Nuestro colaborador Benedicto Cuervo con Derek Walcott
Fue uno de los grandes poetas caribeños de todos los tiempos. Nació, el 23 de enero de 1930, en la isla de Santa Lucía. Hijo de un pintor británico y de una profesora nativa estudió en la Universidad de las Indias Occidentales de Jamaica. Comenzó a escribir poemas desde que tuvo uso de razón- según comentó él mismo en una entrevista a la BBC- y recordaba a su madre recitando a Shakespeare en su casa.
De entre sus numerosas obras poéticas caben destacar: El viajero afortunado (1981), Omeros (1990), Islas (1993), La voz del crepúsculo (2000), La odisea (2005), Poemas escogidos (2009) y su última obra publicada: “La luz del mundo” (2017).
Además de poeta fue un gran dramaturgo con más de veinte obras dramáticas publicadas y representadas por el Teatro de Trinidad. Tal vez la dramática más conocida e importante sea la titulada: “ Sueño en la montaña del mono” (1970).
La obra de Walcott presenta una riqueza verbal, visual y conceptual que refleja las costumbres, tensiones e historias de una región fuertemente colonizada.
El poeta caribeño visitó Asturias en 2006 para participar en los actos del Día Mundial de la Poesía organizados por la Fundación Principe de Asturias en el XXV aniversario de los premios. Desde Oviedo se trasladó a la Casa de la Cultura de Noreña para leernos algunos de sus poemas y, posteriormente degustar, con todos los asistentes al acto, de un vino español momento en el que pude hablar con él, hacernos una foto y firmar un autógrafo en uno de sus libros de poesía.
Para concluir este breve y urgente artículo sobre el gran poeta Derek Walcott, me despido con uno de sus poemas titulado: “ Archipliélagos”.
ARCHIPIÉLAGOS
Al final de esta frase, la lluvia empezará.
En el filo de la lluvia, una vela.
Lentamente la vela perderá de vista las islas;
en una bruma se irá la creencia en puertos
de una raza entera.
Se acabó la guerra de los diez años.
El cabello de Elena, una nube gris.
Troya, un cenizal blanco
junto al mar lloviznoso.
La llovizna se tensa como las cuerdas de un arpa.
Un hombre de ojos anublados recoge la lluvia
y extrae el primer verso de la Odisea.
(Poesía sacada del poemario “El viajero afortunado”. Ed. Huerga y Fierro, 2003)
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