No se ha cerrado un ciclo porque hay que seguir investigando, reconstruyendo la memoria y castigando a los culpables.
Rafael Videla fue uno de los eslabones de un plan sistemático de aniquilación en nuestro continente llamado “Plan Cóndor”. Y en este sentido damos el ejemplo porque en nuestro país los dictadores no mueren con impunidad.
En diciembre de 2010 fui querellante en el juicio que iniciamos en 1984, a Videla y a otros represores, y recibieron sus merecidas condenas a cadenas perpetuas. En ese momento tanto como ahora, creo que tenemos que fortalecer las instancias jurídicas para que esto no vuelva a ocurrir nunca más. Aquel juicio y los posteriores son muy emblemáticos, porque la Argentina avanzó quizás más que ningún país a nivel internacional. El juicio de Nuremberg fue un tribunal ad hoc, y aquí no. Aquí está en funcionamiento, y eso es lo que hay que valorar, es la justicia Argentina a través de un estado de derecho.
Como a muchos, la dictadura militar me encarceló durante 28 meses sin que me acusaran ni me enjuiciaran. Fui torturado e incluso sobreviví a los llamados vuelos de la muerte. Pero lo peor de este sujeto fue que nunca se arrepintió de la muerte que sembró en nuestro pueblo. Nosotros no olvidamos, ni perdonamos. Pero a diferencia de él, celebramos la vida, no la muerte. Tenemos que seguir trabajando por una sociedad mejor, más justa, más humana, y para que todo ese horror no vuelva a ocurrir nunca más.
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