Para este marino mercante un acto de civilización era surcar las aguas de barco en barco a la búsqueda de los inicios de la vida representados por lo desconocido e inhóspito. Luego con la palabra recrearía esos momentos. En los primeros tiempos transportar mercancías y transportarse surcando ríos y mares fue signo de civilización. Las grandes obras hidráulicas del siglo pasado: presas, canales o centrales hidráulicas entre otras son también sinónimos de civilización, aún cuando esconden bajo su manto de agua dominada parte de nuestra historia.

EXPO ZARAGOZA 2008 Y LAS VEGAS EN LOS MONEGROS

Estamos ya a las puertas de la Expo Zaragoza 2008 que con la temática de Agua y Desarrollo Sostenible pretende ser un foro de referencia que debatirá soluciones para un uso del recurso agua que responda adecuadamente a la problemática del cambio climático y al crecimiento poblacional de la humanidad. Deben existir límites para administrar este primordial recurso que es el agua, a la par tan abundante como escaso según la parte del planeta que se considere. Es preciso realizar una diagnosis de la situación hídrica actual en relación a los futuros y previsibles cambios que se están ya produciendo en el medio ambiente, su interrelación con la economía de mercado que obliga a adoptar nuevas normas en su regulación y prever nuevas infraestructuras en aquellas zonas donde necesite autorregularse para usos posteriores. Existen aspectos de cooperación con terceros países en cuanto a transferencia de tecnología e intercambio de experiencias: en cuanto a gestión de agua y cuencas compartidas, en cuanto a erradicación de pobreza como consecuencia de su déficit o como transmisora de enfermedades. Estos objetivos enumerados pueden ahora exponerse en profundidad en el marco de la muestra que se está terminando de construir en los márgenes del encuentro del río Ebro con la ciudad de Zaragoza.


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Esta ambiciosa exposición, proyectada por grandes firmas de arquitectos que dejan ya su impronta sobre el terreno, tiene seguramente que aportar interesantes conclusiones en los campos antes referenciados así como un acercamiento didáctico al ciudadano en aspectos relacionados con el agua. Acercarse al uso racional del agua a través de espectáculos acuosos como paisajes de agua, acudiendo a exposiciones que aborden las anteriores temáticas, o simplemente experimentándola al tacto son maneras de conocer mejor el gran reto que se nos presenta en este siglo que es dotar a la humanidad de agua suficiente para su correcto y sostenible desarrollo sin hipotecar este recurso para aquellos que están por llegar.

En paralelo a la Expo Zaragoza 2008, y paradójicamente, anuncia a bombo a platillo el Gobierno de Aragón un macroproyecto de ocio en los Monegros. Precisamente se elige otra zona desertizada, debemos recordar que este enorme proyecto fue inicialmente rechazado por las autoridades de Dubai, situada en los alrededores de un pueblo que hoy entra en la cartografía de lo conocido: Castejón de Monegros. Los habitantes de esta pequeña aldea, tiene apenas una población de 600 habitantes, no salen de su asombro pues vienen demandando de antiguo más empleo para los jóvenes (que garanticen en el futuro la pervivencia de la comunidad) y más agua para sus cultivos, sin que hasta la fecha la diosa fortuna hiciera acto de presencia. Hoy es una presencia que se escenifica en el proyecto “Gran Scala”, impulsado por una empresa casi desconocida en el mundo del ocio denominada Internacional Leisure Development (ILD), que proyecta ocupar cerca de 2.000 hectáreas con un sinfín de casinos, hoteles y museos; en la que sitúa un área de 1.300 hectáreas que destinaría a campos de golf, hipódromo, parques temáticos y otras actividades relacionadas con el ocio.

Uno de los muchos interrogantes que plantea esta cuestión es si el apoyo que ha manifestado el Gobierno de Aragón a este proyecto está en la línea del uso sostenible del recurso agua que se preconiza desde la propia administración en las declaraciones de los máximos responsables de la muestra Expo 2008 que debe inaugurarse próximamente. Es poco comprensible la magnitud del proyecto y peor la oportunidad de su puesta en escena. Acaso piensa la clase política de gobierna Aragón que puede sustituir la vieja aspiración de llevar agua a los Monegros y el actual Plan de regadíos que prevé abastecer de riego 12.000 hectáreas antes de 2008 por una nueva ciudad del estilo de Las Vegas. Difícilmente podrán suplantar 32 casinos, 70 hoteles y 5 parques temáticos un programa de articulación de un territorio que sea coherente con las características de ese entorno, además de ser capaz de generar las condiciones económicas que satisfagan los intereses de la población que lo ocupa. Para la consecución de esta gigantesca empresa es imprescindible la realización de una obra faraónica cuyo fin será concentrar el agua que se ha de detraer del caudal del Ebro (deberíamos recordar ahora la confrontación entre comunidades que ocasionó la derogación del Plan Hidrológico Nacional en esta legislatura) en medio de un páramo para convertirlo en el mayor escenario urbanístico de Europa. Defender la sostenibilidad hidrológica de un proyecto como este nos acerca e instala en la barbarie. Por otro lado, durante el pasado mes de septiembre fracasaba en Madrid la VIII Convención de Naciones Unidas para la lucha de la desertificación, que afecta a la subsistencia de 1.200 millones de personas en todo el mundo. No fue posible alcanzar un acuerdo entre los 191 países participantes para disponer de un presupuesto destinado a contrarrestar el deterioro de los ecosistemas.

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Persisten grandes problemas hídricos por resolver

El filósofo japonés Tetsuro Watsuji (1889-1960) en su libro “Antropología del paisaje. Climas, culturas y religiones” resalta la importancia de la ambientalidad como elemento estructural de la existencia humana. Describe y analiza Watsuji los tres grandes espacios climáticos-geográficos que configuran en su opinión las principales culturas: Asia es el reino del monzón, de la humedad; Oriente Medio es el reino del desierto y la sequedad, determinante en la cultura judía y árabe; y Europa es la dehesa, una síntesis de ambas, donde la relación con la naturaleza es menos conflictiva. Asimismo opina que la toma de conciencia de la propia existencia es histórica y paisajística y acentúa la implicación mutua del condicionamiento espacio-temporal y el modo humano de trascenderlo.


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Partiendo de la división de Watsuji observamos que persisten problemas hídricos en amplias zonas de dos de los tres grupos mencionados: en Asia y en el área del Oriente Medio. Ya hemos comentado en algún artículo anterior que en la zona oriental de India existen dos decenas de millones de personas sin hogar a causa de las lluvias torrenciales del monzón, mientras que en la parte occidental no ha llovido en los últimos tres años. En Nueva Delhi, situado en el epicentro de estas dos grandes áreas, el nivel freático ha descendido tres metros en los dos últimos años por sobreexplotación. Acaso es comprensible que 1.100 millones de hindúes no dispongan de buenos recursos hídricos. Asimismo en algunas regiones del África Subsahariana el agua sigue siendo transmisor de enfermedad y muerte, en lugar de fuente de vida.

Un buen ejemplo de transformación y regulación del recurso del agua es el caso del río Nilo que es la savia vital de Egipto, cuya población obligada por la aridez del entorno se concentra en un 96% en el delta y el valle de este río. El ciclo anual del río provocaba la inundación periódica de la tierra y la consiguiente fertilización del suelo. Esto dio como resultado una agricultura rica y variada que permitió el crecimiento de una cultura y una sabiduría que dieron lugar a una civilización extraordinaria. En 1971 con la construcción de la gran presa de Asúan se puso término al ciclo de inundaciones del Nilo, pero como contrapartida obligó al inicio del uso de fertilizantes por parte de los campesinos egipcios con la consiguiente contaminación de las aguas.

Para terminar estas breves reflexiones sobre un tema tan extenso como el uso de los recursos hídricos quisiera rememorar con nostalgia aquel primer viaje al corazón de la selva venezolana en el sur de la región de Guayana cuando visité por primera vez el Salto Angel, que quizás debiera llamarse Salto Cardona por ser Félix Cardona quién llevó a Jimmy Angel por vez primera a aquel lugar. El sonoro estrépito del “palo de agua” (lluvia torrencial) que nos acompañaba al final de la tarde al pie del salto. Recién estrenada la mañana el río había levantado su nivel en más de medio metro que perdía durante el día. Desde ese inolvidable bosque húmedo rodeado por la altiplanicie de roca cuaternaria de casi 1.000 metros de altura, llamada Auyantepuy, volamos a la Represa de Gurí. Allí encontramos aquella agua que en la selva se debatía en rebeldía y libertad como agua yaciente, una vez civilizada por el hombre se convertiría en energía. Y así el ciclo se completa una y otra vez. Como añoro el sonido de su trepidar arriba en las rocas.