobles allegados a él que habían defendido sus derechos como Guerau Alemany de Cervelló, Ponce Guerau de Cabrera, Guillermo Ramón de Montcada, Ramón Guillem de Ódena, el obispo de Osona, etc.

En el comienzo de su mandato siguió con la política continuista de asegurarse las tierras al sur de Tarragona con el objetivo que ya hemos visto de restaurar su sede metropolitana, ante la juventud del conde los miembros de su consejo nombran a Artal II de Pallars-Sobirá, (primo suyo), como caudillo militar para asediar Tortosa.

El levantamiento de los musulmanes de Murviedro (Sagunto), en 1098 contra el Cid Campeador, fue aprovechado por el joven Ramón Berenguer para encabezar un ataque contra Oropesa, ciudad que sitió y que tras un acuerdo con Rodrigo que debió de incluir el matrimonio con su hija María Rodríguez, levantó.

Se desconoce la fecha en la que se produjo el matrimonio apareciendo por primera vez confirmado en un documento del año 1103, pero María debió de fallecer pocos años después pues Ramón vuelve a contraer matrimonio con Almodís en 1106, también hay dudas sobre los hijos en común, tradicionalmente se ha considerado que tuvieron dos hijas María y Ximena, pero parece que solo tuvieron una única hija Ximena.

Llegado a la mayoría de edad, Ramón reclamó la devolución de sus dominios a Bernar (Bernardo) Ató, vizconde de Béziers y Agde, que se había hecho con Carcasona a condición de devolverla con la mayoría de edad, acuerdo que no respetó apoyado como estaba por el conde de Tolosa y Alfonso I de Aragón, los carcasonenses se rebelaron contra el vizconde en 1107, pero la subida de los Almorávides por el curso inferior del Ebro, impidió el envió de ayuda por parte del conde a sus partidarios.

La situación cambia tras su boda con Dulce pues esta es pariente del arzobispo de Narbona que frenó la intervención militar barcelonesa y consiguió que se llegara a un acuerdo, Bernat Ató reconocía tener Carcasona y su condado en feudo por el conde de Barcelona y le libraba doce castillos que poseía en el Sur de Francia, castillos que Ramón Berenguer III retornaba a Ató en calidad de feudo, además el conde recibía una indemnización.

En cuanto al condado de Razés, su situación era más compleja pues Ató lo había cedido a Alfonso I de Aragón para no cederlo al conde de Barcelona, acordaron que si Alfonso moría sin hijos o el conde de Barcelona obtenía de él su devolución, entonces seguiría la misma suerte que Carcasona. Esta concordia firmada en 1112 entre Ramón y Bernat, legalizaba la situación anterior pues aunque los territorios seguían en manos del vizconde este reconocía la soberanía del conde de Barcelona, sin solucionar de manera definitiva los problemas pero dando un impulso a la política ultrapirenaica del condado.

En 1111 incorpora el condado de Besalú al casar a su hija Jimena (todavía una niña) con el conde Bernat III de Besalú, en el acuerdo matrimonial se establecía que, en caso de que Bernat muera sin descendencia, sus dominios (salvo Olot y Ripoll, donados al monasterio de Ripoll) pasarían al conde de Barcelona, este compromiso era claramente favorable a Ramón Berenguer pues debido a la gran diferencia de edad y que Bernat estaba viejo y enfermo tenía muchas posibilidades de no consumarse nunca, como así ocurrió.

Un año más tarde contrajo matrimonio por tercera vez con Dolça (Dulce) de Provenza, hija de Gilberto I, conde de Gévaudan y de Gerberga, condesa de Provenza, su madre había donado todos su dominios a Dulce el 1 de febrero de 1112 como paso previo a la boda que se celebró el 3 de febrero, tras el matrimonio Dulce cedió todos sus títulos a su marido incorporándose Provenza al condado de Barcelona.

Las islas Baleares se habían convertido en una importante base naval para el poder musulmán en la península y en un refugio para los piratas berberiscos que solían atacar a las embarcaciones y costas cristianas de Cerdeña y la península itálica. Como respuesta el Papa Pascual II organizó una cruzada que contaba con naves y fuerzas de la ciudad de Pisa a las que se unieron otras ciudades italianas, la flota partió de Pisa el 6 de agosto de 1113 perdiéndose y llegando hacia finales de mes a una tierra que se cree poblada por infieles, pero que resulta ser el país de los «christicolas Catalanensis», probablemente la actual costa de Blanes.

Por primera vez aparece el topónimo catalán en el poema pisano «Liber maiolichinus de gestis pisanorum illustribus», en el cual se describen las gestas que los pisanos realizan con los catalanes para abordar la conquista de Mallorca, aparecen varias referencias al conde Ramón Berenguer III (Dux CatalanensisRector Catalanicus hostesCatalanicus herosChristicolas Catalanensesque) así como referencias étnicas como catalanenses o catalanensis y al territorio de estos, Catalania.

Comprobado el error de navegación, la flota se refugia en el puerto de Sant Feliu de Guíxols, enviando un mensaje al conde solicitándole su participación en el escuadra, tras las negociaciones se firma una alianza con los pisanos, por la cual Ramón Berenguer se compromete a dirigir la empresa ofreciendo protección y defensa a los expedicionarios.

Al principio todo fue bien, pues tras conquistar el Alcázar de Ibiza y saquear la isla liberando a los prisioneros cristianos, conquistaron Madina Mayurqa, hoy la ciudad de Palma, en Mallorca, pero la invasión Almorávide obligó a Ramón a regresar de manera que no pudo consolidar la conquista de las islas aunque se reconocieron derechos de posesión y privilegios tanto a catalanes como a pisanos. Cuando la flota cristiana partió, los almorávides reconquistaron Mallorca.

Tras su éxito en la campaña mallorquina se dirigió a Roma para conseguir que el Papa predicase una cruzada para la toma y restauración de la sede de Tarragona, conseguido su objetivo volvió, aunque primero tuvo que hacer frente a una revuelta nobiliaria en Provenza, tomando finalmente Tarragona en 1117, al año siguiente donó la ciudad y su comarca al obispo Oleguer, que fue designado arzobispo por el papa procediendo a su repoblación.

Este mismo año tras la muerte del conde Bernardo Guillermo de Cerdaña sin sucesor, Ramón Berenguer se hace con los derechos sobre el condado y sus anexos: el condado de Berga, el Conflent, el Capcir y el Donazan. En 1128 casó a su hija Berenguela con Alfonso VII de León, sellando una alianza contra Alfonso I de Aragón cuya enemistad llegaba a tal extremo que Berenguela tuvo que ser llevada a León por mar al no poder cruzar territorio aragonés.

Ramón Berenguer III murió en el Hospital de Pobres contiguo a la Catedral de Barcelona el 19 de julio de 1131, a la edad de cuarenta y ocho años, después de otorgar verbalmente testamento en su palacio de Barcelona donde yacía enfermo. A su primogénito Ramón Berenguer IV, le instituyó heredero del obispado y condado de Barcelona, del condado y arzobispado de Tarragona, de los condados y obispados de Gerona y Ausona (Vic), de los condados de Manresa, Besalú, Cerdaña y Berga, de la villa y bailía de Peralada y de los condados de Carcasona y Razés, mientras que su hermano gemelo Berenguer Ramón, recibió el condado de Provenza.

Entre tanto en Pamplona y Aragón una crisis dinástica se había abierto tras la muerte sin descendencia de Alfonso I, al dejar en su testamento el reino a las ordenes religioso-militares.

Por supuesto esto no gustó a los ni a los nobles ni al propio clero que no acataron la última voluntad de Alfonso I. En un rápido golpe de mano su hermano Ramiro, obispo de Barbastro, al día siguiente del fallecimiento del monarca presidio como rey los sufragios por el difunto, el objetivo era claro, salvaguardar a toda costa el linaje real.

Ramiro II “el Monje”. Rey de Aragón.

El cuarto hijo de Sancho Ramírez, fue preparado desde joven para la carrera eclesiástica, siendo obispo de Roda y Barbastro al recibir la noticia de la muerte de su hermano Alfonso, la decisión apresurada de asumir el poder mantenía sobre su persona la realeza y los dominios de sus antepasados evitando de esta manera la desaparición de su dinastía, asegurándose que ningún otro candidato tuviera posibilidades de conseguir apoyos y contrarrestar el dudoso liderazgo de un obispo.

Tras el rápido golpe de mano y sabiendo que el tiempo jugaba en su contra, inició un rápido viaje por el territorio aragonés para recabar la fidelidad de sus nuevos súbditos. En veinte días acudió a Huesca, Jaca, Sobrarbe, Ribagorza, Roda y Barbastro, de manera que el 29 de septiembre de 1134 estaba a las puertas de Zaragoza, después de haber recorrido trescientos setenta kilómetros en tres semanas.

En Pamplona la situación era distinta, los nobles no creían que Ramiro tuviera dotes políticas ni preparación militar para asumir el reinado, por otro lado querían recuperar una posición política relevante en el conjunto de los reinos peninsulares, posición que habían perdido en favor de Aragón, contando por tanto con un gran apoyo social, por todo ello, los “navarri”, (denominador común de los súbditos de toda condición social, nobles, burgueses y villanos inscritos en el perímetro regio de “Navarra”), acabaron eligiendo como rey a García Ramírez, “el Restaurador”, sin olvidar el decisivo apoyo del obispo de Pamplona, antiguo rival por el episcopado de Ramiro, García Ramírez era hijo del infante Ramiro Sánchez y de Cristina Rodríguez, la hija del Cid.

Ambos acordaron en el pacto de Vadoluengo (Sangüesa, enero de 1135) prohijarse y compartir la soberanía: Ramiro II sería el titular de la misma y García Ramírez la ejercería en su nombre. Pero este último buscó el apoyo del rey leones Alfonso VII para afirmarse en el trono y se hizo vasallo suyo (mayo de 1135). Roto el pacto y el prohijamiento se separaron definitivamente los destinos de ambos reinos.

Pero en Aragón las cosas no fueron tan fáciles, se vivía una situación de crisis sin resolver, pues nobles descontentos con la nueva situación protagonizaron diversas revueltas nobiliarias que curiosamente fueron solventadas sangrientamente por “el Monje”, episodio que fue recogido en la leyenda de la “Campana de Huesca”.

Por otro lado, buscando no solo la estabilidad del reino sino también su continuidad y roto el pacto de Vadoluengo con García Ramírez, Ramiro rápidamente buscó esposa casándose con Agnès de Poitiers (Inés de Poitou), hija del duque de Aquitania, Guillermo IX “el Trovador”, noble viuda francesa que había demostrado fertilidad en un primer matrimonio. “Transcurridos escasos días, en ese punto felizmente alzado, como consecuencia de la muerte de este varón, no por ambición de honores o deseo de enaltecimiento, sino únicamente por la necesidad del pueblo sediento y por la tranquilidad de la Iglesia, con plena voluntad y buen ánimo, asumí la potestad regia y la culminación de la dignidad y sucedí a mi hermano. Además, tomé mujer, no por la lujuria de la carne sino por la restauración de la sangre [real] y de la estirpe”. Noviembre de 1137, documento que confirmaba sus donativos a la Catedral de Roda.

Esta unión solo buscaba dar un heredero al reino, naciendo Petronila de Aragón, en agosto de 1136, conseguido el objetivo, el matrimonio se separó volviendo Inés a Francia sin volver a ver a su hija aunque probablemente no se produjo ningún repudio o divorcio formal.

Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV

Petronila de Aragón. Reina propietaria. Ramón Berenguer IV. Príncipe de Aragón, conde de Barcelona

Petronila fue concebida para reinar como transmisora de la potestad real heredada de su progenitor y evitar la discontinuidad de la realeza aragonesa, el inconveniente de que fuese mujer (el derecho aragonés impedía que una mujer ejerciera el poder real a no ser que lo desempeñara un marido o un tutor), lo solvento Ramiro II al comprometerla al año siguiente al conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, las capitulaciones se firmaron el 11 de agosto de 1137 en Barbastro, estas se basaban en una institución del derecho privado aragonés, denominada “el matrimonio en casa”, mediante las cuales Ramiro II entregaba a Petronila, de poco más de un año de edad, como futura esposa de Ramón Berenguer, teniendo que esperar hasta que cumpliera los 14 años para celebrarla ya que el Derecho Canónico marcaba esa edad para poder consumar el matrimonio, teniendo entonces Ramón 37 años.

Tras la firma Ramiro II se retiró dejando el gobierno en manos de Ramón Berenguer IV mientras él volvía al retiro espiritual en el priorato de San Pedro el Viejo de Huesca, pero señalando explícitamente que mantenía su dignidad y autoridad como «rex, dominus et pater » (rey, señor y padre), lo que convertía al conde en vasallo e hijo.

Ante la gran diferencia de edad el conde rechazó hacerse cargo de la educación de Petronila dejándola al cuidado de su hermana Berenguela de Barcelona esposa de Alfonso VI de León, coronado “Imperator totius Hispaniae” (Emperador de toda España), que viendo la oportunidad intentó casarla con el infante Sancho, esto no sentó nada bien en Aragón pues Alfonso VI había ocupado la Rioja y el Regnum Caesaraugustanum, (nombre que recibieron las tierras de Zaragoza, Calatayud, Daroca, Tarazona y Epila).

Reunidas las cortes dictaminaron que la reina niña volviera a Aragón bajo el pretexto de que el clima de León no le sentaba bien, hasta su padre Ramiro II amenazó con abandonar su retiro en defensa de su hija y de su reino.

Petronila estuvo bajo la tutela de su padre hasta la muerte de este el 16 de agosto de 1157, siendo enterrado en el mismo monasterio, en un sarcófago romano. Designó a Ramón Berenguer heredero del reino en caso de fallecimiento de su hija o de sobrevivir a la descendencia, si la hubiere, de esta forma quedaba asegurada la estabilidad del reino uniéndose a los condados dominados por Ramón Berenguer que nunca tomo el título de rey, si no Príncipe de Aragón, pues de lo contrario faltaría a la fidelidad debida a Ramiro II y a su hija, esto por un lado le cerraba a Aragón los territorios occidentales pero le abría el Mediterráneo que ofrecía amplias perspectivas.

Ramón Berenguer IV, negoció con las tres órdenes militares cerrando definitivamente la crisis sucesoria en Aragón al cederles estas sus derechos sucesorios a cambio de distintos beneficios.

Se declaró vasallo de Alfonso VII de León por el “Regnum Caesaraugustanum”, (reino de Zaragoza) hecho del que queda testimonio en el escudo de armas de la Ciudad de Zaragoza, ya que ese parece ser el origen del León zaragozano. Juntos participaron en la conquista de Almería, aportando no solo tropas aragonesas sino también las flotas de Barcelona, Pisa y Génova en la toma del puerto.

En 1148 conquistó Tortosa, momento que aprovechó el rey pamplonés García Ramírez para atacar Aragón volviendo a ocupar Tauste y conquistando Los Fayos y Espetiella, Ramón Berenguer IV respondió con la toma de Carcastillo. Al año siguiente tomó Lérida, Fraga y Mequinenza, llegando posteriormente hasta el río Algás, Miravete y las sierras de Prades y Ciurana, convirtiendo en tributario a Ibn Mardanis el rey Lobo de Valencia y Murcia.

En febrero de 1158, se reunió con Sancho III de Castilla en Serón de Nágima en la provincia de Soria, acordando la devolución del reino de Zaragoza a Aragón a cambio, entre otras cuestiones, del vasallaje del conde y de su heredero. Además, pactaron el matrimonio entre la hermanastra de Sancho III, Sancha, y el futuro Alfonso II de Aragón, el llamado pacto de Haxama.

Para seguir avanzando hacia Occitania, se alió al el rey de Inglaterra Enrique II, casado con Leonor de Aquitania prima de Petronila, con la finalidad de desarrollar su influencia por la zona, llegando también a conseguir el apoyo del emperador Federico I Barbarroja, quien reconoció la soberanía del príncipe aragonés sobre Provenza mediante su vasallaje en 1161, concertado el matrimonio de su sobrino Ramón Berenguer III de Provenza, con Requilda, sobrina del emperador.

Al año siguiente emprendió un viaje para entrevistarse con Federico y dirimir los derechos sobre Provenza cedidos a su sobrino, pero enfermó en el camino y sintiéndose morir  hizo testamento, muriendo en el Borgo de San Dalmacio, en el Piamonte, el 6 de agosto de 1162, su cuerpo fue trasladado al monasterio de Ripoll donde fue enterrado.

En octubre del mismo año mandó la reina reunir Cortes Generales en Huesca, donde se leyeron las últimas voluntades del difunto: el heredero sería el hijo mayor, Alfonso, al que su padre llamaba Ramón; a su hijo Pedro le dejó el condado de Cerdaña y el señorío de Carcasona, con la obligación de este de prestar fidelidad a su hermano mayor; al menor, Sancho, sólo lo nombra como sucesor en caso de que muriesen sus hermanos, la tutela de sus hijos se la deja a Enrique II de Inglaterra, por último a la reina le cedió Besalú y Ribas, no mencionando el testamento a sus hijas.

Nominalmente no fue rey de Aragón, pues lo era su mujer ya que según el contrato matrimonial sellado entre Ramiro y Ramón, la auctoritas, pertenecía exclusivamente a Petronila, aunque la administración del reino, su gobierno, la potestas, recaía sobre su marido el conde de Barcelona, como lo requería la práctica medieval.

Petronila aseguró pues la transmisión del poder sin ejercerlo. Aun así Alfonso era un niño al fallecer su padre y Petronila lo tutela los dos primeros años dejando la administración del condado en manos del conde de Provenza, Ramón. Además se rodea de hombres fieles a ella grandes del reino como obispos, nobles y ciertos representantes de las ciudades que la aconsejan, estando presentes en la redacción de su primer testamento.

Consigue la estabilidad del reino al firmar una tregua de 13 años con Navarra, documento que firma con su hijo, dando tiempo al joven príncipe para adquirir un poco de madurez en el ejercicio del poder. Dos años después de la muerte de Ramón Berenguer IV, hace donación formal del reino de Aragón con los límites que tenía en el tiempo de Ramiro II, a su hijo. El niño, deja de llamarse Ramón y recibe la denominación de Alfonso; significando con este cambio el cumplimiento de la transmisión del reino de Alfonso I el batallador, al nuevo rey Alfonso II, cerrando definitivamente la crisis dinástica. 

“Quapropter in Dei eterni regis nomine, ego Petronilla, Dei gratia Aragonensis regina et Barchinonensis comitissa, uxor que fui venerabilis Raimundi Berengarii comitis Barchinonensis et principis Aragonensis, libento animo et proptissima voluntate, cum consilio et consensu et providencia Ugonis, Dei dignatione Tarrachonensis archiepiscopi […] dono et laudo et concedo tibi dilecto filio meo Ildefonso, regi Aragonensi et comiti Barchinonensi, et omni posteritati tue, omne regnum Aragonis integriter […] cum omni sua integritate, sine”

“Por lo tanto, en el nombre de Dios el eterno rey, yo, Petronila, por la gracia de Dios, reina de Aragón y condesa de Barcelona, esposa del venerable Ramón Berenguer, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, con un corazón dispuesto y una muy buena voluntad, con el consejo y consentimiento y providencia de Hugo, por la gracia de Dios, arzobispo de Tarragona [… ] os doy y alabo y concedo a mi amado hijo Ildefonso (Alfonso), rey de Aragón y conde de Barcelona, y a toda vuestra posteridad, todo el reino de Aragón en su ulla voce et aliqua dominatione inibi a me ullo modo retenta”.

Una vez cedidos los derechos del reino a su hijo se retira a sus posesiones de Besalú y Barcelona, no volviendo a contraer matrimonio. El 14 de octubre de 1173 Petronila I de Aragón, hace testamento sacramental (oral y ante testigos) en Barcelona, indicado sus últimas voluntades muriendo en dicha ciudad al día siguiente, a la edad de treinta y seis años. El testamento se publicó el 24 de octubre de ese mismo año; en él dejaba a su hijo el rey Alfonso el reino de Aragón.

Petronila representó con toda discreción el papel de reina que le deparó el destino salvaguardando la integridad del reino, su matrimonio con Ramón Berenguer IV, consagró la unión dinástica en el hijo de ambos, Alfonso Ramón Berenguer, naciendo en este momento la Corona de Aragón, una nueva identidad, fortalecida por la unión de dos estados que tendría un papel muy importante en el futuro de la Península Ibérica.