Normalmente las capturas accidentales acaban siendo descartadas. Esto se produce si:
- los organismos capturados no tienen valor comercial (la mayoría de las especies de invertebrados, especies de peces como los tiburones, aves, mamíferos marinos, tortugas, corales, etc.)
- pertenecen a especies protegidas cuya pesca no está permitida
- tienen valor comercial, pero su tamaño es inferior a los límites legales o ya se ha alcanzado la cuota de pesca asignada
- tienen valor comercial, pero es inferior al de otros individuos capturados. Este fenómeno se conoce como high grading, a través del que se clasifica y desperdicia parte de la captura para conservar los especímenes más interesantes económicamente.
Los descartes causan un gran daño a los ecosistemas marinos y representan una práctica muy derrochadora de los recursos pesqueros. Por poner un ejemplo, la FAO estima que el valor de los descartes de las pesquerías de especies demersales del Mar del Norte en 1997 era cercano a los 700 millones, similar al valor de los desembarques.
Las artes de pesca utilizados también tienen una gran influencia en las especies capturadas y en su tasa de mortalidad.
Las capturas accidentales y los descartes están muy relacionadas con la sobrepesca. Se estima que el volumen total de las capturas mundiales es muy superior al declarado porque es muchas pesquerías no se informa de la cantidad de sus descartes y en otros casos, muchas capturas que no tienen valor comercial no son siquiera consideradas descartes y, por lo tanto, no se registran de ninguna forma.
Desafortunadamente, los individuos descartados tienen muy pocas probabilidades de sobrevivir y se los arranca del mar sin que en ocasiones hayan podido reproducirse. Esta práctica también causa otros impactos negativos en el ecosistema: beneficia a las especies depredadoras oportunistas (por ejemplo, a algunas aves) y causa, cuando la concentración de descartes en descomposición es grande, problemas para las comunidades de especies del fondo marino.
Este inmenso e innecesario desperdicio de recursos vivos no sólo amenaza el destino de muchos ecosistemas marinos, sino que pone en peligro el futuro de las pesquerías.
Los índices de descarte son muy variables, ya que dependen de la especie objetivo, el arte de pesca usado la zona o el período, etc. Algunas pesquerías presentan índices de descarte totalmente inaceptables: las pesquerías francesas de arrastre de aguas profundas en aguas occidentales han llegado a descartar el 90% de sus capturas. Es decir, solo 1 de cada 10 kg capturados es aprovechado, mientras los 9 restantes son tirados por la borda.
Todos los años, las flotas de arrastre del Mar del Norte que pescan lenguado, además de destruir los hábitats marinos, producen 330.000 toneladas de descartes de media por 148.261 toneladas de desembarcos.
El problema de los descartes es aún más sobrecogedor si se habla de individuos en lugar de toneladas: el registro de 1996 de las flotas europeas cuya pesca objetivo eran las gambas Crangon indica que éstas descartaron 928 millones de sollas, 16 millones de lenguados, 42 millones de bacalaos y 55 millones de merlanes, junto con 75.000 millones de gambas pequeñas.
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