La falta de incentivos para los mercados provoca que se dedique solo el 10 por ciento del gasto en investigación a enfermedades que representan el 90 por ciento de la carga en la salud mundial en cuanto a mortalidad prematura y discapacidad. Controlar y eliminar esas enfermedades es un componente vital en la estrategia para aliviar la pobreza.
Se estima que más de mil millones de personas -una de cada seis en el mundo- padece alguna de las 17 enfermedades tropicales consideradas olvidadas por la OMS, y de ellas 500 millones son niños. Estas enfermedades causan medio millón de muertes al año. Si a estos datos se añaden las de otras patologías ligadas a la pobreza como la malaria, la población afectada llega a los 3.000 millones de personas.
Como explica Bernard Pécoul, Director de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas: “Las enfermedades olvidadas afectan a mucha población, pero es gente que no tiene interés económico, no puede sostener un mercado, y por eso no hay inversión del sector privado. Son enfermedades que provocan la muerte o que gente joven que las padece no pueda trabajar. Es una carga para las familias, para los pueblos. El impacto económico es muy fuerte. Allí donde estas enfermedades tienen una alta prevalencia, el desarrollo económico se ve afectado muy negativamente”.
Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi por sus siglas en inglés) es una organización sin ánimo de lucro que nació en 2003 por la iniciativa conjunta de siete instituciones públicas y privadas: Médicos sin Fronteras, Consejo Indio de Investigación Médica, Instituto de Investigación Médica de Kenya, Ministerio de Salud de Malasia, Instituto Pasteur (Francia), la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, y el Programa Especial para la Investigación y Entrenamiento en Enfermedades Olvidadas de la Organización Mundial de la Salud.
Desde su creación, DNDi ha logrado seis nuevos tratamientos adaptando otros anteriormente existentes a las necesidades y condiciones de los países afectados. En concreto son dos tratamientos contra la malaria, otros dos contra la leishmaniasis –que acortan la duración del tratamiento y se aplican en África del Este y Asia- y un sexto contra la enfermedad de Chagas, con una nueva dosificación específica para uso pediátrico que sustituye el uso de dosis de adultos fraccionadas con su correspondiente riesgo de error, y que ha sido desarrollada por un laboratorio público brasileño.
Actualmente el DNDi está promoviendo investigación para tratar otras dos enfermedades: la filariasis y el VIH pediátrico. Tiene en marcha un total de 30 proyectos en diferentes etapas del proceso y 11 de ellos son candidatos a generar nuevos fármacos.
“Estamos trabajando en un tratamiento oral de una semana para la enfermedad del sueño, pero parece que puede ser eficaz también para leishmaniasis y Chagas. Si hay éxito, podríamos tener un tratamiento único para tres enfermedades ligadas a la pobreza con un precio mucho más bajo que los que tenemos ahora mismo”, ha comentado Pécoul.
Adriana Pujol
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