La esclavitud existe desde que el hombre piso la tierra en la antigüedad afectando a todos los países y a todos los imperios de todas las épocas, incluido el español. En este artículo vamos a hablar de un episodio muy poco conocido de nuestra historia, en el que cerca de 2.000 jóvenes gallegos, hacia 1854 fueron contratados como trabajadores en España y acabaron convertidos en esclavos en Cuba.
A mediados del siglo XIX Cuba se convierte en la primera productora de azúcar del mundo, el azúcar se extraía de la caña en los ingenios, nombre que se daba a la hacienda en donde un conjunto de aparatos molían y procesaban la caña para la obtención de azúcar, ron o alcohol, utilizando para ello la energía hidráulica sustituida más tarde por el vapor, era una evolución del trapiche que utilizaba energía animal, mulas o bueyes.
Un ingenio era algo muy complejo que constaba de dos sectores, uno agrario y otro industrial; en el primero había que cultivar y recoger la caña lo que requería una gran mano de obra, después había que transportarla, lo que se llamaba “el tiro”, este al principio se hacía con carretas aunque la llegada del ferrocarril las fue sustituyéndolas, necesitando cada vez menos brazos.
Este cambio de posición en el mercado mundial revolucionó la isla, que comenzó a demandar mano de obra esclava para sus ingenios pasando de unos 50.000 esclavos a finales del siglo XVIII, a unos 450.000 en 1841.
La esclavitud se había abolido oficialmente el 8 de febrero de 1815, en el Congreso de Viena, aunque esta declaración tenia trampa ya que se acordó terminar con el comercio de esclavos pero no con la esclavitud, la iniciativa fue del representante británico el Duque de Wellington, quien tras esta aparente humanitaria propuesta escondía unas maniobras políticas favorables a Gran Bretaña, la cual tras la independencia de Estados Unidos había perdido casi todos sus intereses en América, la falta de mano de obra esclava haría encarecer los productos producidos en el continente americano perjudicando económicamente a dichos países, la segunda consecuencia fue que con la prohibición de la trata de esclavos y con el pretexto de vigilar que el acuerdo se cumpliera, la marina británica se enseñoreo del Atlántico, claro que esto sólo fue sobre el papel ya que el tráfico de esclavos continuó de contrabando, aún llegaría a Alabama en 1860 el último barco negrero de la historia de Estados Unidos, “el Clotilde”, con más de un centenar de esclavos capturados en África.

Urbano Feijóo de Sotomayor
En la España peninsular la esclavitud fue abolida en 1.837, pero los territorios de ultramar Cuba y Puerto Rico, quedaron al margen de esta ley, los ingenios azucareros necesitaban de mucha mano de obra lo que encarecía el precio final del producto, esto unido a la situación de ambigüedad ante la ley hizo que los grandes hacendados demandaran mano de obra esclava, por otra parte desde la metrópoli se incentivaba la emigración a Cuba, había que blanquear la isla ante una posible revuelta o sublevación de los esclavos negros tal y como había ocurrido en Haití, esta situación fue aprovechada por un empresario y político gallego sin escrúpulos, nacido en Viana do Bolo, Ourense, España, Urbano Feijóo de Sotomayor.
Feijóo se había enriquecido gracias al café y al azúcar, poseía haciendas, ingenios azucareros y cafetales en la isla, fue diputado en el Congreso por Ourense en 1854, por el distrito de Verín (España) en 1872, y por el distrito de Matanzas (Cuba) en 1881. Las nuevas leyes contra el tráfico de esclavos hicieron que el precio del azúcar bajara, entonces para compensar la merma de la mano de obra esclava y viendo negocio en la inmigración fundó la Compañía Patriótica Mercantil, presentando un plan al Gobierno en una memoria titulada: “Isla de Cuba. Inmigración de trabajadores españoles ”, en ella emigrantes gallegos se enviarían a Cuba para trabajar de braceros, según él su objetivo era socorrer a los desgraciados gallegos, contribuir a la agricultura y al aumento de la población blanca de Cuba, la empresa funcionaría en régimen de privilegio durante 15 años, los contratos tendrían una duración de 5 años establecidos entre los trabajadores y el empresario, a los trabajadores se les pagaría el pasaje de ida y vuelta, tendrían un periodo de aclimatación de tres meses y a su llegada se les entregaría a cada uno tres camisas, un pantalón, una blusa, un par de zapatos y un sombrero de yarey dos veces al año, su salario seria de 5 pesos al mes, teniendo sus jornadas de descanso.
En 1.853 la situación de Galicia era trágica, la crisis agraria tras la pérdida de las cosechas de ese año hizo que el hambre se enseñoreara de la región a lo que habría que añadir una epidemia de cólera morbo, enfermedad procedente de Asia que hizo su entrada por el puerto de Vigo en el vapor “Isabel la Católica ” y que llego a diezmar la población, esta grave situación hizo que muchos jóvenes gallegos se embarcaran con el anhelo de un futuro mejor.
Tras la aprobación del plan por el Gobierno, Feijóo embarcó en la fragata “Villa de Neda ”, los primeros 315 hombres llegan en marzo de 1854, teniendo un gran recibimiento, según el diario de la Habana:
“Jóvenes con muy cortas excepciones de hermosa presencia y notable compostura, uniformados con la mayor propiedad para los trabajos de campo (…) y organizados en pelotones de 25 hombres con su correspondiente capataz cada uno formaban un cuadro sumamente agradable que realzaba la alegre y marcial música del país, haciendo no pocos en honor a la empresa que revela tan distinguidos sentimientos y ofreciendo un contraste sorprendente con lo que estamos acostumbrados a ver en esta línea ”.
Pero todo era ficción, eran gente analfabeta que no sabían leer ni escribir y el empresario se aprovechó de ello, el contrato tenía letra pequeña, los trabajadores no podían romper el contrato, se les retiraba el pasaporte y aceptaban tener castigos corporales si no cumplían con su trabajo, aceptaban también que su salario fuera inferior al del resto de colonos españoles que era de 10 pesos, pero también era inferior al de los trabajadores negros emancipados que cobraban entre 15 y 20 pesos, Feijóo afirmaba: “Un gallego hace el mismo trabajo que dos negros por el precio que cuesta un esclavo, así que obtendré el doble rendimiento del que ofrece un esclavo y mucho más que lo que podría esperar de un negro jornalero con los precios de hoy ”. En una palabra, los había engañado.
Nada más desembarcar fueron hacinados en barracones insalubres que se convirtieron en un mercado donde Feijóo negociaba con los hacendados ajustando el precio por cada uno de ellos, los hacendados compraban sus contratos y sin esperar los tres meses del periodo de aclimatación los trasladaban a los ingenios en donde eran inmediatamente esclavizados, realizaban jornadas de trabajo de más de 15 horas recibiendo castigos corporales, alimentados con alimentos putrefactos que incluso los esclavos negros rechazaban.
Durante los seis meses siguientes Feijóo fletó siete expediciones más con un total de 1.744 trabajadores, de los que unos trescientos ya habían fallecido a los dos meses de la llegada de la primera expedición. Los trabajadores, a sabiendas de que las condiciones de vida que sufrían no eran las que especificaba el contrato que habían firmado, comienzan a rebelarse contra sus amos siendo entonces duramente castigados por estos, así que muchos optan por la huida como única solución. Pero Feijóo está muy bien relacionado, consigue que el general Jacobo de la Pezuela, Gobernador de Cuba, firme un bando en el que se ordenaba a los trabajadores huidos a entregarse o serian perseguidos por el ejército, siendo arrestados y encarcelados, encerrados en depósitos de cimarrones (termino que recibían los esclavos que escapaban de su cautiverio), o en hospitales militares, los que logran huir deambulan por los caminos mendigando comida enfermos y hambrientos.
La sublevación fue tal, que en la ciudad de Trinidad hicieron una manifestación por sus calles gritando consignas e insultos contra Urbano Feijóo, quien mientras tanto había cobrado la subvención de la Junta de Fomento, 140.000 duros, marchándose de la isla.
Los supervivientes con el poco dinero que consiguen contratan a escribientes, (recordemos que ellos no sabían escribir), para que escribieran por ellos cartas que consiguen enviar a su familia pidiendo ayuda ante su situación. A finales de 1854 es nombrado nuevo Capitán General, José Gutiérrez de la Concha, quien enterado de la situación de los trabajadores informa al Gobierno de España de la gravedad del “asunto de los gallegos ”, envía de vuelta a Galicia a los que así lo desean pero la mayoría están tan abochornados y avergonzados que se quedan en Cuba, entonces les contrata como obreros en la construcción del ferrocarril, posteriormente propuso el alistamiento en el ejército a los que tenían alguna experiencia militar y por último publicó una oferta de reclutamiento para servicios municipales: en limpieza, repartos, puerto, recogida de basura, alumbrado de gas y otros servicios públicos en el “Diario de Avisos”, los que no se acogieron a estas medidas quedaron dispersos por la isla fomentando la leyenda de los cimarrones ojiazules.
Entre tanto el naturalista gallego Ramón de la Sagra Périz, conocedor de la realidad cubana, propugnaba la modernización de la agricultura de la isla, con la plantación de nuevos cultivos así como la sustitución de la mano de obra esclava por brazos libres, estas teorías le ocasionaron la enemistad de los hacendados y de la élite cubana, de regreso a la península es elegido diputado a las Cortes en 1838 y 1840 por La Coruña y en 1854 por Lugo, tuvo conocimiento de la situación de los trabajadores gallegos a través de la denuncia interpuesta por un abogado en nombre de los familiares de los emigrados (denuncia a la que acompañan las cartas llegadas de Cuba), y haciéndose cargo de su situación lleva al congreso una solicitud para debatir el asunto de los gallegos en Cuba, en 1855.
Feijóo que como diputado a su vez asiste al debate, se presenta como el benefactor de estos, culpando tanto a los trabajadores como a los hacendados además de al Gobierno de la isla de la situación creada, justificando de esta forma el fracaso de la empresa. A finales de Junio se aprobó la solución a este problema rescindiendo el contrato entre los trabajadores y Feijóo, quedando los trabajadores en libertad para dejar la empresa o continuar como jornaleros libres si así lo decidían, pero aunque la compañía se disolvió, se protegió al empresario gallego de responsabilidades económicas, dejando las cuestiones entre este y los trabajadores en mano de árbitros para liquidar las posibles deudas, sin condena, ni indemnizaciones.
Por fin el 19 de enero de 1880 el Congreso de los Diputados vota la abolición de la esclavitud en Cuba, proceso que culminaría seis años después con la liberación de los últimos 30.000 esclavos que aún quedaban en la isla.
Este vergonzante capítulo de nuestra historia, silenciado y poco conocido debe hacernos reflexionar, descubrí esta historia por pura casualidad y esta me ha llevado a otras muchas con personajes sorprendentes cuya memoria ha sido borrada y sobre la que pretendo volver en otro artículo.
El objetivo de conocer la historia, además de aportar conocimiento, es el de no repetir errores del pasado, por desgracia esto no es así, hay hoy más esclavos en el mundo que en la época en la que ocurrieron los hechos aquí relatados, hoy día la esclavitud continúa con hombres como Feijóo carentes de escrúpulos con tal de conseguir beneficios.
En la actualidad hay más de 40 millones de personas víctimas de la llamada esclavitud moderna, que engloba los trabajos forzados, el tráfico de personas y la esclavitud en su sentido más estricto, según Naciones Unidas, responden a situaciones en las que una persona, mediante amenazas, violencia, coacción, abuso de poder o engaño, le quita a otra la libertad para controlar su cuerpo o para elegir o rechazar un determinado trabajo, teniendo como resultado que la víctima no puede negarse o abandonar la situación.
Al margen de las actuaciones que las autoridades de los distintos países hagan contra la esclavitud, nosotros, la sociedad, también podemos actuar en contra de ella, basta con denunciar a los traficantes de personas, o las contrataciones ilegales de emigrantes, o simplemente mirar de donde vienen y en qué situación se han fabricado los bienes de consumo que tanto nos gustan y disfrutamos.
Todos somos responsables de la situación y una pequeña actuación por nuestra parte puede ser mucho para muchas personas.
No Comment