De la ciudad de usar y tirar a la ciudad reutilizada
María Antonia Fernández Nieto, profesora de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad Francisco de Vitoria, reflexiona sobre el urbanismo sostenible en el siglo XXI.
María Antonia Fernández Nieto, profesora de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad Francisco de Vitoria, reflexiona sobre el urbanismo sostenible en el siglo XXI.
En las zonas urbanas, la siembra de plantas ornamentales autóctonas responde a muchas finalidades: delimitar zonas, proporcionar aislamiento o crear barreras visuales, proteger de partículas contaminantes o de ruido, proporcionar oxigeno, frescor y embellecer o dar sombra en espacios de recreo o esparcimiento, como parques y plazas. En cualquiera de los casos, considerando las condiciones climáticas de las grandes ciudades de los países tropicales toda Latinoamercia, es imprescindible la ornamentación de avenidas, plazas y parques con especies ornamentales autóctonas que brinden intensa sombra, belleza y un microclima urbano agradable para los habitantes.
Debido a la acelerada tasa de crecimiento que hoy en día se registra en los centros urbanos de todo el mundo, se ha hecho cada vez mas necesaria la creación de los espacios verdes arbolados como una defensa del hombre contra la enervante actividad antrópica.
Mientras la ecuación urbana presenta los aspectos como ciudad y como experiencia del habitante urbano, la ciudad global contemporánea se desarrolla a través de dos realidades urbanas diferentes: la ciudad física por un lado, y la ciudad virtual o “ciberciudad” por otro. Asimismo el objeto de la reflexión ya no parece ser tanto la ciudad en sí, la llamada estructura urbana, sino más bien la experiencia urbana.
Estaba hojeando libros entre estanterías el pasado 3 de enero en la librería de la Universidad Americana del Cairo, el contacto con el papel escrito es una actividad que siempre he disfrutado (especialmente si encuentro algo interesante en él), cuando entre las escasas publicaciones en arquitectura autóctona (salvo las muy numerosas con fotografías del Antiguo Egipto) encuentro dos libros que me llaman poderosamente la atención.
En estos últimos tiempos el debate, el discurso sobre la ciudad se ha replegado a la contraposición de dos conceptos, dos visiones o, simplemente, dos nombres: ciudad compacta versus ciudad dispersa.
El pasado 3 de diciembre se cumplieron 150 años del nacimiento en Polonia de Józef Teodor Konrad Korzeniowski, conocido posteriormente como Joseph Conrad, el marino escritor. Maestro de la ficción trasladó a sus relatos su condición de nómada aventurero de exóticas singladuras que realizó a lo largo de su azarosa existencia.
En el mundo que nos toca vivir – con gran presión demográfica (ya somos 6000 millones los que lo poblamos), con gran presión constructora y con gran necesidad energética (que actúa directamente sobre el clima) – es el paisaje uno de sus elementos que en mayor medida sufre las consecuencias de esta nueva realidad.
En este mes de agosto se ha reflejado una vez más en India la coexistencia de acontecimientos que manifiestan la hibridación de dos mundos que se solapan entre sí.
Recientemente falleció el arquitecto Miguel Fisac, autor de los laboratorios Jorba (conocido como la Pagoda, que fue demolido hace unos pocos años). Arquitecto que estuvo activo hasta su muerte; un teatro en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla), un polideportivo en Getafe y todavía hoy en ejecución la reforma y acondicionamiento de uno de sus proyectos más conocidos en la esquina de las calles Velázquez y Francisco Silvela de Madrid. Fisac representa uno de los genuinos representantes de este periodo de los años 50 en la arquitectura española. A raíz de esta pérdida pienso que sería útil recordar la enorme deuda que tiene nuestra arquitectura con esa generación, que supuso ya la incorporación al movimiento moderno y la realización de una arquitectura fiel a su tiempo y a su espacio.