La seguridad de Europa Occidental frente a la Unión Soviética fue su razón de ser. En contestación el bloque oriental puso en marcha el Pacto de Varsovia en 1955. Durante la Guerra Fría la OTAN actuó como fuerza disuasoria.

Tras la desmembración de la Unión Soviética, la OTAN ha reformulado sus objetivos. En este contexto, curiosamente, la OTAN realiza su primer y único ataque contra un país en 1999: Yugoslavia.

Después de la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos, la OTAN ha llevado una misión encargada por la ONU llamada Fuerza Internacional de Asistencia y Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad.

Como caso curioso, Francia todavía aún es un miembro de la OTAN, si bien, se retiró del comando militar en 1966. Islandia es miembro de la OTAN y no posee ejército propio, se adhirió con la condición de que no tendría que participar en acciones armadas.

ESTRUCTURA DE LA OTAN

Desde sus comienzos, la estructura de la OTAN está regida por criterios democráticos y se basa

en la toma de decisiones por el poder civil. Los organismos que rigen la Organización son el Consejo del Atlántico Norte, el Comité Planificador y la Secretaría General.

El Consejo del Atlántico Norte es la rectora de la OTAN. Es un foro de amplia consulta política y de coordinación entre los aliados. También se le llama Consejo de Ministros y se compone de representantes de los 19 países miembros.

[El Comité Militar está compuesto por los jefes de Estado Mayor de todos los Estados miembros, excepto Francia e Islandia, y es la más alta autoridad militar en la Alianza]

Los miembros del os Consejos se reúnen en dos niveles: el de los ministros de los gobiernos aliados, que celebran dos o tres reuniones al año, en las que participan los titulares de Defensa, Asuntos Exteriores, Finanzas y, en algunas ocasiones, los Primeros Ministros o Presidentes de los Consejos de Ministros; y el de Representantes Permanentes o Embajadores de los países miembros que, como mínimo, se reúnen una vez a la semana.

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fotoPor otra parte, el secretario general de la OTAN es el presidente en funciones del Consejo a todos los niveles. La presidencia honorífica es asumida, en rotación anual, por un representante de cada país miembro. Al Consejo le corresponde decidir las líneas maestras de actuación de los comités militares, políticos y económicos. Las decisiones se toman por consenso y no por mayoría de votos.

Los diecinueve miembros tienen el mismo derecho para expresar sus puntos de vista en el Consejo; asimismo, las decisiones se toman sobre la base del consenso y común acuerdo. Los gobiernos no siguen políticas específicas, y las consultas entre ellos desempeñan un papel fundamental. Las consultas políticas abarcan todos los campos de la política exterior, no estando limitadas a la zona geográfica de la OTAN. Los únicos temas exclusivos son los relativos a los asuntos internos de las naciones miembros. Cada delegación nacional está encabezada por un representante permanente con el rango de embajador, a quien ayuda un número variable de personas. Todos actúan siguiendo las instrucciones de sus capitales y representan los puntos de vista de sus gobiernos en los foros de la OTAN.

En otro nivel, la política militar se debate en el Comité de Planes de Defensa (DPC), órgano creado en 1966, y que también se reúne dos veces al año en sesiones ministeriales, con la representación de los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa. Su presidencia también corresponde al secretario general de la Alianza y la importancia de sus decisiones le sitúan al mismo nivel que el Consejo.

Existen unos órganos de trabajo, el Consejo y el DPC han establecido varios Comités, que se ocupan de todas las actividades de la OTAN y que normalmente se reúnen bajo la presidencia de un miembro del Secretariado Internacional.

En cuanto al Comité Militar está compuesto por los jefes de Estado Mayor de todos los Estados miembros, excepto Francia e Islandia, y es la más alta autoridad militar en la Alianza. Su función es la de asesorar al Consejo o al DPC sobre asuntos militares; asimismo se encarga de cursar directivas a los comandantes principales de la OTAN.

[El secretario general, es la persona más importante de la estructura orgánica de la OTAN, encarna su imagen pública]

Los jefes de Estado Mayor se reúnen dos veces al año como mínimo, pero las reuniones semanales y en sesión permanente, corren a cargo de los representantes militares designados por los respectivos jefes de Estado Mayor. El presidente del Comité Militar es elegido también por éstos, para un período de tres años.

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fotoLa puesta en práctica de la política militar y de las decisiones del Comité Militar corren a cargo del Estado Mayor Internacional (IMS). La zona de defensa de la OTAN está dividida en dos mandos estratégicos: el Mando Aliado de Europa y el Mando Aliado del Atlántico. Cada mando estratégico está bajo la responsabilidad de un comandante principal de la OTAN o MNC (Major NATO Commander). Éstos son conocidos respectivamente como comandante supremo aliado en Europa (SACEUR) y comandante supremo aliado del Atlántico (SACLANT).

Y bajo la dirección general del Comité Militar, los comandantes principales de la OTAN son responsables del planeamiento de la defensa de sus respectivas regiones y de dirigir los ejercicios terrestres, navales y aéreos de la OTAN.

Primeramente, el SACLANT tiene su cuartel general (ACLANT) en Norfolk (Virginia, EEUU) y controla desde el polo Norte al trópico de Cáncer y desde las aguas territoriales de América del Norte a las costas de Europa y
África, además de Portugal, con la exclusión de las islas Canarias, que dependen del SACEUR, en virtud de un acuerdo especial de reparto de límites.

En segundo lugar, el SACEUR tiene su cuartel general (SHAPE) en Mons, a 70 kilómetros de Bruselas, en Bélgica, y controla toda Europa y el Mediterráneo. Tanto el SACLANT como el SACEUR son generales estadounidenses y no serán mandos de rotación.

En lo referente a la zona Atlántica la componen cinco mandos regionales: el de la zona occidental atlántica (RC Weat), en Norfolk, el de la zona oriental (RC East) en Northwood (Reino Unido); el de la suroriental (RC Southeast), en Oeiras (lisboa); el Strik FLTLANT, situado en Norfolk (Estados Unidos), de fuerzas navales, y el SUBACLANT, de fuerzas submarinas, con base en Northwood. La zona Europea consta de dos mandos regionales, uno en el Norte (RC North), que controla el norte y centro de Europa, y se encuentra ubicado en Brunssum (Holanda) y otro en el sur (RC SOUTH), que controla el sur, incluido todo el Mediterráneo, con base en Nápoles (Italia).

[El general alemán Klaus Naumann afirma que la OTAN necesita de una urgente revitalización]

La zona del mando Regional del Norte tiene a su vez cinco cuarteles bajo su responsabilidad: tres de categoría subregional divididos por zonas en norte (Stavanger, Noruega), centro (Heidelberg, Alemania) y noroeste (Karup, Dinamarca); y dos mandos, uno naval (Northwood, Reino Unido) y otro aéreo (Ramstein, Alemania).

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fotoY la zona sur de Europa, bajo dirección del Mando regional del Sur, ubicado en Nápoles (Italia), tiene cuatro cuarteles generales subregionales, también divididos por zonas: suroeste (Madrid, España), sur (Verona, Italia), sur-centro (Larissa, Grecia) y sur-este (Izmir, Turquía). Además cuenta con dos mandos componentes, uno de fuerzas aéreas y otro naval, ambos con base en Nápoles. Los mandos componentes se encargan de la coordinación de las operaciones aéreas y navales con los mandos subregionales de su zona.

Además de estos dos mandos aliados, existe un Grupo de Planificación Regional Canadá-Estados Unidos, cuya función es la de coordinar las fuerzas de defensa de la OTAN, en ambos países.

La Secretaría General se ideó para coordinar el Consejo y el Comité de Defensa. Su titular, el secretario general, es la persona más importante de la estructura orgánica de la OTAN, encarna su imagen pública, y es elegido por los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros. El actual secretario general es el holandés Jakob Gijsbert de Hoop Scheffer.

El secretario general preside el Consejo del Atlántico Norte, el Comité Planificador de Defensa, el Comité de Asuntos de Defensa Nuclear y el Grupo de Planificación Nuclear. Puede intervenir en determinados conflictos entre los Estados miembros, aunque está subordinado al Consejo. Asimismo, propone temas para la discusión y, con el consentimiento de los Estados miembros, puede iniciar investigaciones, mediaciones o procedimientos de conciliación o arbitraje. De la Secretaría Internacional de la OTAN dependen las divisiones de Asuntos Políticos, de Planificación y Política de Defensa, así como de Asuntos Científicos.

Por otra parte, en la OTAN existen, además, las siguientes agencias civiles: Sistemas de Oleoductos de Europa Central (CEPS), Organización para la Producción y Logística del misil OTAN Haek, Organización para el Mantenimiento, Organización del Sistema Integrado de Comunicaciones de la OTAN y Organización para el Desarrollo y Administración de la Producción del avión polivalente de combate de la OTAN.

EL FUTURO

El anterior secretario general de la OTAN, Lord Robertson, fija las prioridades futuras de la Alianza en los siguientes puntos:

  • Renovar los compromisos de los 19 miembros de la OTAN para hacer frente a la amenaza terrorista.
  • Completar los vínculos con la Unión Europea. Esto ha tenido una materialización al asumir la Unión Europea la misión empezada por la OTAN en la ex República Yugoslava de Macedonia.
  • Redoblar los esfuerzos para contactar con la opinión pública. Una de las características de las políticas de seguridad actuales es la velocidad a las que cambian. Velocidad que es superior a la que pueda percibir la opinión pública en general.

El general alemán Klaus Naumann, ex presidente del Comité Militar de la OTAN y experto en la materia, afirma que la OTAN necesita de una urgente revitalización. Su credibilidad está en juego: las carencias de los aliados han salido a relucir durante las operaciones dirigidas por estados Unidos en Afganistán. Para este general las preguntas claves radican en si se comprometerán los Estados Unidos con la OTAN como alianza militar o la considerarán únicamente un útil instrumento político, y en si los aliados europeos demostrarán su compromiso reduciendo la brecha entre sus capacidades militares.

En los últimos años la OTAN ha ido abandonando su eurocentrismo hasta llegar a reconocer que las amenazas a las que se enfrenta son más variadas y geográficamente lejanas que las de la guerra fría. Este cambio de tendencia quedó explícitamente formulado el mes de noviembre de 2002 durante la Cumbre de Praga, cuyo comunicado final declaraba que la OTAN necesitaba fuerzas que pudieran desplazarse con rapidez “donde fueran necesarias”, con la capacidad de mantener operaciones a gran distancia, incluso en situaciones en las que pudieran tener que enfrentarse a armas biológicas, químicas y nucleares.

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fotoEste cambio de rumbo supone el final del debate sobre las actuaciones “fuera del área” que en los últimos años se desarrolló dentro de la Alianza. Pero todavía algunos europeos se oponen a lo que consideran un intento de “globalizar” la OTAN, que en su opinión debería seguir concentrándose en las amenazas desarrolladas en Europa y su periferia. Por contra, la opinión más generalizada, piensa que mantener el eurocentrismo defensivo de la Alianza es anacrónico y equivocado, que no tiene en cuenta el cambio producido en la naturaleza y situación de los retos que afrontan Europa y Estados Unidos desde el fin de la guerra fría y, en especial, desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

En la actualidad, las principales amenazas contra la seguridad occidental no se encuentran en Europa, sino que provienen del exterior de sus fronteras. Y no se derivan de la amenaza de una invasión soviética o de la inestabilidad balcánica, sino de las armas de destrucción masiva, el terrorismo y los Estados criminales que pueden verse tentados a utilizar esas armas o cedérselas a grupos terroristas. Para seguir manteniendo una función relevante y el apoyo de la opinión pública occidental, la OTAN debe ser capaz de afrontar estas nuevas amenazas y retos.

Si no se supera la actual diferencia de capacidades, a las fuerzas europeas y estadounidenses les irá resultando cada vez más difícil operar conjuntamente con la eficacia suficiente para estar a la altura de los nuevos desafíos, sobre todo si surgen lejos de Europa. Ello tendría dos consecuencias negativas: en primer lugar, incrementaría la actual tendencia norteamericana hacia el unilateralismo, pues si sus fuerzas no pudieran operar conjuntamente con las europeas, Estados Unidos no tendría más alternativa que actuar en solitario, quedándoles a los aliados europeos la función de aportar fuerzas solamente para operaciones de limpieza. En segundo lugar, la capacidad de los europeos para influir en las decisiones y políticas de Estados Unidos se reduciría aún más, lo que provocaría más frustración y resentimiento en una Europa que se vería cada vez más impotente para intervenir en decisiones que afectan a su propia seguridad. La combinación de ambos efectos provocaría el debilitamiento de las relaciones trasatlánticas y de la capacidad de Europa y Estados Unidos de afrontar conjuntamente las nuevas amenazas y retos a los que ahora se enfrentan.

Dicho de otro modo, las diferencias en las capacidades están favoreciendo un reparto de papeles bastante peligroso, en el que Estados Unidos actúa como un equipo de los GEO asaltando las casas, mientras la mayoría de los europeos se ven relegados a ser una especie “brigada de desescombro” que aparece al final de la operación para recoger todos los restos que dejaron los norteamericanos. Esta división de funciones erosiona gravemente la unidad de la Alianza – y su eficacia militar – y obliga a los europeos a colocarse en una posición de dependencia, en la que apenas pueden influir sobre las operaciones militares norteamericanas, mientras que tienen que pagar su coste político y económico.

La prueba de fuego será el grado de implementación de los compromisos adquiridos en Praga, que exigirá a muchos de los aliados europeos un cambio en sus prioridades en inversiones de defensa, especialmente a aquellos cuyas fuerzas están todavía organizadas según los requisitos de la guerra fría. Para hacer frente a los nuevos retos se precisan fuerzas de menor tamaño, más ligeras y móviles y que puedan mantenerse lejos de su patria durante largos periodos de tiempo.