Pero, ya que los divisores no lograron el control de la Asociación Departamental de Productores de Coca (como sucedió con importantes organizaciones sociales como Conamaq, CIDOB, etc.); quieren arremeter a través del régimen económico base del neoliberalismo que se llama libre oferta y demanda, introduciendo un tercer mercado «legal» de la hoja de coca. Si esto sucede, la batalla hacia adelante se concentrará en una sagrada bolsa de valores, pero ¿será que el tamaño del mercado de consumo tradicional de la hoja de coca es suficiente para ocasionar más competencia interna?

Es indudable que la victoria del 4 de octubre de 2021 de las familias campesinas productoras de la zona de origen natural de la hoja de coca, es política en el sentido más legítimo, respetable y le otorga un matiz de liderazgo organizacional a su asociación en el mismo momento en que la marcha indígena en el oriente boliviano también ha cobrado protagonismo porque una vez más está demandando respeto territorial integral y sistemático a la cabeza de sus históricos líderes.

Ahora, volviendo al producto agrícola hoja de coca, tenemos que la necesidad primordial de toda sociedad es la comida biodiversa y Los Yungas podría alimentar a todo el territorio nacional hasta el más escondido confín con una considerable variedad soberana y segura sin necesidad de atentar contra el equilibrio ecosistémico, pero resulta que nuestro mercado interno de alimentos está dominado por los precios que determina el intermediario con la predominancia de productos importados, de monocultivo y de contrabando.

Entonces ¿no será que nos hace falta una siguiente victoria pero esta vez como consumidores (o sea todos) por una diversidad alimentaria digna, ecológicamente responsable, nuestra y justa?